La ciudad en el cine: District 9, 2009

Vía imdb.com

Esta es una película de marginalidad y segregación. Puede parecer fuerte, pero se puede reemplazar cualquier minoría social o étnica por los personajes alienígenas de la película y la historia es una clara muestra de cómo somos capaces las comunidades de segregar, clasificar y cargar de valores negativos a un grupo más débil, o simplemente diferente.

La cinta, presentada como si se tratase de un documental, fue dirigida por Neill Blomkamp, un joven director nacido en la misma ciudad que sirve de escenario al filme: Johannesburgo.

Treinta años lleva anclada al sobre la ciudad una nave extraterrestre, en la que viajaba una raza de seres con aspecto de langosta. La situación ya se ha hecho insostenible para los habitantes de Johannesburgo, que demandan en revueltas populares el traslado del barrio miserable de alienígenas que se ha instalado justo bajo la nave.

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El campamento partió primero como un sitio provisional de refugiados, luego de que las fuerzas del orden desalojaran la nave. A los extraterrestres trasladados desde la decadentes condiciones de vida al interior de la nave se les dio un suelo, asistencia médica y humanitaria, comida y apoyo social.

Lo interesante de este argumento, como lo indica uno de los diálogos de la película, es que a los entrevistados les sorprende que  la nave no se haya posado en otro lugar más importante, sino en Johannesburgo, una ciudad del tercer mundo. Aquí un detalle que hace que District 9 se diferencie de otras películas de similar género: los grandes ataques extraterrestres, las invasiones a gran escala, suelen ser enfrentadas en el imaginario fílmico en las grandes urbes, en los centros económicos y políticos de países poderosos: algún ejemplo de ello son Independence Day (1996) o The day the Earth stood still (2008).

Aquí la centralidad se le da a los usualmente desplazados. Esta ciudad entonces, poco tematizada en el mainstream cinematográfico, se vuelve un escenario muy particular para el desarrollo de la trama: los alienígenas son, entre la población sudafricana, los más pobres entre los pobres, los miserables entre los miserables, los más desplazados de entre los desplazados.

Aún estos habitantes de un país del África subsahariana se transforman en civilizadores y salvadores, al figurar como los rescatistas de una especie que se hallaba desnutrida y enferma. De pronto, el campamento de ayuda humanitaria, emplazado en el centro de la trama urbana, crece y se semi-formaliza, hasta formar un barrio muy pobre, de casuchas y calles polvorientas, temido y odiado.

En una de las escenas presentada como una entrevista a los habitantes de la ciudad vemos el rechazo de los habitantes humanos. Y lo curioso es ver cómo los más desplazados en la sociedad global se vuelven hostiles a esta especie débil: “Gastan tanto dinero teniéndolos ahí, dinero que podrían gastar en otra cosa… Al menos nos mantienen separados.” Sólo esa frase ya es concluyente, y sintetiza el terror y la hostilidad a lo desconocido, que se refleja en la intervención urbana de la ciudad, a través de este barrio cercado con alambradas, vigilado y constantemente intervenido por la fuerza policial, al que fueron confinados los gambas.

Vía imdb.com

Y el “for human use only” se replica en lugares de la ciudad, y nos recuerda, por ejemplo la época en que los autobuses en Estados Unidos tenían asientos seleccionados, en que los bares eran sólo para negros o sólo para blancos. Esta división de la vida en la ciudad se manifiesta siempre en términos sociales y espaciales. En muchas ciudades del mundo, que van recibiendo inmigrantes de otros países y culturas, tienden a formarse estos grupos segregados y muy marcados de habitantes, con zonas específicas de una u otra nacionalidad. Desde las antiguas villas o colonias de ilustres inmigrantes, hasta los actuales vecindarios, muchas veces marcados por el pandillaje, las ciudades siempre han tenido que adaptarse, y lidiar, con el tema de las distintas culturas conviviendo en una misma estructura urbana.

Johannesburgo no es la capital de Sudáfrica, pero sí la ciudad más poblada y la sede de la Corte Constitucional. Según proyecciones del censo de 2001 en ese país, se estima que el área metropolitana (la ciudad misma más otros distritos circundantes) supera los 7 millones de habitantes. De su población, el 17% representa una minoría de raza blanca, que vive con los estándares de un país desarrollado, mientras que el restante 73% de raza negra vive en una ciudad tercermundista.

La historia de la ciudad, así como de muchos países del África subsahariana, lleva inscrita esta dinámica de segregación y control del más fuerte que se ve en la película. La ciudad fue fundada en la década de 1880, cuando el descubrimiento de oro en una zona cercana desató la fiebre. La disputa por el poder entre Bóers (habitantes blancos que ocuparon antes la zona) y británicos, que venían por el control del oro, terminó con un triunfo para  estos últimos: el gobierno desde entonces instauró severas políticas de aislamiento racial.

Vía africafellowship.org. Barrio marginal de Soweto

El apartheid dejaba a negros e indios con una gran carga tributaria, además de excluirlos de los trabajos profesionales. Ello significaba relegarlos al trabajo en los cultivos y minas de oro. También se instituyó un sistema de reubicación forzada, moviendo a la población de ascendencia no europea: así se creó el extenso barrio de tugurios de Soweto, una de las zonas donde se obligó a los negros a vivir durante el apartheid.

Luego de desórdenes sociales y sangrientas represiones, en febrero de 1990 se abolió el apartheid, y las elecciones de 1994 dejaron al país libre, en teoría, de leyes discriminatorias. Los pueblos de gente negra se integraron al sistema de gobierno municipal, pero los nuevos problemas de una gran ciudad, como el transporte público inadecuado, el desarrollo de poblaciones suburbanas más beneficiadas y la migración en busca de trabajo han seguido ocasionando desigualdades e injusticias sociales y urbanas.

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En District 9, el Departamento de Asuntos Alienígenas del gobierno se dispone a desalojar a los foráneos: 1,8 millones de gambas, movidos desde la ciudad a un lugar “mejor y más seguro”, a 200 km de Johannesburgo. Construyen instalaciones nuevas, lejos, y la población de la ciudad vivirá “más feliz y más segura”. Todo ese panorama de mayor seguridad y mayor felicidad pertenece al discurso oficial, del funcionario del gobierno elegido para encabezar la operación. Se trata de Wikus Van De Merwe, un personaje que, por lo que vemos en la cinta, es la única persona que parece lo suficientemente ingenua como para avalar y trabajar con este falso discurso conciliador.

Vía imdb.com

Lo cierto es que, en vez de traslado, esta es una operación de erradicación, para trasladar a los extraños a otro campo cercado y vigilado, pero fuera de la trama urbana, a unas especies de tiendas que parecen iglús anticépticos de plástico y en ningún caso viviendas. Se pretende notificar y solicitar firmas, un procedimiento típicamente burocrático para hacer que la situación no parezca salvaje, que no parezca que se irrumpe por la fuerza, en un hecho muy similar a lo que pasa, por ejemplo, en Avatar (2009).  En esta cinta se habla de una reubicación por medios pacíficos, que termina en exterminio por parte de la entidad que posee el poder hacia otra que se plantea como más débil.

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