¿Es rentable el puente Chacao?

(La Tercera. 18/06/2009)

Por Francisco J. Labbé.

Decano Facultad Economía y Negocios Universidad Andrés Bello.

Si la autoridad decide construirlo alrededor de 2014, en lugar de 2040, sería una decisión política, pero sumamente antieconómica, ya que a esa fecha el puente no sería rentable. La sociedad tiene demandas mayores que satisfacer con US$ 800 millones.

El ministro de Obras Públicas, Sergio Bitar, recientemente ha hecho pública la reactivación de la idea de construir un puente que una la isla de Chiloé con el continente, por sobre el canal de Chacao.

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Esta, que parece ser una buena noticia para los posibles usuarios de dicho puente, ha sido fuertemente desechada por el ex ministro de esa cartera Eduardo Bitrán, quien ha indicado, basado en su experiencia y conocimientos de evaluación social de proyectos, que aun cuando los costos de inversión disminuyeran en un 20% -como indica la reformulación del proyecto-, el puente no debería iniciar su construcción antes de 2050, año muy distante de 2019, indicado para su elaboración por el actual secretario de Estado.

A la luz de los antecedentes, lo que ha indicado Bitrán es correcto: el proceso de optimización en la decisión de invertir en un proyecto, desde el punto de vista de la sociedad, no sólo requiere ser socialmente (económicamente) rentable, sino que, además, exige que el momento de iniciar el proyecto sea el óptimo. Cuando se trata de una obra de vida útil muy larga, como es el caso, ese momento es, tal como indica el ex ministro, cuando los beneficios del primer año superen por primera vez el costo de capital de la inversión.

Aceptando que ésta alcance sólo a US$ 800 millones, los beneficios del primer año debieran ser de US$ 64 millones, cifra al parecer inalcanzable en una generación. En tanto, los beneficios de disponer del puente son los ahorros de costos de transporte actual, pues con dicho viaducto en operación ya no se requerirían transbordadores; el ahorro de tiempo de los que, hasta ahora son sus usuarios; y un tercer beneficio, a mi entender menor, por el tráfico generado.

Este punto ha sido poco abordado, también el hecho de que el valor del tiempo debiera incrementarse año a año por el aumento del ingreso per cápita de los chilenos. La consideración de estos dos aspectos en ningún caso haría posible la construcción del puente antes de 2040. En otras palabras, si la autoridad está decidida a construirlo alrededor de 2014, sólo se trataría de una decisión política, pero, a la vez, sumamente antieconómica, ya que a esa fecha el puente no sería rentable. La sociedad tiene demandas mayores que satisfacer con 800 millones de dólares, aunque ciertamente éstas puedan no ser tan efectivas políticamente, algo tan cierto como la nula rentabilidad del puente del Chacao.

Bitar indicó: “es una obra magnífica que significa orgullo chileno, pues extendemos el país y hacemos algo que nos coloca como centro turístico mundial de calidad”. Esto sugiere beneficios intangibles que mejorarían la rentabilidad del proyecto; sin embargo, la historia nos dice que cuando un proyecto requiere justificarse por supuestos beneficios intangibles, es claro que se quiere forzar la evaluación económica, buscando dar argumentos técnicos a algo que carece de ellos.

No siendo partidario de realizar en Chile proyectos económicamente (socialmente) poco rentables, ya que su realización implica retroceder en el desarrollo del país, sugiero a las autoridades ser cautas al encargar evaluaciones, puesto que suelen ser caras y normalmente terminan siendo influenciadas por los interesados en realizar dicho proyecto, inflando los beneficios y minimizando los costos.

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La experiencia de muchos años indica que en el sector público, las inversiones terminan siendo muy superiores a las indicadas en los bosquejos, con lo que los proyectos terminan siendo aún menos rentables que lo ya mínimo esperado.