En menos de 30 días, Metro sufre dos descarrilamientos en talleres de mantenimiento

“Caja negra” que llevan los convoyes permitirá revelar las causas de que un tren que se probaba en el taller Lo Ovalle no frenara y terminara en el patio del condominio Foresta Plaza, San Miguel.

R. Cerda, S. Sottorf y R. Vergara El Mercurio

A las 09:40 horas de ayer, un estruendo sorprendió a los vecinos del condominio Foresta Plaza, ubicado en la esquina de Gran Avenida con Lo Ovalle, en San Miguel. Lo primero que a muchos se les ocurrió fue pensar en noviembre del año pasado, cuando 200 kilos de hormigón (que se usaban en las obras de la segunda etapa del conjunto habitacional) cayeron a centímetros de una mujer que paseaba por la vereda a su hijo.

“Pensamos que algo había pasado de nuevo en esa construcción, pues fue un ruido muy fuerte. Nos imaginamos una especie de derrumbe o explosión”, afirma la vecina María Chinchón. Cuando, tras el impacto, los trabajadores de la obra comenzaron a gritar, el temor la invadió: “Me imaginé lo peor, así que sólo atiné a salir de mi departamento”.

Lo que vio fue absolutamente sorprendente: en medio de una nube de polvo, un tren del Metro yacía en mitad del estacionamiento del condominio, a un costado del edificio de 20 pisos que habita Chinchón. Había dañado tres autos, aplastado un cuarto y destruido parte de la plaza de juegos para niños.

El convoy, un Alstom NS 93 (fabricado en Francia en 1993), de seis vagones, había ingresado al taller de mantención de Lo Ovalle por una falla de tracción en uno de sus motores. Cuando era sometido a pruebas -y por razones que aún no se aclaran- la máquina no logró frenar su carrera y, a una velocidad de 30 km/h se salió del riel, traspasó el sistema de contención (una masa de arena) y rompió la pandereta que separa el recinto del condominio.

Según el administrador del condominio, Jorge Lespinacce, tras el impacto, el conductor del tren abandonó la cabina y salió raudo del condominio para volver al taller: “Iba muy nervioso. Sólo dijo que los frenos fallaron y por eso el tren no paró”.

Óscar Nieto fue el primero en tuitear el accidente. Desde su departamento en el piso 20, este microempresario posteó: “Metro se salió a mi edificio, urgente”, junto a una impactante imagen que tomó con el celular que mantuvo en su mano cuando salió a ver qué había pasado. “Lo Ovalle, Gran Avenida, no lo puedo creer. Mi camioneta se salvó por metros”, agregó luego, cuando la noticia se propagaba con fuerza.

Solange Véjar no tuvo la misma suerte. Su Fiat Siena quedó bajo el tren. Pero se siente afortunada: en sólo 10 minutos ella, embarazada de casi nueve meses, bajaría al estacionamiento para partir con su marido a la clínica. De hecho, afortunadamente, no hubo lesionados a causa del accidente. “La intención de nosotros no es lucrar con esto. Lo único que queremos es que nos respondan por los daños ocasionados y que tomen medidas, porque alguien podría haber muerto”, dijo Véjar.

En tanto, el fiscal Juan Pablo Palma ordenó a la SIAT y Labocar de Carabineros hacer una serie de peritajes para definir si hubo delitos en el hecho. Según trascendió, es posible que el caso sea derivado a los juzgados de policía local porque sólo hubo daños materiales y debido a que, en principio, no habría intencionalidad previa

Clave para esclarecer lo ocurrido será la “caja negra” del tren descarrilado, un dispositivo de 10 por 20 cm que va instalado en los vagones centrales y que registra una serie de datos mientras el tren está en movimiento. “Esa información ayudará mucho para saber si fue un error mecánico o humano. Es decir, si se aplicaron los frenos a destiempo o si no respondieron”, explicaron expertos de la empresa que llegaron al condominio.

El accidente permitió sacar a la luz un hecho similar ocurrido hace unos 30 días los talleres San Eugenio. Según una denuncia del diputado Leopoldo Pérez (que Metro confirmó más tarde) un convoy tampoco frenó y terminó destruyendo un muro de tabique del taller. Como fue un tema interno, la empresa no dio a conocer el hecho entonces.

Por lo mismo, López anunció que la comisión de Transportes de la Cámara Baja citará, la primera semana de marzo, al presidente de Metro, Fernando Cañas, para que entregue detalles sobre los protocolos de seguridad de la empresa. Por lo pronto, la firma retirará con una grúa el tren y se comprometió a pagar los daños ocasionados.

INVESTIGACIÓN
Metro contratará a la empresa francesa Systra para indagar las causas del accidente.
Accidentes similares han ocurrido en las líneas 1, 2 y 4 del ferrocarril urbano

21 DE JUNIO DE 2002

Un tren se descarriló al ingresar a la estación Las Rejas, Línea 1, cuando iba de oriente a poniente. Los 14 pasajeros que venían a bordo quedaron atrapados durante algunos minutos. Fue el primer accidente de este tipo en el metro y lo causó una rueda mal alineada.

