Pobreza y Diseño (1)

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foto de flickr.com/photos/feraway

Aunque suene apropiado, este título no se refiere a la pobreza del diseño en Chile, sino a la relación entre las “disciplinas del diseño” y el problema-agenda-país de la pobreza (lo que tiene una profunda relación con lo urbano). Voy a intentar hacer varias relaciones que, a riesgo de quedar un poco forzadas, me servirán para aclarar y conducir un tema que, me parece, es atingente para el momento que vive el país (y en el que personalmente me veo envuelto por mi formación profesional).

Para introducir la problemática será útil la fotografía de arriba: un grupo de jóvenes – posiblemente estudiantes secundarias – posa portando y vistiendo los objetos y atuendos que identifican la situación que las reúne: la colecta nacional de Un Techo Para Chile. Este evento tuvo lugar el pasado viernes, y me parece que merece una reflexión, junto con otros asuntos que intentaré agregar.

Hay que partir alabando la calidad de las estrategias de marketing que el Techo utiliza cada vez que necesita lanzar campañas. A estas alturas, me parece que esta institución está tan incorporada al imaginario nacional chileno, que muchas veces los alcances de sus logros, y la contundencia de su existencia, pasan desapercibidos porque son “naturalizados”, considerados como algo lógico, predecible y esperable de suceder. Ya es algo notable que uno de los principales fenómenos contra los que las campañas del Techo deben luchar, sea la aceptación generalizada de sus propios logros; es decir, a la hora de enfrentar una campaña que requiera marketing y presencia pública, el problema a resolver es muchas veces su propio éxito.

A propósito de estas imágenes, quiero tocar dos asuntos. El primero tiene que ver con ciertas instancias en las que las “disciplinas del diseño” participan como instrumentos para generar capital social, humano y económico, principalmente a través de procesos productivos de diversa escala. El segundo dice relación con las implicancias que, en delación a los mismos aspectos, estos campos disciplinares – y especialmente los sujetos profesionales que lo representan y las instituciones que los reúnen y forman – operan en niveles mucho más complejos – y menos “comentados” – de los fenómenos sociales, políticos, económicos y culturales (esto lo abordaremos en un post siguiente).

¿El Cluster de la Vivienda?

Dado lo efectivo y eficiente de las estrategias de marketing del Techo, usar la forma de la mediagua para la alcancía con la que se colectan los aportes debiera decirnos mucho. Si se trata de una estrategia muy efectiva para comunicar masivamente la relación entre el par de monedas que podemos dar y una labor social reconocida, es por la efectividad del referente original: la mediagua misma. Se trata de un objeto que soluciona (en alguna medida), desde la técnica, un problema social, económico y productivo claramente identificable. Tan identificable – y al menos mediáticamente importante –, que el eslogan de las “mediaguas para el 2000” logró concitar atención y movilizar energía de manera considerable, especialmente entre jóvenes universitarios, señalando el problema de los sin techo.

Ahí hay un vínculo entre dos mundos: por un lado, el trabajo en términos de diseño de identidad y comunicación sobre los imaginarios asociados a la pobreza en Chile; por otro lado, la mediagua como un elemento dentro de procesos productivos que han venido a construir parte del engranaje que configura parte importante de nuestra realidad urbana y compone un capital social que, en el caso chileno, se ha ido construyendo en torno al problema de la vivienda.

Respecto a esto último, Chile es un ejemplo del desarrollo local de una complejidad interesante en el ámbito de la gestión de la Vivienda Social y, en general, los problemas de vivienda. Esto involucra profundamente a las disciplinas del diseño y sus profesionales: bastantes arquitectos, diseñadores e ingenieros se dedican a estos problemas, precisamente gracias a la formación de un sistema de instituciones en distintos ámbitos (ONGs, Instituciones Académicas, Universidades, el Estado, gobiernos locales, empresas ejecutoras y otros actores de las políticas de subsidio, por ejemplo) que reúnen cierto capital social que ha transformado a este “cluster” en un referente mundial en la materia, incluido un capital humano que posee y gestiona conocimientos desde distintos campos. Esto va más allá del trabajo sobre la pobreza asociado a actividades político-ideológicas, sino que genera transversalmente un auténtico “cluster” de la vivienda, que incluso genera productos de exportación (Un Techo para mi País, ELEMENTAL).

Este “cluster” participa directamente de los esfuerzos más importantes en relación a la pobreza y, desde diferentes frentes, involucra directamente a las disciplinas del diseño. Aún trabajando sobre un contexto precario, no podemos olvidad – algo que hacemos seguido – la importancia de la articulación económica-productiva que ocurre en nuestro país en relación a la Vivienda Social. Gracias a las políticas de subsidio, en Chile no sólo tenemos un sistema cuantitativamente muy efectivo sino que además generamos una industria rentable. En ese sentido, las disciplinas del diseño participan directamente de la generación de capital, ya no solo social, sino también económico de importancia nacional.

Derribado el mito de que no hay dinero ni lucro en la vivienda social, es interesante observar la cantidad de actores que se han ido articulando en roles complementarios delimitados por los mismos procedimientos: empresas inmobiliarias, ONGs, constructoras, comités de pobladores, entidades organizadoras, el municipio, etc.

La pregunta que me surge – y aquí volveré a la imagen de arriba- es a propósito de este enfoque nacional sobre la pobreza que ha estado, al menos en los últimos veinte años, muy centrado en los “objetos de diseño”, ya sean estos las mediaguas, “una cama para un niño”, y especialmente las viviendas sociales subsidiadas que a través de su enorme número ya han pasado a formar parte muy importante del paisaje de nuestras ciudades. Claramente tenemos una simpatía por las “cosas” para superar la pobreza. Me atrevería a decir que ese enfoque se está viendo ligeramente cambiado, o al menos complementado hoy en día, gracias a que cada vez menos tenemos el problema de los “sin techo”, y cada vez se reproduce una pobreza más dura entre los “con techo”.  Si las disciplinas del diseño encontraron bastante que decir respecto a “las cosas” ¿cuál podría ser su aporte que hiciera avanzar las intervenciones de la pobreza desde el enfoque “cosístico” hacia uno más integral? ¿cuales serían las “otras cosas”?

 

Continuará…