Mutaciones recientes de la periferia de Buenos Aires

© Guillermo Tella

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Por Guillermo Tella, Doctor en Urbanismo y Jorge Omar Amado, Licenciado en Urbanismo.

Las normativas urbanas, junto a otros tipos de medidas y políticas con fuerte incidencia espacial que puso en práctica la última dictadura cívico-militar argentina que tuvo lugar entre los años 1976 y 1983 tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en la Provincia de Buenos Aires, se han conjugado para ejercer un rol esencial en la configuración metropolitana, marcando una impronta territorial distintiva que se manifiesta inmediatamente a la toma del gobierno por parte de las Fuerzas Armadas y se profundiza hacia finales de la década de 1970, cuando los marcos normativos sancionados anteriormente comienzan a evidenciar efectos más profundos.

Tales incidencias en el territorio tuvieron las leyes de la dictadura que continúan definiendo muchas de las características urbanas metropolitanas de la actualidad. En términos generales, produjo una reestructuración del espacio que resultó en perdurables consecuencias sobre la fisonomía y estratificación social de la ciudad mediante el recorte progresivo y exponencial de los derechos de los sectores populares al uso y disposición del espacio urbano. Es decir, mientras las villas eran erradicadas por la fuerza y los pobres confinados a sectores periféricos, poco accesibles y sin servicios urbanos, por otro lado se observaba la concentración relativa de los sectores de mayores ingresos en las áreas mejor situadas y mayor accesibilidad.

Además de las consecuencias inmediatas de las medidas tomadas en la dictadura, existen otras tantas que se pueden observar a lo largo del tiempo y que, luego de 40 años, siguen influenciando en la construcción del espacio. Ambas situaciones son por demás importantes. No sólo los marcos normativos permitieron plasmar en el territorio los objetivos de orden y control social sino que un punto significativo es lo que Schindel denomina arquitectura autoritaria, haciendo referencia a un modo de construcción de espacios y edificios públicos que expresaba y buscaba “control y tránsito rápido, en detrimento de espacios de encuentro y acción colectiva”.

Los marcos normativos y las políticas urbanas resultaron no sólo en la exclusión de los grupos de menos recursos del acceso al suelo urbano y a la ciudad en general en este período sino que, entre otras cosas, cambiaron la morfología de la periferia bonaerense como fundantes de una territorialización excluyente y periférica de los sectores populares, cuyo patrón se profundizó en los años noventa y permanece con características similares hasta nuestros días.

© Guillermo Tella

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Oscar Oszlak señala cuatro tipos de políticas urbanas que tuvieron especial relevancia en la dinámica de estructuración propia de toda la región metropolitana de Buenos Aires: a) las transformaciones en el mercado de la vivienda urbana; b) la erradicación de “villas de emergencia”; c) las expropiaciones por construcción de autopistas y recuperación de “espacios verdes” (cinturón ecológico); y d) la relocalización industrial. Las políticas surgidas en la dictadura entonces ofrecen un discurso que subyace: ordenar el espacio de manera tal que la fragmentación y la polarización del territorio representará una forma -de las más radicales y efectivas- de controlar a la población mediante la limitación del acceso a distintos sectores de la ciudad, con un acceso diferencial al uso y goce del espacio urbano.

Acceso diferencial al espacio

En esta nueva configuración urbana favorecida por transformaciones tecnológicas, el influjo de capital, el agravamiento de los problemas de violencia y la cultura postmoderna, tanto el centro como la periferia sufren nuevos cambios. Se observa que los sectores de altos ingresos, que habitaban parte de la primera corona, o bien vuelven al centro habitando torres de lujo, o bien se alejan cada vez más, viviendo en los llamados countries, clubes de campo y barrios cerrados. Estos procesos han dado como resultado una periferia polarizada y con fuertes rupturas socioespaciales, ocupada tanto por los sectores pobres como por los ricos. Así, los sectores de altos ingresos intentan aislarse de los sectores medios y bajos; sin embargo, aunque encerrados tras muros, barreras y cercos, comparten las mismas áreas de la ciudad.

En este escenario se redimensionó la idea de periferia caracterizada esencialmente como la de un espacio que se desplazaba de las inmediaciones de los corredores ferroviarios hacia las de las autopistas. Y en tal dinámica, las zonas “buenas” -aquellas correspondientes a las áreas tradicionales consolidadas- tendieron a mejorar sus cualidades urbanas, mientras que las zonas “malas” -las consideradas de tipo periférico- también mejoraron pero sólo en proximidades de los nuevos ejes viarios, a la vez que desplazaban a los sectores populares que allí residían.