4 DE AGOSTO DE 2008

Un tren detenido en la estación Príncipe de Gales, de la Línea 4, que trasladaba a 300 pasajeros rumbo a la estación Plaza de Puente Alto, fue colisionado a las 9 de la mañana por otro tren que era operado manualmente y sin usuarios al taller de estación Quilín.

10 DE FEBRERO DE 2008

El segundo descarrilamiento en la historia del metro se debió a una falla humana, entre las estaciones Santa Ana y Los Héroes. Bloqueó la Línea 2 e interrumpió el servicio por 20 horas. El accidente ocurrió a las 10:15 horas, cuando la máquina venía de su mantención.

3 DE SEPTIEMBRE DE 2009

Un tren se descarriló al salir de las cocheras de la estación Neptuno (Línea 1) sin pasajeros a bordo, a las 06:07 horas. El accidente no provocó heridos, pero causó el cierre de las estaciones San Pablo, Neptuno y Pajaritos, dejando a 40 mil personas sin poder viajar.

En 1981, una locomotora atravesó la Alameda

Un accidente similar al de ayer, pero protagonizado por una locomotora, se produjo el 7 de junio de 1981 a las 19:20 horas de la tarde. Mientras los santiaguinos seguían el partido entre Chile y Paraguay, por las Eliminatorias del Mundial de España 1982, un tren estacionado en la Maestranza San Eugenio se desenganchó y, sin maquinista, inició una descontrolada carrera hacia la Estación Central.

A 70 km/h, la máquina entró al andén 3 del terminal, rompió los topes y terminó atravesada en plena Alameda. Gracias al bajo flujo de personas y vehículos, a causa del partido, el accidente no provocó heridos, pero causó daños en la acera y pavimento de la principal arteria capitalina.

La causa fue una falla en el sistema de frenos, según la Empresa de Ferrocarriles del Estado. El personal del convoy descendió de la máquina para informar la falla, y acto seguido el tren se puso en movimiento.

El ruido es la principal queja de quienes habitan en las cercanías de los talleres

Pese al accidente de ayer, muchos vecinos de la estación Lo Ovalle aseguran que la proximidad de los talleres de Metro no representaba mayores inconvenientes. Incluso, muchos residentes nunca se percataron de que la división entre su condominio y las instalaciones del tren subterráneo era sólo una pandereta.

“Nunca hemos tenido ninguna incomodidad. De hecho, la obra de al lado molesta más”, afirmó Andrea Pacheco.

Lo mismo sostuvo Emilia Arriagada, vecina del condominio afectado.

“Llevo cuatro años acá y nunca hemos tenido ningún problema, pues las cocheras de Metro están varias cuadras más allá. Lo que hay más cerca son unas oficinas, pero nunca nos habíamos percatado del peligro”, reconoció.

Sin embargo, y en vista de lo ocurrido, varios vecinos del condominio Foresta Plaza plantearon la necesidad de cerrar los talleres de Metro. “Esto es un peligro, así que lo mejor sería que se fueran”, sentenció Raúl Martínez.

En otras áreas

Al costado de la estación Neptuno, en la comuna de Lo Prado, funciona un taller de Metro que ocupa toda una cuadra. Con los vagones pasando por la mitad de lo que sería una manzana, los vecinos no han sentido peligro en ningún momento.

“Sabemos que están acá y que son del Metro, pero como queda tan lejos de las veredas y de las calles, los sentimos muy poco y no nos preocupa”, dice Rosa Abarca sobre el recinto que cobija a vagones de la Línea 1.

Un ejemplo distinto ofrece la estación Ñuble, en Ñuñoa. Vecinos del conjunto de edificios San Eugenio, al oriente de la Línea 5 del Metro y de la maestranza con el mismo nombre, reclaman que han convivido durante años con el ruido y las molestias.

“Desde que pusieron cocheras más cerca del edificio, unos cuatro años atrás, la bulla es insoportable. Los mismos choferes empiezan a tontear y a poner música en la noche, tocan sirenas y se hacen los chistositos moviendo los carros”, denunció Cristián Vergara, miembro del comité administrativo del lugar.

Lo sucedido en la estación Lo Ovalle fue seguido con atención por el mencionado vecindario ñuñoíno, que ahora ve el peligro como algo inminente.

“La verdad es que no lo teníamos en cuenta, pues lo que más nos molestaba era el ruido. Con esto, tenemos más incertidumbre. Nos comunicaremos con los abogados de nuestra comunidad y veremos como protegernos para que no pase algo parecido”, recalcó Vergara.

Vecinos: de la sorpresa a la molestia

ORIETA QUINTEROS

“Estoy impactada por lo sucedido porque el auto -Kia Morning 2012- lo tenemos hace poco. Preferimos dejarlo en la casa para que no le pase nada y resulta que me llaman al trabajo para decirme que está totalmente destruido por un tren del metro. Esto es impactante y espero que la empresa responda por los daños”.

EMILIA ARRIAGADA

“Ayer (martes) a la misma hora había varios niños en los juegos infantiles, y hoy (ayer) resulta que en el mismo lugar hay un tren. Si esto hubiera pasado ayer, estaríamos llorando a los hijos de varios vecinos que viven en este edificio. Aún no entiendo como ocurrió y espero que las autoridades respondan”.