“Construir en zonas de tsunami es un riesgo que se ignoró en la planificación de ciudades”

El arquitecto dejará su cargo en la cartera y asumirá como decano en la Universidad del Desarrollo.

(Diario Financiero – 18/07/11)
Por Bárbara Gutiérrez P.

Pese a que participó activamente en los grupos Tantauco -que elaboraron los lineamientos del programa de gobierno de Sebastián Piñera- el arquitecto Pablo Allard, rechazó inicialmente ocupar un cargo en la actual administración.

Pero el 27 de febrero de 2010, a sólo horas del terremoto y tsunami, el también doctor de la Universidad de Harvard, decidió cambiar de opinión. Allard ya había participado en varios procesos de reconstrucción complejos en la Franja de Gaza en Palestina y en la catástrofe de Vargas en Venezuela. En Chile, durante el gobierno anterior, participó en el trabajo posterior a la erupción del volcán Chaitén y en un comité de expertos que entregó propuestas para el Transantiago.

Desde el 11 de marzo se desempeña como coordinador nacional de Reconstrucción Urbana, Territorial y Patrimonial en el Ministerio de Vivienda. Pero esta etapa también, está a punto de culminar.

– ¿Cómo ha avanzado el proceso de reconstrucción? ¿Está tan rezagado como dicen?

– Hay una percepción de un rezago o un supuesto atraso en la reconstrucción pero la realidad es otra. Las reconstrucciones son procesos lentos. La experiencia internacional muestra como exitoso lo ocurrido en el eje cafetero en Colombia o en Kobe, Japón, en ambos tardaron más de cuatro años, y estaban acotadas a una sola región. Aquí estamos hablando del terremoto más disperso de la historia. Nuestra meta es muy ambiciosa, a cuatro años de tener el 100% de las viviendas reparadas o reconstruidas. Además, hemos ido cumpliendo nuestras metas. Donde vamos más lento es en la percepción de los damnificados.

– ¿Por qué ocurre eso?

– Porque cuando una persona está sufriendo el desplazamiento o está en una vivienda de emergencia con dos inviernos sobre ellos, claramente hay una mayor ansiedad por una solución.

– ¿Y por qué no se puede ir mas rápido en ese sentido?

– Porque tenemos que ser tremendamente escrupulosos en la asignación de recursos de todos los chilenos. Pasó con las mediaguas que fue un éxito entregar 80 mil en menos de 6 meses, pero surgieron las críticas de que se usaban como gallineros o que se vendían en el mercado negro porque la gente no las necesitaba. Te podrías dar el lujo con una mediagua porque era una emergencia, pero cuando se trata de reconstrucción definitiva, no puedes equivocarte.

– ¿En qué han topado?

– La industria de la construcción de vivienda con subsidio en Chile se había especializado en conjuntos de viviendas en la periferia donde se hacía el negocio del suelo y luego por economías de escala, se instalaban faenas y se construían 200 casas, todas iguales. Pero aquí está disperso en todo el territorio, ese modelo no funciona por costos de logística, traslado y accesibilidad. Por eso hemos invitado a la innovación, viviendas industrializadas, prefabricadas, bolsas de subsidios por localidades para que todas las familias que tienen un subsidio se agrupen y lleguen las empresas a ofrecerles la mejor casa y así garantizar que esa empresa pueda tener un volumen suficiente para entregar la solución. Lo hermoso de esto es que va a haber una post reconstrucción que resolverá temas que estaban pendientes en la política habitacional, que era la vivienda rural.

– El país no estaba preparado…

– Por resistencia de edificaciones construidas, Chile sí estaba preparado para un sismo de esta magnitud, son muy pocas las que fallaron. Pero en lo que nadie reparó es que no teníamos ninguna norma para construir en zona de riesgo de tsunami. Somos un país costero y los mapas de riesgo de tsunami no eran información relevante en los Planos Reguladores, éramos un país que le estaba dando la espalda a un riesgo inminente, lo habíamos ignorado en los instrumentos de planificación territorial, en la forma de hacer ciudades.

– ¿Cómo se abordará de aquí en adelante?

– Una opción era definir la mancha roja de riesgo y todos los que viven en la zona se van, lo que es inviable política, económica y socialmente, porque las comunidades costeras tienen que estar en la costa; pero tampoco podíamos hacer vista gorda y que se siguiera habitando en forma irregular esa zona. Así que además de contratar estudios de riesgo, desarrollamos 25 Planes Maestros de Borde Costero cuya idea es definir obras de infraestructura que permitan disminuir esa mancha. Los planes van desde Juan Fernández a Lebu y se define cuáles son las obras de infraestructura, parques de mitigación de tsumani que bajan la energía, altura y velocidad de la ola y zonas especiales, que, en definitiva, se van a mojar, pero no destruiría la vivienda –tsunami resiliente- y se entregarán subsidios especiales para poder reconstruir viviendas sólidas para que las familias evacuen cuando la ola entre, pero causando un daño menor y al día siguiente, puedan regresar las familias. Esos planes maestros no sólo reducen el riesgo, sino que llevan a reconstruir el casco urbano de estas ciudades solucionando otras carencias de las comunidades. A estos 25 planes se le suman 2 más interiores y 110 Planes de Regeneración Urbana de Localidades Intermedias. Este es un ejercicio inédito y lo queremos aplicar más allá de la reconstrucción en localidades que no sufrieron con el terremoto.

– Entonces, al 2014, ¿El gobierno podrá revertir la imagen que existe sobre la reconstrucción?

– Estoy absolutamente convencido que al final de este gobierno, la evaluación de la reconstrucción va a ser muy positiva. La reconstrucción de viviendas y ciudades hacia el cuarto año del terremoto mostrará la capacidad del país de cumplir con la meta de 220 mil familias con sus viviendas construidas o reparadas.