Representar la periferia: Entre diferencias simbólicas y fronteras de marginalidad

periferia

Por Dr. Arquitecto. Guillermo Tella Lic. Urbanista. Jorge Amado

La noción de periferia en ciudades latinoamericanas ofrece como presupuesto la marginalidad misma, entendida -siguiendo a Gutiérrez- como “una integración de poblaciones que no están fuera de la sociedad sino que están insertas en ella y ocupando la posición más desfavorable” (Gutiérrez, 20021 . De modo que la estructuración de prácticas y de representaciones es traducida en habitus, en un sistema socialmente constituido (Lizardo, 2009). Y alude al mismo espacio social bourdieano como campo de fuerzas donde los grupos sociales se definen por sus posiciones relativas, según el volumen y la estructura del capital que posean (Bourdieu, 1989)2 .

Desde esta perspectiva, representar la periferia, lejos de constituirse en herramienta de análisis de una realidad determinada, se erigen como verdad revelada, construyendo significados que producen y reproducen un discurso institucionalizado. Entonces, más que establecer lugares, fijar límites, articular espacios y conformar identidades, terminan formulando un relato, una narración, tal como señala De Certeau (1996). Con lo cual, no cumplen una función meramente descriptiva sino que, en cambio, tales representaciones a la vez que generan el relato, crean, producen y legitiman acciones concretas.

La periferia como demarcación simbólica de lugar

© Guillermo Tella

© Guillermo Tella

La representación de la periferia intenta establecer una demarcación simbólica de un lugar frente a la expansión de la pobreza, identificada ésta “con nociones tales como la de privación, de ausencia, de carencia, y constituye un concepto descriptivo más que explicativo” (Gutiérrez, 2002). De tal modo, no solamente legitima esos procesos de deslinde sino que, más aún, actúa como productor de tales procesos señalados.

En las propias dinámicas sociales, los grupos en pugna se movilizan, se transforman, traspasan límites, trascienden fronteras, reconfiguran y recalifican el espacio; generando nuevos símbolos, relaciones y entramados culturales. La identificación de diferencias sociales y su vinculación a lugares específicos ha sido legitimada, creando barreras simbólicas, estereotipos y estigmas de segregación autoconstruidos y autopercibidos por los diferentes grupos sociales (Tella, 2015)3 .

La visión que cada uno tiene del mundo depende de la posición que ocupe en él. O sea que vivir en la periferia o en el centro produciría formas de percepción social muy diferentes. Vivir entonces en la periferia es hacerlo en una representación subjetiva atravesada por una carga simbólica que arroja al individuo hacia los bordes de un mundo construido intencionadamente para él y de cuya construcción él también forma parte (Montero y Salas, 1993)4 . Esta construcción se presenta como un criterio de desvalorización y de exclusión legitimado, institucionalizado y plasmado en una representación que resalta y cataloga esas diferencias.

El tránsito por la ciudad establece recorridos por diferentes campos simbólicos. En esos campos es donde se articula una trama de relaciones de poder. Los actores sociales son definidos de este modo por sus posiciones relativas en el espacio social. Cada uno de ellos se sitúa en una región determinada del espacio y, aunque se puede recorrer u ocupar mentalmente, ocupar dos regiones opuestas del espacio será imposible. La posición ocupada en el espacio social estará entonces determinada por la posición en los diferentes campos, definidos por los diferentes tipos de capital (económico, cultural, social y simbólico).

La periferia como frontera de marginalidades

© Guillermo Tella

© Guillermo Tella

Este conocimiento de posiciones en el campo social es lo que permite separar clases en el sentido de grupos, de elementos que ocupan posiciones y características similares y que tienen altas probabilidades de tener intereses, prácticas y tomas de decisiones comunes. Sin embargo, “las clases que uno puede seleccionar en el espacio social (…) no existen en tanto que grupos reales, aunque ellas expliquen la probabilidad de constituirse en grupos prácticos” (Bourdieu, 1989).

