365 días después: Lo bueno del Transantiago.

1192025019_infotransantiago.jpg Infografía: Alfredo Cáceres y Juan Pablo Bravo, El Mercurio.*

Después de 48 artículos publicados en Plataforma Urbana y más de 1331 comentarios por parte de los lectores sobre nuestro nuevo sistema de transporte público metropolitano, justo hoy que se celebra-conmemora-o-como-quieran-decirle 1 año desde que a una gran mayoría de Santiaguinos les cambió la vida.

Si han tenido la oportunidad de leer la prensa estos días, se habrán encontrado con excelentes resúmenes de las cosas buenas, las cosas malas, las mejorables, los costos, y una gran cantidad de comentarios de los usuarios, políticos, analistas, expertos, cartas al director y un largo etcétera de información. Incluso los partidos políticos de oposición aprovecharon la ocasión para ganar un poco de visibilidad y organizaron eventos públicos de repudio al sistema y por su parte el gobierno se abstuvo de hacer demasiadas declaraciones. Sin duda el año que pasó estuvo marcado, al menos en Santiago, por el fenómeno Transantiago.

Lamentablemente los impactos negativos fueron mucho mayores a lo que nadie jamás se llegó a imaginar… y los costos han sobrepasado todas las expectativas. Podría empezar con un nuevo análisis de qué cosas se han arreglado, qué hace falta por mejorar, cuáles son las expectativas y podríamos escribir otros 48 artículos sobre el futuro del Transantiago, pero creo que no vale la pena: Probablemente en un par de años más va a estar todo solucionado y ya nadie se va a acordar del Transantiago… tal como pasó con Costanera Norte que en su minuto tuvo la tremenda polémica, posiblemente este sistema de transporte ni siquiera afecte significativamente los resultados de la próxima elección presidencial.

Quizás hay un sólo tema del Transantiago que me parece muy destacable y positivo y espero que trascienda por sobre las contingencias de frecuencias y recorridos, ministros y expertos… filas eternas y paraderos. Existe una gran oportunidad en este gran problema y es que por primera vez en Chile nos estamos dando cuenta públicamente de que un tema de ciudad puede afectar tanto -en este caso negativamente- nuestra calidad de vida. Por primera vez un proyecto urbano acapara decenas de titulares en los diarios y muchísimo tiempo prime en los principales noticiarios. Por primera vez, un tema de ciudad se convierte en un tema nacional, en EL TEMA del año. Por primera vez, los santiaguinos nos empezamos a dar cuenta en conjunto de que lo que sucede en nuestra ciudad es muy importante para nuestras vidas, para nuestro día a día, para nuestras aspiraciones y oportunidades. Por supuesto que la tremenda desgracia de esto, es que nos afectó para mal.

El Transantiago creo que va a marcar un quiebre muy importante, o al menos eso espero. Un tema de ciudad se transformó sin que nadie lo imaginara en un tema político fundamental, y lejos lo más importante: de discusión pública. Destaco esto de la discusión pública, porque hay temas de ciudad que son fundamentales para los políticos, como por ejemplo las políticas de vivienda social, pero que no son de mucha discusión pública (entregar 100.000 casas al año para un gobierno, claro que puede ser un tema muy importante, sobre todo en cuanto a efectos electorales se trata).

En Chile hasta el año 2007 la mayor parte de los temas de ciudad habían sido históricamente catalogados como de expertos, de urbanistas, de técnicos… de arquitectos, geógrafos y funcionarios ministeriales. ¿Pero qué pasa cuándo los expertos fallan? ¿Qué pasa cuándo ese tema que está en manos de gente que se supone domina muy bien los aspectos técnicos se convierte en un gran fracaso? Quizás los “expertos” ya no son tan expertos… quizás los encargados de velar por la correcta gestión y planificación de nuestras ciudades no hacen tan bien la pega… el tema es que por primera vez nos damos cuenta de eso. ¿Qué pasa por ejemplo cuando los economistas del gobierno empiezan a fallar? Eso lo podemos notar muy rápidamente: la inflación empieza a afectar nuestros bolsillos, aumenta el desempleo y empiezan los paros sindicales. ¿Pero qué pasa cuándo los encargados de nuestras ciudades no hacen bien la pega? Antes del Transantiago no pasaba nada. Pero después del Transantiago va a ser lo interesante.

