Lecciones del caso Tocopilla para la reconstrucción: a no tropezar con la misma piedra

Tocopilla en Noviembre de 2007. Foto de El Mercurio

Tocopilla en Noviembre de 2007. Foto de El Mercurio

Chile es un país en que las catástrofes naturales no son algo esporádico, sino que hitos que marcan un pulso constante y frecuente en la historia del territorio. Aunque inmersos en las consecuencias del terremoto del 27 de febrero de este año, cualquier otra catástrofe nos parezca lejana, lo cierto es que el fin de semana recién pasado se conmemoraban recién dos años de la erupción del Volcán Chaitén,  y que aunque la imagen de arriba podría ser cualquiera de los pueblos azotados por la catástrofe de febrero, se trata en realidad de las consecuencias vividas en Tocopilla hace dos años y medio con el sismo grado 7.7 en el norte del país.

Hace algunas semanas dimos a conocer el Plan Maestro Ciudad Chaitén desarrollado por el MINVU, como un posible referente para el trabajo que se viene en el desarrollo de planes maestros de las ciudades destruidas; sin embargo, la reconstrucción de Chaitén tiene varias diferencias sustanciales con la situación en el centro sur del país, no sólo en cuanto a escala de la intervención, sino debido a que Chaitén se trata de la fundación de ciudad desde cero y en un nuevo lugar. El caso de Tocopilla parece en ese sentido un modelo interesante de mirar, sobre todo en cuanto a las lecciones que este proceso –aún en ejecución- nos puede dejar, no tanto porque sea una reconstrucción muy exitosa, sino porque en los errores y aciertos que en éste se cometieron pueden encontrarse varias claves para el proceso que comienza en el centro sur del país. Algo de eso repasaré a continuación.

1. La reconstrucción es un proceso largo.

Aunque los plazos puestos por el gobierno quisieran indicar otra cosa, y aunque todos quisiéramos que no fuese así, el proceso de reconstrucción integral de las ciudades y ciudadanías toma un período de tiempo largo; no de uno, ni dos, ni cuatro años; los expertos hablan de entre 5 y 10 años. El terremoto de noviembre de 2007 en Tocopilla, dejó 15 mil damnificados, con el 43% de las viviendas inutilizables y el 45,9%  con daños estructurales; de las 2.084 casas que se deben levantar en Tocopilla, a la fecha (dos años y medios después del terremoto) se han construido 1.005 viviendas, poco menos de la mitad. A este dato, que sólo da cuenta de la construcción de viviendas, habría que agregar el largo proceso de reconstrucción social y productiva de la ciudadanía, tanto o más importante que levantar casas.

Hacer caso omiso al período de tiempo que tomará el proceso resulta un acto irresponsable; esta situación hace que el período de emergencia (que para el gobierno se dio por concluido al cumplirse dos meses de la catástrofe) tome un cariz especialmente importante, entendiendo que se prolongará por más que unas cuantas semanas o meses; si bien el imperativo de “enfrentar el invierno” aparece como una realidad rotunda e incuestionable, la construcción de los espacios de transición deben responder no sólo a aislar del frío y la lluvia, sino a generar espacios para la organización comunitaria, y a la colaboración en un período de abundantes carencias y alta vulnerabilidad. En ese sentido, la segunda lección de Tocopilla va precisamente de la mano del rol de la ciudadanía en la reconstrucción.

Viviendas de emergencia en Tocopilla a 2 semanas del terremoto. Bajo licencia CC vía flickr.com/hrfj

Viviendas de emergencia en Tocopilla a 2 semanas del terremoto. Bajo licencia CC vía flickr.com/hrfj

2. La reconstrucción requiere sociedad civil activa y participante.

Aunque a estas alturas parezca un lugar común decirlo, pareciera que hablar de participación ciudadana nunca estará de más. Elizabeth Jiménez, presidenta de la junta de vecinos de Villa Los Andes en Tocopilla, afirma al diario El Mercurio hace unos días que “si la reconstrucción de Tocopilla será usada como modelo para el sur, las juntas de vecinos deben trabajar, movilizarse y no esperar que la ayuda les llegue. Deben adelantar trámites, como el certificado de demolición”. ¿Qué significa esto? Que en el sin fin de procesos que implica la reconstrucción, no basta con considerar a la ciudadanía para pedirle su opinión acerca de si “le gusta” más o menos un modelo, o de si “está de acuerdo” con una u otra decisión tomada; cuando hablamos de una sociedad civil activa, estamos hablando de una política de reconstrucción que genere los espacios, la información, el traspaso de herramientas, para que las organizaciones locales puedan ir haciendo suyo un proceso desde aspectos tan mínimos como puede ser conseguir cierto certificado.

