Opinión: Transantiago en dos pisos

Imagen vía publimetro.cl

Se sube a un bus, el vehículo tiene buenos asientos, aire acondicionado, puertos USB y un segundo piso donde se puede sentar con vista panorámica. El viaje es tranquilo y, como nunca, los pasajeros sonríen: “es muy cómodo”, “hay que cuidarlo”, “ojalá no lo rayen ni destruyan”. Por fin, las comodidades que merecemos. Y todo por $640. O quizás todo por $0, si se acostumbró a no pagar porque “Transantiago es malo”. Ahí se da cuenta. Con el robo desatado de la evasión, actualmente estimada en 34% ¿cómo vamos a poder viajar cómodamente sentados en buses con aire acondicionado?

En el piloto del bus de dos pisos de Transantiago, pasamos rápidamente de criticar lo bajo del segundo piso, a observar la felicidad, incredulidad y hasta emoción de los primeros pasajeros al constatar la notoria mejora en calidad de este vehículo, en relación a los buses mal cuidados y maltratados que con demasiada frecuencia deben usar en sus viajes. Pero pasada la alegría inicial viene la cruda realidad: la incertidumbre que genera el avance sin freno de la evasión en el pago de los viajes en bus es la piedra de tope de todas las mejoras que pretende implementar Transantiago en su nueva licitación, incluyendo, por supuesto, la necesaria llegada de buses de mejor calidad, ya sean éstos de uno o dos pisos. Es esperable que la aparición de buenas ofertas por parte de potenciales operadores esté condicionada a que el Estado asuma total o casi totalmente el riesgo por evasión. Luego, en contraste con la débil respuesta que se ha visto en los últimos años, sin una política decidida y contundente de reducción de la evasión por parte del MTT, una mejora real al sistema Transantiago se avizora imposible.

Existen pasajeros que regularmente pagan su pasaje, haya o no haya fiscalización. Para los demás, quienes evaden con mayor o menor frecuencia, una variable clave en la decisión de evadir es la probabilidad de ser descubierto en el ilícito. La tasa de inspección en Santiago es 1 en 1000, es decir, por cada mil viajes hechos en bus, en promedio solo uno es fiscalizado, número absolutamente insuficiente para el volumen del problema enfrentado. De hecho, para dejar la tasa de inspección a un nivel comparable a sistemas de transporte público de otros países, se necesita aumentar el número de fiscalizaciones al menos 5 veces ¿Por qué se fiscaliza tan poco en Transantiago? Los controles de evasión dependen del Programa Nacional de Fiscalización, ente que tiene un presupuesto irrisorio para la magnitud del problema ya que, aunque parezca increíble, no recibe dinero de la ley de subsidios del transporte público. Este esquema no da para más. Se requiere un cambio institucional para que el Directorio de Transporte Público Metropolitano internalice la lucha contra la evasión, con un equipo propio y bien financiado, de forma tal de tener las herramientas para fiscalizar de verdad, dentro de un paquete amplio e integrado de medidas que incluya campañas de concientización social, mejora tecnológica en los sistemas de pago, inclusión de abonos de transporte y el análisis de una tarifa reducida para usuarios de bajos recursos. El proyecto de ley de evasión, actualmente en el congreso, por sí solo tendrá un efecto limitado si no se acompaña de medidas como las planteadas para eliminar la evasión circunstancial y reducir significativamente la evasión dura.

Nos encantaría tener buses cómodos, con más asientos y con aire acondicionado, pero una condición necesaria para una mejora real al sistema es cambiar de raíz la forma como se ha enfrentado el descalabro de la evasión. Si no, va a llegar el día en que la plata simplemente no va a alcanzar, ni para uno ni para dos pisos.