Cuando este año se publicó una encuesta que dice que el 71% de los santiaguinos no está contento con su ciudad… ¿alguien se preguntó de quién es la culpa? Yo creo que la mayoría de la gente piensa que nadie es responsable, que Santiago es como es… que la ciudad va creciendo sola… y lo mismo con el resto de las ciudades. Bueno, el Transantiago es justo la oportunidad para que eso empiece a cambiar, para que la gente empiece a exigir derechos ciudadanos, a exigir calidad de vida… Es lógico que detrás de las grandes decisiones en temas urbanos hay responsables, políticos y técnicos, pero mientras no le tengan que rendir cuentas a nadie, podremos seguir pensando que la ciudad se planifica y se gestiona solita y los impactos negativos los paga Moya.

¿Quién decidió de que Santiago se expandiera en forma de ciudades satélites relativamente “autosustentables” hacia el norte (me refiero a las ZODUC)? No tenemos idea si finalmente va a resultar o no (quizás será un gran éxito), pero por supuesto que alguien “experto” tomó esa decisión, el tema es que hasta donde yo recuerdo, en su momento no hubo ningún tipo de discusión pública al respecto (y nada nos indica que aquellos expertos sean más capaces que los expertos que diseñaron el Transantiago). ¿O quién es el “experto” detrás de la densificación actual de Santiago Centro? ¿El director de Obras de la Municipalidad o el director de la Cordesan, el Alcalde, el gerente del centro de Santiago o el seremi de Vivienda? Independiente si es un proyecto exitoso o no… pareciera que es algo anónimo, no hay nadie a quien exigirle nada… pero el tema es que justamente los planes y proyectos urbanos tienen gente detrás.

Para cerrar el tema del Transantiago y por poner un último ejemplo, cuando se le pidieron explicaciones públicas como responsable político a Ricardo Lagos ante la búsqueda infructuosa de los “expertos” tras el diseño del proyecto, el ex-presidente respondió que el diseño del proyecto había sido el correcto, y que el problema había sido su implementación, lo que no había dependido de su gobierno. Lo que hizo Lagos con esto, además de evadir la responsabilidad de su gobierno, fue no reconocer que una de las partes más importantes del diseño de un proyecto de este tipo es justamente el diseño de la implementación del mismo. La implementación lógicamente tiene que estar muy bien pensada y programada para que el proyecto pueda llevarse a cabo con éxito. Por lo tanto, si no estaba bien planificada la implementación, lógicamente no estamos ante expertos capacitados para enfrentar este tipo de proyectos. (En el siguiente link, el paper de unos estudiantes de tercer año de Arquitectura que el 2005 ya se referían a la importancia de la implementación en el diseño del Transantiago.)

No hay nada de malo con reconocer cuándo hace falta capacidad técnica o política, sino todo lo contrario: no podemos dejar que esto nos pase nuevamente. En el mundo hay experiencia de sobra para llevar adelante este tipo de proyectos urbanos, y si van a ser tan fundamentales, no improvisemos e importemos el conocimiento que sea necesario… pero el punto es que nadie ni siquiera refutó que la implementación tiene que ser parte del diseño, algo que hasta para los ciudadanos tendría que ser obvio. A lo que voy es que mientras a los ciudadanos no nos importen los temas de ciudad, mientras no exijamos buenos proyectos, garantías, expertos capacitados… mientras no seamos ciudadanos informados (así como cada vez nos vamos convirtiendo en consumidores más informados) no tendremos otra que resignarnos a vivir en la ciudad que nos tocó y punto.

Espero que el Transantiago a pesar de todo lo malo que ha sido, marque un antes y un después en nuestras ciudades chilenas. Ojalá que el Transantiago impulse a más parlamentarios a meterse en temas de ciudad, a la prensa a informar más profusamente y a los ciudadanos a exigir ser informados, a exigir sus derechos a vivir en una mejor ciudad, a saber en manos de quién está el futuro de su barrio, de su transporte, de su calidad de vida. Espero que el Transantiago nos impulse a dejar de ser sólo consumidores exigentes e informados -lo que hemos aprendido muy bien los últimos 25 años-, sino que empecemos por fin a ser ciudadanos partícipes de la construcción de nuestras ciudades.

*Esta infografía resume de manera inmejorable el momento actual del Transantiago (en términos numéricos y técnicos). Simplificar tan bien la información es muy difícil, por lo que me saco el sombrero por Alfredo Cáceres y Juan Pablo Bravo, ilustradores del Mercurio. Muy bien puesta la portada del día Domingo.