Carta – Adoquines

(El Mercurio. 11/11/2009)

Señor Director

Nuestros antepasados eran sabios, probos y miraban a largo plazo. Celebraron el centenario de la Independencia inaugurando avenidas y calles pavimentadas con adoquines.

A mediados del siglo pasado, las imperfecciones de dicha pavimentación comenzaron a ser parchadas con asfalto, un material muchísimo más barato que la piedra y que, a poco andar, la lluvia destruye. Más tarde, se cubrieron con asfalto avenidas y calles completas. Con la llegada del segundo Presidente de la Concertación y su ministro de Obras Públicas comenzó el negocio de sacar los adoquines al repavimentar. Sólo en la capital hemos perdido decenas de miles de metros cuadrados de adoquines entre avenidas y calles. Ahora llegó el turno de Vicuña Mackenna.

Después de un siglo, la mayor parte de su pavimento de adoquines está en buen estado. Cualquiera podrá comprobarlo mientras duran los trabajos. ¿Por qué, entonces, los sacan? ¿Será, acaso, porque carecen de valor monetario, además de patrimonial? ¿Estaremos en los descuentos del “año de hidalgo”? Así se llamaba en el México que gobernó por décadas el Partido Revolucionario Institucional al último de un período presidencial.

Nuestros antepasados no contaron con la astucia, la rapacidad y la visión de corto plazo de algunos de sus descendientes.

Miguel Orellana Benado