Editorial – Promesas de mejoras al Transantiago

(El Mercurio. 14/11/2009)

El ministro de Transportes ha prometido una serie de mejoras al Transantiago, consistentes en modificaciones de recorridos, aumento de las frecuencias en horas fuera de punta para casi la mitad de los recorridos, e introducción de nuevos servicios nocturnos. Estos anuncios, formulados en plena campaña presidencial y sin apoyo en datos técnicos precisos, corresponden, en rigor, a algunos de los compromisos que el Gobierno contrajo cuando -previo un acuerdo político con la oposición- se aprobaron los recursos para subsidiar el Transantiago hasta 2014, para resolver el error monumental cometido con su materialización.

En caso de concretarse, estas medidas mejorarían la calidad del servicio -lo que el público declara no percibir aún-, especialmente por la reducción de los tiempos de espera y los nuevos recorridos nocturnos. El Transantiago ha progresado desde su caótico inicio -por ejemplo, independientemente de la mejora en el servicio de superficie, sí se ha reducido la carga del Metro, debido a la mayor confianza de los usuarios en el sistema de buses-, pero aún brinda un servicio insatisfactorio, y lo anunciado debería acercarlo algo más a lo que originalmente se prometió. Sin embargo, persisten las deficiencias estructurales que impiden mejores resultados: los empresarios del transporte reclaman por la falta de un sistema de gestión de flota que provea información, así como por el escaso desarrollo de las vías segregadas, que permitan reducir los tiempos de viaje y hacerlos más predecibles. Sólo se dispone de 90 de los 300 km necesarios para ofrecer un servicio adecuado. Existe la promesa de completarlos en el largo plazo, pero, entretanto, mejorar la calidad tendrá un costo elevado.

El subsidio al Transantiago permite ofrecer un mejor servicio dada la disponibilidad de recursos, pero parece haber poca preocupación por reducir el déficit, de modo que en 2014 el sistema sea autosustentable (salvo por el subsidio al pasaje escolar). Tal vez eso se deba a que aún está en proceso la designación de los miembros del panel de expertos al que la ley le encomienda ajustar las tarifas del transporte público para lograr el equilibrio financiero -dados los subsidios transitorios y los del pasaje escolar-. Esta delegación de responsabilidad en un panel independiente reduce el costo político de elevar las tarifas cuando sea necesario, resolviendo técnicamente un problema que hasta ahora rehúsa enfrentar el ministerio.

El referido panel se encargará de parte del problema de tarifas, pero cabe temer que si no se comienza ahora mismo a planificar cómo llegar a 2014 con un déficit controlado, habrá que extender el subsidio a un futuro indefinido. Sería esto un paliativo, aunque menor, si se lograre establecer que el transporte público produce externalidades positivas para la ciudad, pero ellas no deben ser excusa para evitar decisiones difíciles. Es necesario estudiar la magnitud de esas externalidades y el monto de subsidio que un Transantiago eficiente necesitaría.