Frutillar quiere ser la ciudad pequeña más sustentable del país

Plan maestro prevé un crecimiento acorde a las necesidades de toda la población de la localidad de la X Región.

Por Soledad Neira, El Mercurio

Crecer protegiendo su rico patrimonio arquitectónico y paisajístico, y rompiendo la enorme brecha que hoy existe entre Frutillar Bajo, donde está el mejor estándar de vida, y Frutillar Alto, que solo en la última década ha terminado de resolver problemas básicos de alcantarillado o alumbrado público. Aquella es la ambiciosa meta del Plan de Desarrollo de esa comuna (Plades) de la X Región.

Convertir un pozo de ripio en parque, contar con ciclovías, tener seis nuevas plazas en poblaciones de menores recursos, una Costanera caminable y apta para bicicletas, un manejo de residuos eficiente y un plan de educación para que los niños egresen convertidos en ciudadanos con responsabilidad ambiental están entre los objetivos para convertir a Frutillar en la ciudad pequeña más sustentable del país.

Es un plan a unos 20 años que “solo en los primeros diez años demandará una inversión de cerca de 3 mil millones anuales”, dice el alcalde Ramón Espinoza, para una comuna donde la mitad de sus ingresos, un poco más de mil millones anuales, proviene del Fondo Común Municipal.

Muchos proyectos están en ejecución o “en vías de”, como el plan de educación que está en marcha como piloto en cuatro establecimientos, o el de la Costanera, que ya cuenta con el apoyo del gobierno regional, que recientemente le asignó $700 millones para la mitad del financiamiento, explica el gerente del Plades, Eugenio Rengifo.

“Hemos buscado auspicios para financiar, por ejemplo, los diseños de los proyectos, lo que nos permite postular al financiamiento con un paso adelante”, explica Rengifo.

También han logrado que instituciones como la Universidad Católica los “auspicien” con trabajo, “que traigan capital humano, alumnos aventajados del programa Puentes UC. Este semestre vinieron 50 estudiantes, que nos hicieron trabajos desde mejorar la imagen de productos locales hasta estudios de diseño de ingeniería de una ciclovía entre Frutillar y Llanquihue, unos 22 kilómetros”, dice el gerente de Plades.

El alcalde Espinoza dice que el plan busca compatibilizar e integrar dos visiones: la de quienes estiman que todo debiera mantenerse como está, “sin mayores inversiones, para que Frutillar siga siendo una comuna tranquila, de familia”, con la de quienes consideran que “eso no impactaba positivamente en el resto de la población, que quedaba sin empleo después del verano”.

“Queremos un Frutillar en que cuidemos lo patrimonial, el paisaje, pero desarrollando igual el turismo como una industria que genere empleo ojalá estable en el año, pero no como Pucón”, dice el edil.

De acuerdo con el Plan Regulador de 2004, Frutillar “podría crecer hasta llegar a unos 90 mil habitantes, pero eso no va a ocurrir en este siglo ni es lo que nos interesa”, dice Espinoza, quien preside el comité técnico del Plades.

La población actual llega a 16 mil personas, y en dos décadas podría subir hasta 30 mil.

“Queremos que el futuro desarrollo no se concentre en llenar el lago, sino tratar de integrar los dos sectores, con buenos barrios (…) Un nuevo centro que esté al centro, y trasladar el municipio y otros servicios para que el centro sea de todos. Creemos que tiene enorme potencial de crecimiento en segunda vivienda y en turismo, en un espacio que no genera impacto en el borde, que queremos proteger”, dice Luis Eduardo Bresciani, académico de la UC que está trabajando en el proyecto.

Respecto de la declaratoria de Zona Típica, que incluye casi 100 hectáreas desde la Costanera junto al lago, el alcalde dice que se debe “flexibilizar, porque más del 80% de las propiedades que están afectas a esa declaratoria no son viviendas de carácter patrimonial”.