Shenzhen, la aldea pesquera que se volvió la capital tecnológica de China

Por BBC Mundo, vía La Tercera.

La ciudad albergaba tres millones de habitantes. Hoy suma 15 millones y dos de las cinco firmas de celulares más grandes del mundo. Fabrica la mayoría de los teléfonos de China. Y China produce más de la mitad de los que se venden al año en el mundo. Shenzhen es la cuna de la revolución económica del país.

Hace 30 años, esta ciudad de 15 millones de habitantes casi no existía. Shenzhen era una pequeña localidad pesquera en la provincia de Guangdong, justo al norte de Hong Kong. Hoy no sólo es una de las que más rápidamente está creciendo en el mundo, es también un gigantesco centro tecnológico en ebullición.

Las cifras son apabullantes. La ciudad alberga 6.000 fabricantes de dispositivos electrónicos, muchos de ellos tan fuertes como desconocidos fuera de China.

Pero, además, es sede de dos de las cinco compañías de teléfonos más grandes del mundo: Huawei y ZTE.

En esta ciudad se produce la mayoría de los teléfonos de China. Y China produce más de la mitad de los 2.500 millones de celulares que se venden al año en todo el mundo.

Shenzhen es también uno de los puertos más grandes del orbe por tráfico de contenedores. ¿Cómo sucedió esta transformación?

En 1979, Shenzhen fue declarado una Zona Económica Especial, la primera en China dentro de una nueva política de reforma y apertura. La medida propició una rápida inversión multimillonaria, tanto de capital chino como extranjero.

Desde entonces, la ciudad disfruta de una economía extraordinariamente dinámica. “En todas partes se está construyendo”, describió el corresponsal de tecnología de la BBC Rory Cellan-Jones.

La inversión atrajo a miles de migrantes e impulsó la construcción de fábricas y viviendas. Para mediados de la década de los 90, Shenzhen tenía tres millones de habitantes. Ahora, cuenta con 10 millones de residentes permanentes, que suben a 15 durante la temporada alta de verano y otoño, cuando las plantas de producción apuran la producción para suplir la demanda de regalos electrónicos por Navidad.

Rory Cellan-Jones visitó una de las zonas comerciales de la ciudad donde los trabajadores de las fábricas de celulares van a comprar.

Según el periodista, uno de los sitios más interesantes es un enorme mercado interior lleno de pequeños puestos en los que se venden todo tipo de componentes electrónicos imaginables. “Al parecer mucha gente aquí arregla sus propios dispositivos electrónicos”, comenta Cellan-Jones.

Así que alguien lo suficientemente experto podría fácilmente salir de allí con las partes necesarias para montar su propio computador y a muy bajo precio.

Según cuenta en su blog Joichi Ito, bloguero y fundador del MIT Media Lab, en la ciudad hay mercados enteros dedicados a “reciclar” un aparato electrónico en particular: un mercado entero para teléfonos, otro para computadores portátiles, otro para televisores, etc. “Incluso, puedes comprar teléfonos construidos totalmente a partir de partes desechadas”, comenta.

Shenzhen fue donde empezó la reciente revolución económica china y bien podría ser el escenario en el que se desenvuelva el próximo capítulo: cuando las compañías con sede allí empiecen a competir al nivel más alto en innovación y no sólo en la fabricación a bajo costo.

“Quizás hace 10 o 20 años se podía decir que las compañías chinas eran seguidoras, pero ahora, como en ZTE, tenemos muchas tecnologías que lideran diferentes áreas”, le dijo a la BBC Shi Lirong, presidente del gigante de teléfonos celulares ZTE.

La innovación es uno de los grandes retos que enfrenta China.

Pero ya hay toda una comunidad en torno al mundo tecnológico, de blogueros, hackers, diseñadores y emprendedores, que encuentran en este lugar un paraíso: un mundo de posibilidades y de oportunidades, que va más allá de la mera producción.

“Mientras que en general se ignora el derecho a la propiedad intelectual, los secretos y artes del oficio parecen compartirse selectivamente entre los miembros de una compleja red de familiares, amigos y gente de confianza”, describe Joichi Ito tras su visita a Shenzhen. “Eso se siente como si fuera código abierto, aunque no lo es. Lo que nosotros experimentamos fue todo un ecosistema”, describió.

Según el bloguero, igual que es imposible replicar un Silicon Valley en otro lugar, es igualmente imposible crear otro Shenzhen.

Ambos lugares atraen cada vez a más gente, recursos y conocimientos. Para Joichi Ito habría más ventajas en una cooperación que en una rivalidad.