Opinión: Conflictos urbanos y convivencia en Bellavista

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Tomás Carvajal Menególlez, Arquitecto

Durante el último mes la comuna de Providencia se ha visto tensionada por la nueva normativa de horario de funcionamiento de locales de expendio de alcohol.

La restricción horaria ha puesto en conflicto los derechos de los residentes al descanso y vivir en un barrio limpio y ordenado con los derechos de los visitantes de este mismo barrio a la diversión y esparcimiento, muchas veces a costa de la calidad de vida de los primeros.

Una vez desatado el conflicto ambas partes defienden su derecho a la propiedad y la libertad como barreras irreconciliables e inclaudicables. Todo  en un mismo barrio, las mismas plazas y calles.

Todo esto se podría haber evitado, y varios años antes.

Durante los años 2012 y 2013 funcionó la denominada “Mesa Bellavista” cuya finalidad era reunir y coordinar a los diferentes actores del barrio, esto considerando que este está conformado por dos sectores o alas dependientes de los municipios de Providencia y Recoleta.

El trabajo conjunto de ambos Municipios con sus equipos políticos y técnicos, junto a los residentes de ambos sectores concluyó en un trabajo común junto con los organismos públicos de planificación (Mop, Minvu, Serviu), de seguridad territorial (Ministerio del Interior), el Parque Metropolitano y actores sociales, culturales y empresarios locales fundamentalmente del área gastronómica.

Todos estos actores, convocados a través de la ONG Ciudad Viva, efectuaron un ejercicio de puesta en común de una Estrategia de Desarrollo del Barrio Bellavista destinado por una parte a determinar las cualidades e identidad del barrio como elementos a preservar y por otra parte diagnosticar las potencialidades de desarrollo tanto en el ámbito urbano, social y de recursos que fueran en línea con la identidad y valores que entregan esta identidad.

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Estas reuniones confirmaban la complejidad del barrio y en definitiva su riqueza derivada de la diversidad. Esta complejidad también reflejaba las tensiones entre usuarios y residentes, entre vehículos y peatones, así como entre comercio nocturno y actividades diurnas principalmente ligadas al Cerro San Cristóbal, sectores artísticos culturales.

En definitiva la pregunta era ¿Cómo colocar en un mismo espacio diferentes formas de habitar, residir, ocupar y aprovechar un lugar lleno de oportunidades, sin destruir su historia, patrimonio y valores que además pertenecen a la imagen fundacional de Santiago?

La “Mesa Bellavista” constituía una interesante demostración de cómo se reflexiona la ciudad y el barrio desde su complejidad, apuntar en la dirección del desarrollo de las potencialidades, convocar a los diferentes actores en un ejercicio democrático horizontal, donde se coloca en valor tanto de elementos del pasado como su patrimonio, los elementos del presente reflejados en acuerdos de convivencia y apoyo y los elementos del futuro expresados en propuestas de desarrollo, ordenamiento territorial, capacitación y formación y potencialidades para nuevas inversiones.

Lamentablemente diversas circunstancias, entre ellas incapacidades de llegar a acuerdos entre residentes y locatarios, impidieron la continuidad de la Mesa, desperdiciando un espacio que fue la antesala de toda la confrontación reciente.

Probablemente la Mesa era el lugar indicado para demostrar una actitud de entendimiento no solo para actuar sobre problemas específicos sin que para lograr acuerdos sobre un  patrimonio y destino común, enriquecido por la diversidad de miradas puestas sobre un espacio colectivo.

Impulsar mesas territoriales, representativas y dinámicas, permitirán prever conflictos, solucionar confrontaciones con mirada de futuro y canalizar un aprendizaje real de participación ciudadana activa, consciente y propositiva.

Por eso una vez logrados los recientes acuerdos entre empresarios y residentes en el ámbito  de la convivencia cabe volver a sentarse para con una visión común de futuro volver a pensar en el Barrio  que queremos.