El “Negro Bueno”, la quinta de recreo que se niega a morir

Por Nicolás Valencia

Cada 15 de marzo, los comensales de la quinta de recreo ‘El Negro Bueno’ se visten con sus mejores prendas y llegan a celebrar la fiesta que los dueños de este restaurant realizan sagradamente cada año: abuelos, jubilados, empleados públicos, vecinos, familias y jóvenes cuequeros. Por una noche, el Negro Bueno festeja regalando tragos y platos típicos en agradecimiento a lo que los vecinos de La Florida (Santiago, Chile) le han entregado a este local desde 1956.

Como siempre, las luces, las risas y los gritos se escapan ya de madrugada por entre las puertas y ventanas del ‘Negro Bueno’, pero este año, tal como en 1975, el local se enfrenta a una expropiación para la construcción de un corredor de transporte público en Santiago. “Los jóvenes han ido al rescate del patrimonio cultural”, nos comenta Maribel Carrasco, hija del Negro Negro y actual dueña del local, ya declarado “Tesoro Humano de La Florida” por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) y la Corporación Cultural comunal.

Conoce el caso de resistencia de esta quinta de recreo después del salto.

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Fundado un 15 de marzo de 1956 por el comerciante Miguel Carrasco y su esposa Fredesvinda del Carmen Alfaro, la historia del ‘Negro Bueno’ va de la mano junto al de La Florida (Santiago, Chile), otrora sector agrícola de chacras y viñedos, que a fines de los años ochenta comenzó a transformarse a partir de la rápida expansión urbana de la capital hacia la periferia. A pesar de la demolición de almacenes, la construcción de grandes avenidas, el arribo de un centro comercial y de miles de familias de clase media que comenzaban una nueva vida en La Florida, esta Quinta de Recreo resistió.

UN HITO URBANO, GASTRONÓMICO Y SOCIAL

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En los años cincuenta, cuando “todo esto era campo”, por aquí llegaban los pasajeros de la estación Bellavista (de ahí el nombre de la metroestación homónima), a través de la ruta ferroviaria que conectaba la desaparecida Estación Pirque en la Plaza Italia con la plaza de Puente Alto, al sur de Santiago. Por esos años, la Quinta de Recreo del Negro Bueno se convirtió rápidamente en el detonador de toda la actividad social y política de La Florida, y Miguel Carrasco (de bigote motudo, sonrisa sencilla, carnes anchas y piel oscura) comenzó a ser llamado ‘Negro Bueno’ con cariño por los vecinos y comensales, pues se esmeraba en realizar actividades para la comunidad -aún agrícola, cercana y campestre- en los años sesenta y setenta. Cada día de semana, por ejemplo, donaba 15 almuerzos a los alumnos más pobres del Liceo Benjamín Vicuña Mackenna, el primero de La Florida, y ubicado a unos pasos del establecimiento.

Esas primeras reuniones y almuerzos donde el Negro Bueno ayudaron a estructurar la red social de los vecinos de La Florida. Miguel Carrasco se codeaba con Vicente Valdés -el primer alcalde de la comuna- y la poderosa familia política Alessandri. En aquellas mesas aportó en la fundación de la Cámara local de Comercio, la organización de la Cruz Roja y la primera Compañía de Bomberos, quienes les han devuelto la mano en este momento tan crítico, cuando la histórica Quinta de Recreo se ve amenazada por la futura construcción de corredores para el transporte público, reduciendo los viajes en al menos 30 minutos, entre La Florida y el centro de Santiago.

© Nicolás Valencia M.

Fallecido Miguel Carrasco en 1989, el relevo lo tomó su esposa, doña Frede, y hace 14 años tomó la posta Maribel, una de las hijas del clan, manteniendo constante el interés de la familia por su querida comunidad: por estos días organizaron unafonda gratuita para un grupo de personas con distintos grados de discapacidad y sumidas en la extrema pobreza. Además, en el segundo piso funciona el Centro Cultural El Negro Bueno, con capacidad para 150 personas y en donde se realizan talleres de danza, salsa, pintura, canto y música. Esta diversidad de actividades ha estimulado una interesante integración entre parroquianos y alumnos, al punto que las bailarinas de cueca -cuequeras-, finalizadas sus clases, bajan al primer piso y motivadas por el público, bailan con los presentes. “Los abuelos antes se iban a las 21.00, y ahora que las cuequeras bajan a bailar con ellos, se van a la medianoche. Y al día siguiente, fieles a la hora de almuerzo”, señala Maribel.

CHILE, TIERRA DE LA QUINTA DE RECREO

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Escuchar hablar -sin saber mucho- sobre picadas, restaurantes, salones de té, fuentes de soda, restobares, cantinas, schoperías y quintas de recreo. “Originalmente se pagaba un quinto de los ingresos al Estado”, nos explica Maribel. La Quinta de Recreo es un particular tipo de patente comercial, el cual era concedido únicamente por el Presidente de la República. Jorge Alessandri, en el caso del Negro Bueno. Una patente con diversas libertades que los locales comerciales actuales no se permiten. “Podemos vender alcohol sin comida, todos los tipos de licores, además de atender a la hora que queramos, también se puede jugar cacho, dominó y a las cartas. Y claro, podemos tener actividad de corporación cultural”, señala.