La crisis del centralismo de la que dio cuenta el terremoto desde el primer día, debiese ser en sí misma una lección acerca de la necesidad imperiosa de democratizar y transferir herramientas a las organizaciones comunitarias desde los gobiernos locales. Lo comentábamos hace algunas semanas en relación al movimiento ciudadano que se ha producido en Talca. Así mismo, la experiencia internacional da cuenta de la importancia de este elemento; la visita de Jahir Rodríguez a Chile, encargado de la reconstrucción de Armenia, Colombia, dejó una importante lección para la gestión de la reconstrucción, en el entendido de que ver la reconstrucción como una oportunidad para el desarrollo sostenible, implica indisolublemente un proceso de fortalecimiento de la organización comunitaria (los invito a ver una entrevista de este interesante personaje, durante su visita a Chile, en este link de Pesquisa.cl)

3. Si queremos ciudades mejores, necesitamos instrumentos mejores.

El proceso de la reconstrucción se podría entender como la suma de, por una parte, el diseño e implementación de planes maestros y de desarrollo para las ciudades, y por otra la gestión de recursos y construcción de nuevas soluciones habitacionales; sobre el primero, se ha hablado mucho en relación al llamado “desembarco” de las grandes empresas en las ciudades y pueblos destruidos, muy bien retratado por CIPER Chile en este reportaje. El plan para el segundo punto, la entrega de soluciones habitacionales, fue presentado hace algunas semanas por el gobierno, y explicado en Plataforma Urbana, pero lo cierto es que  no es mucho lo que se ha indagado acerca de sus repercusiones. Lo interesante aquí es que la estrategia utilizada en Tocopilla tiene bastantes puntos de coincidencia con la actual propuesta, y puede ser por lo mismo mirada desde una perspectiva crítica anteponiéndonos a lo que ocurrirá con esta reconstrucción.

Al igual que en el actual sistema, los sistemas de subsidios con que se han contado para la reconstrucción de Tocopilla, son básicamente los mismos sistemas de subsidio que otorga el MINVU para la construcción de viviendas sociales, con facilidades para su postulación (no se requería ni ahorro previo ni Ficha Social), acompañados de unos modelos de casas por los que cada  vecino podía optar a modo de catálogo.  Una de las realidades con las que se enfrentó el ministerio en Tocopilla, y que sin duda estará presente en el proceso que se comienza ahora, es que buena parte de las viviendas afectadas eran habitadas al momento del sismo por sus dueños y allegados, situación que obligó a hacerse cargo construyendo casas para ambos grupos familiares por separado.

Ahora bien, mucho se ha dicho acerca de las posibilidades de la reconstrucción para construir nuevas ciudades, mejores que las anteriores. En el caso de Tocopilla, utilizando este tipo de mecanismos, ha resultado al parecer una ciudad que dista de ser mejor de lo que fue, y si bien el proceso aún no está concluido, en mi opinión nada indica que esto vaya a cambiar. El principal reclamo hoy de los habitantes de Tocopilla está vinculado a la demora en el proceso, cosa que podría haberse manejado mejor de presentar desde un comienzo una perspectiva temporal realista en que la ciudadanía estuviese involucrada; a estas críticas por parte de los vecinos, se suman las por la falta de cierros, calles pavimentadas o señaléticas, o declarciones como la de la propia Elizabeth Jiménez antes citada, asegurado que “Lo que tenemos ahora no es lo mismo, pero sí es digno”. Y ciertamente ese “no es lo mismo” no significa una ciudad “mejor que las anteriores”.

La tesis con que se presenta el Pabellón de Chile en Expo Shangai, afirma que Chile quiere explorar y aportar nuevas perspectivas para reenfocar el proceso de construcción de ciudad, y una seguidilla de afirmaciones con las que resulta muy fácil estar de acuerdo; pero resulta también que observando los mecanismos a los que se está recurriendo, y los resultados que los antedicen, dicha sentencia resulta algo lejana a un proceso de reconstrucción que, querámoslo o no, dará forma a gran parte del territorio y ciudadanía en las próximas decadas.