La ciudad empieza en mi casa

Por Areli Carreón vía Transeunte México

Toda ciudad contiene las semillas de su transformación, palpitando en los corazones y casas de sus habitantes. Aún la gigantesca Ciudad de México, con su aire contaminado, su velocidad promedio de 15 km por hora, sus embotellamientos kilométricos, sus 16 horas “pico” y sus vías “rápidas” convertidas en estacionamientos, tiene la potencia de ser una ciudad más humana y hermosa para vivir.

Este cambio radical y sin embargo, posible, no depende únicamente de los políticos y los funcionarios: la transformación más importante empieza en cada uno de sus habitantes.

Las decisiones que cada uno de nosotros toma sobre en dónde vivir, en dónde trabajar, a qué escuela atienden los hijos, en dónde se realizan las compras, en dónde se convive, juega y recrea, definen la forma en que se construye y se vive la ciudad. La decisión sobre cómo nos transportamos cotidianamente define cómo vivimos.

Quienes decidimos activamente no usar el automóvil mas que para lo absolutamente indispensable, como hacer compras, transportar a la familia o realizar una mudanza, vivimos en una Ciudad de México hermosa. No perdemos nuestro tiempo, dinero y calma encerrados en él. Conocemos nuestros barrios y a nuestros vecinos. Aprovechamos nuestro tiempo para disfrutar, descansar y convivir. Cuando es necesario emprender un viaje a través de la ciudad, lo hacemos con curiosidad y gusto. El auto es un territorio en el que se está unas cuantas horas, de vez en cuando, y no una extensión del cuerpo o de la casa. El auto es una máquina que te sirve, no una prisión que te limita. Quienes usamos el auto una sola vez a la semana, transformando el “Hoy no circula” en “Sólo hoy circula” liberamos tiempo, recursos y energía para disfrutar de la ciudad, no nada más para sobrevivirla, y en el proceso construimos una ciudad más humana para nosotros y los demás.

Usar el transporte público o mejor aún, usar una bicicleta para transportarse, libera y da alas para conocer “las otras” ciudades de México: la de los palacios, la histórica, las vernáculas, las prehispánicas, las indígenas; las diversas, pluriculturales, incluyentes ciudades de México, cada una con su identidad y sus comunidades vivas. La bicicleta, caminar y el transporte público son una herramienta que ayuda a construir el cimiento más importante de la ciudad: las relaciones entre las personas, el tejido social, la cultura y convivencia urbana.

La auto-limitación racional del uso del coche, adoptada activamente por los ciudadanos, es la decisión cotidiana más poderosa y crucial para transformar la ciudad. Ningún proyecto, ninguna inversión, ningún programa de gobierno puede hacer tanto por cada uno de nosotros y por toda la ciudad, como tomar esta decisión. Cómprate unos tenis, una tarjeta de metro y una bici, y empieza desde hoy a construir una ciudad más humana.