Opinión. Estacionamiento gratis en malls: un pro y muchos contras

 

Estacionamiento Mall

Una de las premisas de la planificación de sistemas de transporte sustentable es que el análisis de un cambio en las reglas que incentiva nuevos comportamientos de viaje, debe considerar todos los efectos de la medida en estudio, sin importar si tales efectos son positivos o negativos, y sin importar cuán difícil sea estimarlos. Siguiendo la discusión que se está dando en la Comisión de Economía de la Cámara de Diputados sobre el proyecto de ley que regula cobro de estacionamientos en recintos hospitalarios y comerciales, es claro que tal premisa no se cumple.

Primero, es importante separar aguas. Los viajes a un hospital son de naturaleza muy distinta a los viajes de compras, lo que se debería traducir en distintos criterios para la gestión de estacionamientos en hospitales y supermercados o malls. Por ejemplo, en una emergencia médica, el viaje debe ser facilitado ante todo evento, proveer estacionamiento gratuito en tal circunstancia debiese ser un tema de sentido común, más que un tema técnico.

Distinto es el caso de los estacionamientos en centros comerciales. Tener estacionamiento gratis por dos horas en malls (con o sin presentación de boleta de compras) hará que más gente decida usar automóvil para viajes de compras. Esto tiene un beneficio claro: para quienes disponen de un automóvil se incentiva el uso de este vehículo, muy cómodo en este tipo de viajes, especialmente si al final de la visita se cuenta con bolsas o bultos que no pueden ser llevados en modos como la bicicleta, o son menos cómodos de mover en transporte público.

Pero tal beneficio personal debe compararse con todos los costos que tiene proveer estacionamiento gratis. Un incentivo al uso del automóvil de este tipo incrementa el flujo vehicular, lo que necesariamente aumenta la contaminación por emisiones (Material Particulado, CO, NOx, COV, SO2 y otros), el riesgo de accidentes, el ruido por tráfico, y además aumenta la congestión en zonas y períodos de alto flujo, esto último muy relevante pues los malls que cobran por estacionar tienden a ser los que generan más viajes en auto.

La naturaleza de la relación entre el tráfico vehicular y sus efectos negativos en forma de contaminación, accidentes, congestión y otros costos externos ha sido establecida y documentada en innumerables estudios tanto en Chile como en el extranjero. Es tan sabido que no se entiende cómo tales temas son descartados por quienes discuten, con poder de decisión, una medida con implicancias significativas en nuestras formas de movilidad, que además refleja la forma en que entendemos la ciudad. Por ejemplo, en aquellos lugares donde los nuevos viajes en auto aumenten la congestión, se afectará también a los usuarios de bus que verán incrementados sus tiempos de viaje, lo que pone en entredicho la equidad de la medida. Naturalmente, el impacto en las formas más sostenibles de movilidad (como el transporte público) es menos visible que el pretendido efecto en el bolsillo de quienes decidan usar el automóvil.

Un elemento interesante para esta discusión es el trabajo de la Comisión Asesora Pro-Movilidad, nombrada por la presidenta Michelle Bachelet en junio de 2014, la cual después de seis meses de sesiones y diálogos ciudadanos en 19 ciudades, emitió un informe con recomendaciones de políticas para mitigar los problemas de movilidad urbana que existen en Chile. En dicho informe se sugiere, entre otras cosas, una serie de medidas para regular la oferta de estacionamientos, tanto en la calzada como fuera de ella, con el fin de desincentivar o racionalizar el uso del automóvil, , objetivo diametralmente opuesto a lo que propone este proyecto de ley. Cabe señalar que tal comisión estaba compuesta no solo por especialistas en transporte y urbanismo, sino que también por representantes de la sociedad civil y ONGs, alcaldes, ex autoridades del Ministerio de Transporte y el actual Subsecretario de Transporte. Con todo, el 11 de marzo se le puso suma urgencia al proyecto de ley.

Al ignorar que el cobro por estacionar tiene beneficios asociados por disminución del tráfico vehicular, se transmite una imagen distorsionada de la idea de estacionamiento gratis, por muy bien intencionada que sea, lo que hace fácil presentarla como “pro ciudadana”, cuando en realidad los ciudadanos en su conjunto pueden sufrir costos que superen sus beneficios. Si se trata de “cobros abusivos”, el estado puede intervenir para regular el mercado de mejor manera, pero eso está lejos de significar que estacionamiento gratis por dos horas sea deseable. Un estudio serio de todos los efectos medioambientales y urbanos de este proyecto de ley debiese llevarse a cabo como insumo básico para su discusión en el parlamento. El resultado más probable es que cobrar por estacionar, particularmente en zonas de alto tráfico, tiene más beneficios que costos para la sociedad, aunque no sea claro a primera vista.