El Mall, ¿nuevo espacio urbano?

Imagen vía Flickr por Roberto Verzo

Hace algunos días se difundió en la prensa el resultado de un ranking latinoamericano que señala que Chile es el país que tiene más metros cuadrados de mall por cada 100 habitantes, lo que en términos prácticos significa que por cada 100 personas hay construidos 15 m2 de centros comerciales.

Hoy, estos espacios ampliamente criticados por su tipología constructiva, relación con el entorno, espacios de sociabilización y origen basado en el consumo, se han convertido en los espacios más demandados de la ciudad, irguiéndose inclusive en algunos casos, como nuevos espacios de urbanidad y de encuentro.

¿Qué nos delata esta cifra en términos urbanos?

1) El mall se ha homologado a un gran espacio urbano.

Los malls nacen con la idea de la homologación de la calle corredor comercial, lo que significa que tienen en su origen la necesidad de adecuarse a las demandas de los paseantes, incorporado lo que busca el usuario: es un espacio (de uso) público, que permite el comercio. A esto se han añadido otras funciones que son propias de los espacios públicos como el desarrollo de la sociabilización y los lugares de encuentro, disfrute u ocio. Por otro lado, la buena conectividad y ubicación de sus instalaciones, la eterna primavera en su interior, seguridad, variedad de productos y nuevos programas, han superado en muchos casos la funcionalidad de las calles o centros urbanos que tienen carácter comercial.

El mall nacido en los suburbios norteamericanos, primero se trató de un lugar que buscaba captar el incremento de los flujos que se realizaban a través del automóvil. En este sentido, los malls se hicieron cargo de las nuevas tendencias de urbanización por extensión, ya que el uso del automóvil durante la post guerra, significó una nueva forma de abarcar el territorio construido de la ciudad.

Boulevares, grandes avenidas, comercio de lujo y espacio para el automóvil fueron algunas de las características que definieron el éxito de las primeras tipologías de mall que se construyeron. Sin embrago este primer modelo dista bastante de lo que hoy se conoce como concepto del mall, ya que a pesar de que se construye con la lógica de la incorporación del automóvil, su diseño permitía abarcarlo también desde la lógica peatonal. Por otro lado, las nuevas tecnologías de climatización de los espacios, mecanización de los cambios de nivel y una nueva lógica funcional, propiciaron una nueva manera de concebir los espacios de consumo. Percibir los espacios de manera artificial era parte de este nuevo diseño, ya que a pesar de que hubiera frío o calor, los visitantes permanecerían en su interior a una temperatura estable y confortable.

Existe en la actualidad una deuda con los centros comerciales de las ciudades chilenas en términos de seguridad, nivel de las instalaciones y accesibilidad desde otros puntos de la ciudad, que permitan la competencia de estos lugares respecto a las tipologías comerciales o los malls que responden de manera funcional a las necesidades de sus usuarios.

2) La ubicación de algunos malls puede incidir en la reconversión urbana

Si bien el mall se inicia como una tipología orientada hacia la construcción en la periferia, en las ciudades chilenas se ubica al interior de varias ciudades. En Santiago por ejemplo, se ubican cercanos a grandes concentraciones de oficinas o servicios terciarios, de manera de tener una demanda segura.

La aparición de la figura del mall en Chile –sin considerar las tipologías comerciales anteriores que antecedieron al mall como los caracoles o el Apumanque-, se produce el año 1982 con la inauguración del Parque Arauco, ubicado en la periferia con mayores ingresos de la ciudad. Su diseño era básicamente una adecuación del modelo norteamericano que contaba con dos tiendas anclas y una serie de tiendas de menor magnitud. Hoy el proceso de evolución que han tenido los malls en Santiago, considerando sobre todo los casos emblemáticos del Parque Arauco y el Plaza Vespucio, evidencian que se puede relacionar el concepto de reconversión urbana con el desarrollo constructivo de estos espacios.

El mall Plaza Vespucio, por ejemplo, ubicado en el Paradero 14 de Vicuña Mackenna, se ha ido incorporando al flujo de personas y comercio circundante en el sector, hibridándose los límites entre el espacio público y el espacio privado. Los espacios de uso público que se encuentran al interior de los límites privados, se convierten en espacios de encuentro en distintos ámbitos sociales: estudiantes, oficinistas, comerciantes, entre otros. Esto se produce por razones culturales, morfológicas y funcionales, que coinciden en primera instancia –a comienzos de los años 2000-, con la llegada del metro en la línea 5 a las cercanías del mall, mediante un proceso de apertura morfológica del espacio del mall a través de la construcción de Las Terrazas, espacio que comienza a funcionar como boulevard. La vinculación del mall con un importante conector de flujos como es el metro, ha posibilitado en este caso, la potenciación de un entorno urbano que crece en torno a los servicios que ofrece el mall.

3) Existe una obsolescencia funcional de antiguos sistemas de comercio tradicionales

Apoyados desde la academia pero reemplazados por las nuevas pautas de consumo, las formas tradicionales de comercio en Santiago como galerías, caracoles y calles comerciales, no han sido parte de una gestión lo suficientemente hábil como para dar cabida a las nuevas demandas de los ciudadanos. El mall fue adaptándose a las transformaciones que la ciudad demandaba y el comercio tradicional no pudo alcanzarlo.

Las últimas encuestas sobre seguridad y victimización han producido un cuestionamiento en torno a la utilización del espacio público y su rol dentro de la sociedad. En este sentido, la percepción social sobre el concepto de vigilancia, ha variado en cuanto a las apreciaciones vinculadas al control y represión. Hoy pareciera que las personas están dispuestas a perder parte de su ámbito privado, a cambio de tener más seguridad. El mall permite mediante códigos ni tan sutiles ni tan explícitos, entregar un sentido de seguridad a sus usuarios. Cámaras de seguridad, guardias y control de admisión sobre el espacio, son claves que respaldan en términos de seguridad a este lugar por sobre el comercio tradicional en nuestras ciudades.

Nuevos tipos de actividades se han incorporado en los malls como un factor de diferenciación en relación al comercio minorista. Los malls no sólo consideran espacios para la comercialización, sino que cada vez es más común ver clínicas médicas, oficinas públicas, salas de exposiciones, y hasta centros educacionales e iglesias, lo que asegura un constante flujo de personas a lo largo del día.

El hecho de que como sociedad prefiramos los malls como lugares frecuentes para efectos de consumo de bienes, posiblemente tiene que ver con la falta de otros espacios en la ciudad que permitan el desarrollo de estas actividades, por lo que será necesario tomar ciertas medidas desde las formas tradicionales de comercio como asociaciones efectivas del comercio minorista; posibilidades de gestión de los espacios; garantías de seguridad y control social; nuevos usos y programas; o atención en el espacio público.

Si bien el anuncio de los 15 metros cuadrados de mall por cada 100 personas, posiblemente ha provocado un severo cuestionamiento sobre la propagación de esta tipología, es necesario como sociedad preguntarnos de qué manera las formas tradicionales de comercio que han dado identidad a nuestras ciudades, pueden competir en la actualidad con la figura del mall y de qué manera las preservamos.