En este sentido, la agrupación por estratos sociales instituye un espacio mediante relaciones de poder que permite hablar de clase en el sentido de grupo organizado, con identidad propia. Ante el juego dialéctico entre espacio y sociedad, Soja (1996)5 introduce el concepto de espacialidad como espacio socialmente producido, para dar cuenta de la complejidad de los fenómenos de orden social de los que forman parte como representación simbólica.

Con este enfoque, los actores sociales cobran relevancia tejiendo relaciones y entablando luchas y alianzas que se materializan en el territorio. Rodríguez Goia (2011)6 cuestiona la idea de que en una metrópoli, las identidades puedan ser fijas o estables, pues la complejidad y diversificación de las interacciones abren posibilidades de manejo, conflicto y negociación constantes. Por el contrario, se entiende a la sociedad como algo activo y cambiante, fuente de dinámicas en las cuales los actores accionan códigos y manipulan su identidad según el contexto social en el que se encuentren.

En consecuencia, es en las interacciones sociales donde precisamente la periferia se construye, se produce y se actualiza. Las barreras y los límites territoriales proponen -mediante relaciones de poder- diferencias simbólicas como fronteras de marginalidad.

Referencias

Bourdieu, Pierre (1989), El espacio social y la génesis de las clases. En: Estudios sobre las Culturas Contemporáneas III(7), Universidad de Colima, Colima: 27-55.
De Certeau, Michel (1996), La invención de lo cotidiano. México: Universidad Interamericana Iteso.
Gutiérrez, Alicia (2002), Problematización de la pobreza urbana tras las categorías de Pierre Bourdieu. En: Cuadernos de Antropología Social, Nº 15, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires: 9-27.
Lizardo, Omar (2009), The Cognitive Origins of Bourdieu’s Habitus. En: Department of Sociology, University of Arizona, Arizona.
Montero, Maritza y Salas Sánchez, Miguel (1993), Imagen, representación e ideología. El mundo visto desde la periferia. Revista Latinoamericana de Psicología 25(1): 85-103; Bogotá, Fundación Universitaria Konrad Lorenz.
Rodríguez Goia, Marisol (2011), Mundos urbanos: el contacto con el “otro” y la producción de la diferencia en la ciudad. Tesis doctoral. Dir.: Dr. Jordi Roca i Girona. Universitat Rovira i Virgili, Tarragona, España.
Soja, Edward (1996), Six Discourses on the Postmetropolis. Routledge: Imagining Cities.
Tella, Guillermo -coord.-, Amado, Jorge y Lombardo, Juan (2015), Espacio, poder e identidad: Hacia un estatus urbano de lugar. Buenos Aires: Ediciones UNGS, Colección Cuestiones Metropolitanas Nro. 18.
  1.  Gutiérrez, Alicia (2002), Problematización de la pobreza urbana tras las categorías de Pierre Bourdieu. En: Cuadernos de Antropología Social, Nº 15, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires: 9-27.  []
  2. El espacio social y la génesis de las clases. En: Estudios sobre las Culturas Contemporáneas III(7), Universidad de Colima, Colima: 27-55. []
  3. Tella, Guillermo -coord.-, Amado, Jorge y Lombardo, Juan (2015), Espacio, poder e identidad: Hacia un estatus urbano de lugar. Buenos Aires: Ediciones UNGS, Colección Cuestiones Metropolitanas Nro. 18. []
  4. Montero, Maritza y Salas Sánchez, Miguel (1993), Imagen, representación e ideología. El mundo visto desde la periferia. Revista Latinoamericana de Psicología 25(1): 85-103; Bogotá, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. []
  5. Soja, Edward (1996), Six Discourses on the Postmetropolis. Routledge: Imagining Cities. []
  6. Rodríguez Goia, Marisol (2011), Mundos urbanos: el contacto con el “otro” y la producción de la diferencia en la ciudad. Tesis doctoral. Dir.: Dr. Jordi Roca i Girona. Universitat Rovira i Virgili, Tarragona, España []