Monteverde: 700 piezas llevan treinta años guardadas, aún sin museo de sitio

Por Soledad Neira Farías, El Mercurio. (01/06/2013)

El hallazgo arqueológico más importante en Chile que el público no puede conocer

La valiosa colección que revolucionó la teoría del poblamiento americano está bajo resguardo en la U. Austral.

Una bóveda climatizada en la Universidad Austral de Chile, en Valdivia, protege el secreto mejor guardado de la investigación arqueológica en Chile.

Allí están unas 700 piezas extraídas de Monteverde, 25 km al sureste de Puerto Montt. Un hallazgo sorprendente, con una data de 12.500 años, que revolucionó la teoría del poblamiento americano.

Fue en 1976, cuando lugareños dieron con una mandíbula de “un mastodonte”, hoy reconocido como Gonfoterio, que condujo a los vestigios increíblemente bien conservados de un campamento que demostró la presencia de seres humanos en una época más antigua que el hallazgo de Clovis, Nuevo México (11.500 años), hasta entonces la evidencia humana más temprana en el continente.

Han pasado más de tres décadas y ese tesoro sigue hoy oculto como cuando estaba bajo tierra.

Nadie puede verlo. Ni los chilenos, ni los extranjeros que llegan a Puerto Montt en busca del museo de sitio; ni siquiera los vecinos de Monteverde, que en los años 70 vieron cómo un grupo de arqueólogos marcaron, excavaron, ficharon, guardaron los hallazgos y se fueron.

El museo de sitio que se prometió, no está.

Las piezas son tan valiosas que ninguna compañía “las quiere asegurar, porque son únicas”, recalca Mario Pino, el investigador de la U. Austral que trabajó junto al arqueólogo estadounidense Tom Dillehay, que lideró los estudios.

Pino, hoy “guardián” de las piezas, hizo una excepción y hace unos días recibió a unos emocionados lugareños de Monteverde que viajaron a Valdivia, solo para cerciorarse de que las huellas de sus antiguos vecinos siguieran allí.

“Vimos costillas y la pisada petrificada”, cuenta Fredy Barría, impactado, de vuelta en su campo en la zona del hallazgo.

“Los que hemos vivido aquí en Monteverde tenemos poca información. Queríamos ver esas piezas, porque no había credibilidad de dónde estaban”, revela Barría.

Vieron solo 7 piezas, “excepcionalmente”, dice Pino, y añade que “hay piezas que yo mismo no veo desde los 70”.

Con radiocarbono dataron en 12.500 años los restos del campamento de doce tiendas. Había estacas de madera, troncos con pieles amarradas, puntas de proyectiles de piedras talladas, palos para cavar, morteros, herramientas de hueso, restos vegetales, 400 huesos de mastodontes y otros animales, además de 38 trozos de carne, 1 cuero de animal, 11 especies de papas silvestres y 3 tipos de algas exóticas.

Incluso, la huella de un pie pequeño sobre la greda junto a restos de una fogata.

“Es lo más temprano en Sudamérica”, destacó Dillehay desde EE.UU. A su juicio, la preservación del yacimiento se vio favorecida “por una turba que lo tapaba y conservó muy bien restos orgánicos que dan una perspectiva amplia de la vida del pasado hace 12.500 años”.

Sin lugar

Pese a la relevancia científica mundial, Chile no muestra a nadie el afamado hallazgo arqueológico. No hay un lugar.

Existe una Fundación Monteverde y hay un proyecto de museo, hace unos años valorado en $6 mil millones, pero nunca se ha podido concretar.

La explicación ha sido falta de fondos, a lo que se suma ahora otro problema: caducó la concesión marítima que tenía el municipio de Puerto Montt para levantar un museo en la costanera.

Dillehay ha acusado “falta de interés en el museo y falta de visión cultural”.

El ex alcalde Rabindranath Quinteros advierte una “desidia general” y afirma que el tema debe ser “un proyecto nacional” porque es imposible abordarlo con fondos regionales.

De nuevo, el alcalde Gervoy Paredes tramita la concesión marítima para el museo de la costanera y su municipio trabaja con la comunidad de Monteverde. Pronto, la zona del hallazgo tendrá señalética y contará algo de la historia. Pero faltará lo que dicen las 700 piezas guardadas.

VALORIZAR

En el Consejo de Monumentos piensan poner en valor el sitio con un museo. Pero el lugar es de privados.