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Este proceso denominado por Horacio Torres como suburbanización de las elites estuvo enmarcado en esos fenómenos globales mencionados. Puede definirse como el asentamiento residencial de los sectores de altos ingresos de la población en la periferia urbana bajo la forma generalizada de “urbanizaciones cerradas” para las que fueron conquistando grandes terrenos ubicados en áreas accesibles debido a la construcción de autopistas. Entretanto los sectores sociales más bajos sufrían un nuevo desplazamiento, con una disputa desigual por las tierras que, una vez más, producía modificaciones sustanciales en el perfil de la periferia y afectaba su forma de acceso a bienes y servicios, sus condiciones ambientales, sus realidades laborales.

La característica principal de esta configuración urbana es la preeminencia del norte sobre el sur y del centro sobre la periferia, a la vez que se observa un fuerte predominio de los ejes principales sobre los espacios intersticiales. No obstante, la tendencia indica que los mercados se están extendiendo cada vez más para abarcar también a los sectores medio altos.

A partir de esta situación, extendida primero hacia la zona norte, se fueron replicando condiciones similares hacia el sur y hacia el oeste metropolitano, donde los sectores populares -a pesar de ya haber consolidado su vivienda y su hábitat- continúan luchando por mejorar sus condiciones de vida y -a la vez- disputando los espacios de reproducción social que habían logrado habitar. De esta manera, los sectores populares, la clase obrera, las clases bajas, se encuentran en un escenario que puede remitirse a los últimos veinticinco años y en el cual, así como cuarenta años atrás, se encuentran en las posiciones y en las áreas más desfavorables de la ciudad y de la sociedad. Esto se debe a que, si bien las problemáticas estructurales socioeconómicas y territoriales pudieron mutar y hasta atenuarse, siempre persistieron.

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Orden espacial, control social

A través de un recorrido por las políticas urbanas implementadas por la última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983) se destaca la importancia que tuvieron para la construcción de la periferia de Buenos Aires. Identificamos una serie de elementos ordenadores del espacio que surgen a partir de estas políticas de un modo más evidente y perceptible pero que sus génesis puede rastrearse desde períodos anteriores y que aún hoy perduran en el tiempo alimentados por las diversas sinergias que se fueron plasmando en el territorio a lo largo de la historia.

En la actualidad nos encontramos en un nuevo marco posible para el desarrollo metropolitano a partir de la sanción de la Ley Provincial 14.449 de Acceso Justo al Hábitat. Si bien la misma no ha logrado desplazar a la vieja Ley 8.912, ha venido a complementarla saldando algunas deudas con los sectores populares que habían nacido en 1977 y que aún no encontraban beneficios en términos normativos. Esta ley, sancionada a fines de 2012, se destaca por reconocer la ciudad “autoconstruida” y establecer objetivos de equidad en el desarrollo urbano. Instituye procesos, define autoridades de aplicación y establece instrumentos para intervenir en favor de los sectores postergados, que mediante formas de organización popular son reconocidos como actores fundamentales en la construcción de la ciudad.

Así como a mediados de los años setenta una serie de legislaciones actuaron en detrimento de los sectores populares para el acceso a la ciudad y a través de una serie de marcas en el territorio contribuyeron a la fragmentación social y urbana, esta ley provincial puede ser un primer paso para sentar las bases de un marco normativo anti-cíclico, que defina una ruptura en las políticas urbanas que se vienen sucediendo en los últimos cuarenta años y reconozca la función social de la propiedad, el derecho a la ciudad y el acceso legítimo a la vivienda y al hábitat digno para todos los ciudadanos.

Consiste en un territorio que responde a un orden espacial determinado y definido para ejercer el control social de las prácticas colectivas. En consecuencia, la periferia se construye a partir de una interrelación directa entre marcas urbanas que surgen de las políticas implementadas por el último gobierno militar que son orientadas a ordenar el espacio y a controlar los movimientos sociales. Se presenta un discurso que recorre tiempo y espacio, que remite a la demarcación de lugares y clases sociales y, además, construye una dimensión simbólica, ordena las relaciones de fuerza, controla las actividades y establece distancias sociales, asignando un lugar en el espacio para cada grupo.

Podemos hablar así de una periferia como unidad en términos estructurales, pero cuya construcción metropolitana puede ser definida como resultado de una mera suma de elementos. Por el contrario, para poder conocer sus características, construirla como objeto de estudio y como sujeto de políticas públicas, es necesario reparar en las relaciones y procesos que permiten unir esos elementos, recuperando la historia, la identidad, la memoria y el conocimiento colectivo existente, reconociendo los hitos que dejaron cicatrices -y algunas heridas aún abiertas- en su estructura y que permitan reconstruir las partes en pos de proyectar un espacio metropolitano integrador, inclusivo y superador.

Nota: El presente material constituye una breve síntesis del documento final denominado: “Cicatrices urbanas post-dictadura: Orden espacial y control social en la periferia de Buenos Aires”, elaborado por los autores en el marco del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento (Argentina), y contó con la colaboración de la Arq. Laura Corbalán Vieiro.