Restricciones v/s Incentivos II: Mapeando el Crimen en Londres

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Hace algunas semanas mostrábamos con entusiasmo las políticas implementadas en la ciudad de Los Ángeles, cuyo fin era el de convertir barrios históricamente estigmatizados como peligrosos, en lugares más seguros y con menos delincuencia. ¿Cómo? A través de la extensión del horario de uso de los espacios públicos, en particular de los parques, con el fin de que estos fueran utilizados  por actividades deportivas y culturales en vez de delictuales. Se trataba, básicamente, de una política que busca incentivar el uso de ciertos espacios para poder eliminarles así las cargas negativas que puedan tener asociadas culturalmente. Entendiendo que los problemas de seguridad y de delincuencia son uno de los conflictos más relevantes que se deben enfrentar en las grandes ciudades contemporáneas, y en particular dado la importancia que la propia ciudadanía le da al tema, parece interesante mostrar la política aplicada en otras grandes ciudades que, a pesar de tener un objetivo equivalente, actúan de maneras radicalmente opuestas.

Es el caso de la ciudad de Londres, que imitando el modelo aplicado en ciudades Estadounidenses como New York y Chicago, ha implementado un sistema de mapas online con las estadísticas criminales de los distintos barrios. The purpose of this site is to help show where crime is occurring at a local neighbourhood level. La política ha sido implementada por el alcalde Boris Johnson, quien durante su campaña prometiera para quienes votaran por los conservadores que «“sus esposas tendrían senos más grandes”, contarían con “más oportunidades de manejar un BMW” y que controlaría el crimen en la capital.»[La Tercera 27/08/2008]

Para esta última promesa es para la cual se ha puesto en marcha este plan de georefernciar la criminalidad de los barrios. No sólo se muestran las estadísticas de los crímenes, sino sus niveles en relación a meses anteriores y a los barrios vecinos. Si bien la efectividad de éste mecanismo ha sido puesta en duda por diversos actores de la sociedad londinense, resulta a lo menos sorprendente poner al lado dos políticas como la de Los Ángeles y la de Londres que, persiguiendo un objetivo común como es la seguridad de los barrios y la disminución de la delincuencia, propongan soluciones de cortes tan radicalmente distintos. Mientras uno busca promover el uso de los espacios históricamente peligrosos, el otro busca advertir sobre los peligros de usar ese mismo espacio.

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Si se trata de buscar modelos para seguir en la sociedad chilena, cabe notar que indudablemente estas dos posturas representan visiones absolutamente opuestas. El debate entre promover el uso o advertir sobre los peligros de usar, es sin duda una discusión amplia y extensa que se debe llevar a cabo al encaminar las políticas de seguridad en nuestras ciudades. Ciudades como Medillín han optado por revitalizar las zonas más vulnerables con equipamiento y programas que reactiven e incorporen zonas marginales a la ciudad formal; en Santiago y otras ciudades chilenas, la discusión parece estar todavía en desarrollo; la importancia de políticas que apunten a la integración parece vital en este debate, en especial en ciudades como las nuestras, donde los altos niveles de segregación nos han llevado, numerosas veces, a las nefastas consecuencias de relaciones sociales en base a estigmatizaciones.