Carta de la semana: “Cerros para el Bicentenario”

Cerro San Cristobal

Las ideas en torno a cómo mejorar el país en términos de paisajismo y urbanismo en el contexto bicentenario, ha estado en la palestra durante varios meses. Esto se puede evidenciar en el gran número de cartas y comentarios que se han publicado en los diarios nacionales al respecto.

La siguiente carta la escribió el arquitecto Julio Poblete. Fue publicada por el diario La Tercera el lunes 6 de septiembre de 2010. En ella se propone una nueva forma de abordar este tema: abundante vegetación en los cerros.

Señor Director:


“Con menos originalidad, pero posiblemente con mayor factibilidad que los ríos navegables o las concesiones de parques en zonas pobres, la idea de plantar con muchos árboles nuestros cerros urbanos y abrirlos al uso ciudadano parece, para mí al menos, algo concreto y potente para la celebración “bicentenaria”.

Tenemos enfrente un horizonte de celebración bastante atropellado por los recientes acontecimientos que han remecido al país y nuestras ciudades necesitan de proyectos nuevos para subir el ánimo y también la calidad de vida de sus habitantes.

Mirando a nuestro alrededor, saltan a la vista formaciones rocosas áridas, faltas de sombra y de uso: nuestros cerros, que bien podrían brindarnos la oportunidad de un gran cambio.

Vivimos rodeados por cerros y cordillera y, sin embargo, no los conocemos, no los miramos y, peor aún, ni siquiera los visitamos. En el caso de nuestro Santiago, es especialmente fuerte su presencia, ya que aparecen conformando el valle y también aislados dentro de él.

¿Qué pasa entonces con nuestra “cultura de cerros”? A pesar de los muchos entusiastas, papás, niños, pseudoandinistas o simples amantes de la caminata, no tenemos como país algo que podamos llamar “cultura de cerros”.

La mayoría de los cerros dentro de las ciudades son hoy propiedad del Fisco o de alguna repartición pública o municipal. Se podría comenzar por elegir uno de ellos por cada una de las principales ciudades de Chile que tengan cerros: el Cerro Blanco o los de Renca, en Santiago; el cerro La Virgen, en Talca; el cerro Ñielol, en Temuco; el cerro Condell, en Curicó, entre otros.

Estos lugares, convertidos en verdaderos parques en pendiente, podrían ser foco preferente para un respiro y mejora del día a día de los ciudadanos.

Los cerros ofrecen múltiples posibilidades a los habitantes urbanos. Tienen la potencialidad de ofrecernos actividades contemplativas, deporte, contacto con la naturaleza, salud mental, aire más limpio, vistas y hasta un escape del mundanal ruido. Todo eso está al alcance de la mano. Además de las mejoras de orden doméstico, ambiental y social para la ciudad, esta iniciativa también permitiría a los chilenos reconectarse con su geografía; aprender a conocerla y leerla, a disfrutarla y a respetarla.

A lo anterior se suma que el desafío más importante para el desarrollo de nuestras ciudades para los próximos 100 años se centrará probablemente en esfuerzos para mejorar la calidad de vida urbana, de acuerdo a la expectativa de un mayor nivel de desarrollo y riqueza del país, así como también a nuestra obligación como sociedad de generar espacios en la ciudad que contribuyan a la equidad urbana y a la igualdad de oportunidades. En este caso, la oportunidad de una ciudad digna.

Abramos los ojos y dejémonos sorprender por la oportunidad que se nos regala al convertir nuestros cerros en atributos urbanos, en lugares de encuentro y de gozo. Ya el intendente Vicuña Mackenna lo hizo hace más de 100 años con el cerro Santa Lucía. Hoy ese lugar es un oasis verde y una célebre postal de la ciudad; otrora, un peñón sin valor. ¿Por qué no reeditar esta notable iniciativa?”

Julio Poblete
Arquitecto