Opinión: Democracia en los espacios públicos

Plaza Italia

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Matías Schöll, Ingeniero Civil de la Universidad Católica.

Últimamente se habla mucho de justicia y equidad, se esgrime para casi todo y se rasgan vestiduras en su nombre. Pero no vemos a políticos indignados con la realidad de la distribución del espacio público, donde existen desigualdades iguales o peores que en otros temas. El espacio público es aquel lugar donde cualquier persona tiene el derecho de circular, por ende es un espacio de encuentro entre distintas realidades, donde se puede manifestar toda la diversidad que una ciudad tiene. Incluso, con una equitativa distribución de estos espacios, estos pueden operar como puentes de acceso a mayores y mejores recursos o servicios por parte de aquellos sectores con menores ingresos.

Hoy muchos plantean que existe una falta de espacios públicos, a mi parecer, además existe una mala distribución de estos. Las áreas verdes es un ejemplo en el que pocos estarán en desacuerdo, es más, llega a ser indignante para algunas personas la diferencia que existe. Tenemos en promedio en Santiago 4.5 m2 por habitante, con comunas como Vitacura con 21.8 m2 por habitante, por encima del promedio de Europa (16m2/hab) y un poco por debajo que el nivel de Londres (27 m2/hab), y por otro lado comunas como Independencia, La Cisterna, El Bosque o Pudahuel con apenas 1.3, 1.6, 1.9 y 1.9 m2 por habitante respectivamente.

Pero al igual como nos indignamos con la mala distribución de áreas verdes como un espacio público, nos debiésemos indignar con la del espacio vial, el que bien utilizado puede ser de gran valor. Considerando el espacio vial como aquel que existe entre dos edificios, tenemos que en muchas zonas de Santiago, la repartición del espacio es 80% para vehículos motorizados y el restante 20% para peatones y ciclistas. Siendo que los viajes en medios no motorizados, de acuerdo a información de SECTRA, es cercano al 40%. ¿Corresponde esto a una buena distribución del espacio público?

Si ahora consideramos que en ese 80% viajan automóviles y transporte público, donde en un bus pueden ir 50 personas, utilizando el mismo espacio que 3 autos, donde en cada uno iría una persona. Así es, una persona, si no me cree, haga el siguiente ejercicio: cuando este en un taco volviendo de su trabajo, mire los autos de alrededor y cuente cuántos de esos autos tiene una persona en su interior. Entonces nuevamente debemos preguntarnos: ¿Es esa una buena distribución del espacio público? ¿Es admisible que sólo 3 personas puedan utilizar el mismo espacio que 50? ¿No es eso injusticia también, y de la más extrema?

Claramente si analizamos el espacio vial, existe una excesiva desigualdad que se encuentra oculta en la cotidianeidad del uso del automóvil como “única” manera de transportarnos. Estamos tan inmersos en una cultura del auto, que estas injusticias pasan todos los días por nuestras narices y nos parecen normales. Este espacio puede llegar a tener un alto potencial si todos nosotros sabemos aprovecharlo. El espacio de encuentro con el otro que se genera en las veredas o el transporte público es algo que no se puede conseguir en el automóvil, incluso puede ser comparable en algunos aspectos al espacio que se puede generar en un parque o una plaza. El espacio vial no es un espacio inmutable, es uno que podemos moldear de acuerdo a las necesidades que tengamos como ciudad. Es momento de abrir los ojos, mirar hacía el lado y hacer más justo el espacio vial.