Columna: Monumento al centralismo

Palacio Astoreca, Iquique. Foto © Plataforma Urbana

El gran escritor argentino Julio Cortázar decía que el verdadero encuentro del habitante con su ciudad debía ser de noche, caminándola, en silencio entre los edificios y monumentos que tienen vida propia y voces que contemplan su historia. Claro, resulta fácil decirlo y hacerlo si vives gran parte de tu vida en París, ciudad que protege sus monumentos.

En Chile, lamentablemente la situación es diferente. La ley de monumentos nacionales es, perdonen la redundancia, un monumento al centralismo. A pesar de que gran parte de nuestro ordenamiento jurídico tienen tintes que demuestran que el problema territorial en Chile es de carácter cultural, resulta difícil imaginar legislación que dé cuenta más fehacientemente de aquello.

Quien decide si una construcción puede ser considerada monumento histórico es el Consejo de Monumentos Nacionales que opera en Santiago y está compuesto por 21 miembros.  Hasta aquí vamos relativamente bien pero, ¿qué pasa si mi casa es declarada monumento histórico y quiero pintarla, repararla o restaurarla? Tengo que ir a Santiago a pedirle permiso al Consejo de Monumentos Nacionales. Y así pasan los meses y los inmuebles se van deteriorando y con ellos se va también un poco de nuestra historia. Lamentablemente, el Consejo es una institución que opera centralizadamente, la ley que lo regula no contempla la posibilidad de delegar funciones a organismos regionales y los funcionarios que trabajan en regiones solo lo hacen como asesores técnicos sin poder de decisión para poder agilizar la burocracia.

Caldera. © Plataforma Urbana

Por otro lado, los propietarios de monumentos históricos no tienen los incentivos adecuados para proteger sus inmuebles. Como decíamos anteriormente, cualquier intervención debe ser autorizada desde Santiago y el deber de conservación queda en manos de los propietarios. Los incentivos que pudieran tener (como la exención del impuesto territorial) no son suficientes, porque benefician a pocos inmuebles y no son correlativos al esfuerzo de los propietarios por mantenerlos en buen estado.

Este año se ha hablado bastante de traspasar facultades del gobierno central a los gobiernos regionales. Se ha posicionado la idea de traspasar las mismas competencias para todas las regiones como si todas fueran similares y tuvieran los mismos problemas. ¿No sería bueno poder traspasar poder en esta materia a regiones como Valparaíso u otras con marcada vocación turística? Lamentablemente en Chile existe la Región Metropolitana y el resto tiene número.