Abren museo sobre el gran terremoto de 1960 en islote de 20 hectáreas en el río Valdivia

Restos de edificios, fotos, maquetas y planos muestran las causas y efectos del mayor sismo registrado en el mundo: 9,5° Richter.

(El Mercurio – 30/09/11)
Por Nicolás Gutiérrez

Macizos muros de concreto que sobresalen dos metros desde el suelo y máquinas para procesar semillas o fabricar cal son parte de las escasas muestras que quedan del ajetreo que se vivía hasta el 22 de mayo de 1960 en el islote Haverbeck, ubicado en el río Valdivia y a 80 m de distancia de la orilla de esa ciudad.

Hasta mayo de ese año, la Naviera Haverbeck, que llevaba el apellido de sus dueños, ocupaba las 20 ha en que vivían 200 personas, entre empleados y sus familias. Tras el terremoto y posterior desborde del lago Riñihue, el islote desapareció bajo el agua. Y con éste, la escuela, las casas, la lechería y las naves.

A comienzos de la década de 1990, el islote fue levantado más de un metro sobre el agua, con relleno de sedimentos del mismo río. Y desde principios de este mes alberga al Museo Archivo del Terremoto y Tsunami de 1960, el primero enfocado específicamente en este cataclismo.

Allí se ven claramente los vestigios del hundimiento del terreno. Excavaciones muestran partes de las antiguas construcciones de la naviera, y algunos de sus muros más altos sobresalen sobre la superficie del relleno. Lo mismo ocurre con la antigua copa de agua que resistió el terremoto, y se rescataron decenas de viejas máquinas.

Todo esto en un recorrido diseñado al aire libre. A esto se suma una serie de paneles que describen el origen de la Tierra, la separación de los continentes, la dinámica de las placas, la subducción y la historia sísmica del mundo, hasta llegar a 1960.

A partir de ese punto, la muestra se traslada a una sala instalada en el parque. Ahí hay una colección de fotografías del terremoto de ese año y su impacto en Valdivia, planos que muestran la situación en que quedaron sus suelos tras el cataclismo, y un relato día a día de los hechos que ocurrieron en esa fecha.

A esto se suma una navegación de una hora previo a llegar al islote, donde se explica a los visitantes la morfología del estuario valdiviano y cómo el terremoto lo modificó. A futuro se pretende instalar un simulador de terremotos. La construcción del museo fue asesorada por el Instituto de Geociencias de la Universidad Austral.

“En países como Japón o EE.UU. hay museos sobre terremotos, y aquí, donde ocurrió el más grande, no había uno. Por eso decidimos crearlo”, dice Rodolfo Boekemeyer, de la empresa Roland, dueña del museo.

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$20 millones

costó habilitar el museo, de propiedad de la empresa Roland, dueña de 18 de las 20 ha del islote. Las dos visitas guiadas que se realizan cada día se venden en la costanera de Valdivia, y tienen un costo de seis mil pesos por persona.