Actividad cultural que se justifica sola: en estas mismas salas se han forjado canciones, cuecas bravas, poemas y hasta una obra de teatro dedicada al local, como la ‘Quinta de recreo el Negro Bueno (o con los pies por delante), basada en personajes y historias reales. “Mi madre dice que de acá la van a sacar con los pies por delante, o sea, muerta”, aclara Maribel sobre el nombre de la obra, montada por desinteresadamente por el Colectivo Teatral Clan Mambos, y que representará a Chile en la V Versión del Festival Internacional Movimiento Contínuo. Bogotá, Colombia.

LA CAZUELA, EL PEBRE Y LA MESA BIEN SERVIDA

© Nicolás Valencia M.

Sí, en el Negro Bueno se come bien y se bebe mejor. Abierto desde las 08.30, a las 10.00 comienzan a llegar los parroquianos tradicionales, aquellos que vienen hace décadas, ya jubilados, y cuyas esposas los dejan cuando van al centro de La Florida a realizar trámites o comprar verduras a la feria. “¿Cuánto lleva usted viniendo acá?”, pregunta Maribel a un señor ya entrado en años, apoyado en la barra mientras conversa con otro. “25 años pues”, le responde orgulloso.

Al mediodía comienzan a salir las cazuelas de vacuno desde la cocina del local. Despiden un olor que nos lleva de un golpe al campo idealizado, el almuerzo bajo un parrón y los niños de la familia dando vueltas por ahí. Acá no falta la mesa bien servida, el pote de pebre bien rojizo, el mantel cuadrillé y los actores clásicos de la cazuela: la papa cocida, la porción de choclo, un trozo generoso de vacuno y el cilantro espolvoreado sobre el caldo amarillento y bien condimentado.

“Como tenemos muchos clientes diabéticos, empezamos a servir a esta hora. Y como son jubilados, el almuerzo está a $2.300 (USD 4), es decir, $69.000 (USD 115) mensuales. Además, la carne de la cazuela les sirve para el sándwich (emparedado) de la once (merienda)”

Cada día, la cazuela comparte el protagonismo con algún otro plato enjundioso: puré con prietas, porotos con tallarines, pescado frito y charquicán. Y si de tragos hablamos, el Negro Bueno vive en un eterno Dieciocho: la clásica cañita -el vaso corto de vino tinto-, el endiablado terremoto -vino blanco, helado de piña y granadina-, la dulce chicha -licor de uva fermentada- y el sencillo chichón, la mezcla de chicha y pipeño para bajarle el dulzor.

La identidad del Negro Bueno se cocina en estos platos.

Jaime Antonio Carrasco sirviendo chicha. Image © Nicolás Valencia M.

EL FANTASMA DE LA EXPROPIACIÓN

© Nicolás Valencia M.

La amenaza de la actual expropiación es uno de los tantos obstáculos que han enfrentado sus dueños desde 1956, incluyendo crisis económicas, la construcción de la Línea 5 del Metro de Santiago, la construcción de la Autopista Vespucio Sur y la expansión del Mall Plaza Vespucio, un centro comercial levantado en los años noventa que terminó por rematar la transformación del barrio, atrayendo delincuencia al sector y la desaparición de los locales tradicionales.

En 1975, la Quinta de Recreo sufrió la primera expropiación parcial tras la construcción de la actual avenida Vicuña Mackenna y una de esas crisis los obligó a subdividir el local, arrendando parte de la propiedad a otro restaurante. “En época de crisis, sobrevivimos gracias a los cañeros -aquellos que suelen tomarse una caña de vino- y la ayuda de la comunidad”, comenta Maribel. “La gente entraba y esto se llovía por completo. Algunos se tomaban un trago sentados y con el paraguas encima”.

Por ahora, la posible desaparición del Negro Bueno ha movilizado no solamente a sus dueños y a sus parroquianos, quienes han juntado casi 7.000 firmas apoyando al local, sino también a gran parte de la comunidad de La Florida. Como señala El Mostrador en un reciente artículo, ya existe una mesa de trabajo creada para salvar el lugar, liderada por la diputada local Camila Vallejo, “la presidenta de la Asociación Chilena de Barrios y Zonas Patrimoniales, Rosario Carvajal, miembros del centro cultural del local y la propia quinta”, quienes se reunieron recientemente con funcionarios del Servicio de Vivienda y Urbanismo (SERVIU) para entregar una propuesta técnica que evite su desaparición. Y al momento de la publicación de este artículo, el Fan Page oficial anunció que la Quinta del Negro Bueno acaba de ser postulado como Monumento Nacional en la categoría de Monumento histórico.

“¿Cuál es la riqueza del Negro Bueno?”, le pregunto a Maribel, quien piensa unos segundos, mientras recorre con la vista las fotografías colgadas y a los comensales almorzando cazuela o puré con prietas esta soleada tarde de jueves.

“Su verdadera fortuna fue este legado. No le importaba hacerse rico con este local. Él siempre lo supo”.