Opinión: Hacer ciudad. El urbanismo en el siglo XXI

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Por Alejandro López Parejo, estudiante de Arquitectura en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid

El urbanismo existe como tal gracias a la necesidad de plantear soluciones al gran reto que fue, y sigue siendo, el asentamiento, aumento y distribución de la población en un determinado espacio común. No obstante, frente a unos principios en los que la disciplina surgía y servía para resolver de manera espontánea las necesidades sociales, en la actualidad el urbanismo responde a intereses y objetivos mucho más amplios y complejos, no sólo generando espacios, sino también cambiando la forma de vida que se da en ellos.

Desde la solución a la demanda demográfica hasta la implicación en recalificaciones y procesos especulativos, el urbanismo del siglo XX ha dejado de responder, en buena medida, a esa necesidad original cediendo terreno a poderes e instituciones y generando una conciencia de laissez faire en aquellos que un día debieron estar al servicio de la sociedad civil. Los urbanistas han sido durante décadas brazos ejecutores de políticas segregadoras que, lejos de buscar soluciones colectivas, plantearon -y plantean- espacios elitistas, barrios aislados y ciudades sin alma.

La solución, al igual que el problema en sí, no son ni pueden ser unidireccionales, sin embargo crece una nueva forma de entender el urbanismo; una manera que, alejada del poder, perfila soluciones para quienes a fin de cuenta crean y forman la ciudad: los ciudadanos. Dejar de entender el urbanismo como una posibilidad de negocio y empezar a comprenderlo como un modo de cambiar nuestro entorno y nuestras propias vidas marcará, en buena medida, el porvenir de esta disciplina. Pensar que el interés pueda seguir modelando nuestros espacios públicos y definir nuestras ciudades no es más que una concepción trasnochada y falaz de lo que debe ser el urbanismo de nuestros días. La ciudad ha de ser, hoy más que nunca, el reflejo de quienes la habitan, anteponiendo el interés común frente a los imperativos méramente económicos que durante décadas han creado y generado desarrollos ad hoc para dar respuesta a la demanda especulativa.