Se extingue emblemática especie arbórea de la capital

Los olmos están librando una dura batalla en plazas y calles, por una plaga que no les da tregua.

Por Marcela Cerda, La Tercera.

Se presume que fueron unos 2000 cuando un insecto conocido como “vaquita del olmo”, llegó a Santiago para afectar a los tradicionales olmos de las calles y plazas de la ciudad.

El Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) indica que este escarabajo llegó presumiblemente desde Argentina y atacó las hojas de la especie, dejando sólo la nervadura. Resecó el follaje, debilitó sus ramas y los árboles corrían peligro de caídas. Por esto,varios municipios debieron cortarlos para velar por la seguridad de sus vecinos.

Los olmos llegaron de Europa hasta los patios de las casonas de Santiago, pero luego se plantaron en espacios públicos, “especialmente en comunas como La Reina, Las Condes, Macul y Ñuñoa”, señala el jefe de vigilancia forestal del SAG, Juan Miguel Valenzuela. Con la arremetida del insecto comenzaron a desaparecer de las calles.

Combate sin cuartel

Pese al plan de fumigación de varios municipios, la degradación de los olmos fue irreversible y debieron reemplazarlos por otras especies.

“El SAG sólo tiene atribuciones para tratar las plagas que atacan áreas productivas de la economía, y no especies ornamentales como los olmos”, aclara Valenzuela. Y agrega: “Lo ideal sería hacer un plan de manejo que abarcara todas las comunas, porque si se hace una fumigación en un sector, la vaquita se traslada a otro lado”.

Rodrigo Abrigo, director del departamento de Aseo y Ornato de La Reina, cuenta que pese a que esta especie representa sólo el 2% de los árboles de sus espacios públicos, es muy característica de la comuna. “Tenemos olmos en el eje Onofre Jarpa, en la plaza Chile-Perú y en Clorinda Henríquez. Hemos fumigado, pero sin resultados”, explica. Es por eso que en varios sectores tuvieron que sacar estos árboles. En la plaza Chile-Perú, un 90% de los olmos fueron reemplazados por peumos, quillayes y maitenes este año, señala Ábrigo.

Lo mismo sucedió en Macul, donde existe la calle Los Olmos. “Hemos tenido que ir sacando varios ejemplares, porque no hay fondos para hacer un programa integral. Hace unos años tuvimos contacto con la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Chile, que estaba desarrollando un producto contra la vaquita, pero no pudimos financiarlo”, cuenta Juan Carlos Manríquez, de la dirección de Aseo y Ornato de Macul.

En la plaza Ñuñoa, en Campo de Deportes y en Amapolas , la especie abunda. Cuando las autoridades sanitarias de la comuna se dieron cuenta del problema, fumigaron cerca de 800 especies y hoy cerca de 650 siguen vivos. Fue necesario gastar $15 millones sólo en seis aplicaciones, según describe el director de Medio Ambiente de Ñuñoa, Eduardo Apuente.

Las Condes está tratando de mantener vivos esos especímenes, que en el parque Los Dominicos y la Av. Presidente Errázuriz alcanzan los 20 metros. “Hasta les hemos echado agua a presión para botar los bichos. Pero mejor nos resultó un programa con el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, INIA, que controló al escarabajo con un hongo”, dice el jefe del departamento de Parques y Jardines, Juan Carlos Solís.