Columna destacada: “Pedaleando en la ciudad”

© Claudio Olivares Medina, vía Flickr.

La necesidad de contar con una red de infraestructura ciclista con características únicas es lo que según la columna destacada de esta semana, escrita por el arquitecto Julio Poblete, permitirá que la bicicleta pase de ser un “vehículo de paseo” a un medio de transporte formal.

Por este motivo, considera que el proyecto de un sistema de bicicletas públicas para 11 comunas de Santiago y la modificación a la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones (OGUC) no bastan y que la construcción de una red de ciclovías se debe centralizar en un encargado. ¿Los motivos?

Lee la columna completa publicada este lunes 21 de julio en La Tercera.

No solo es saludable, sino sustentable. La bicicleta es considerada cada vez más como un medio de transporte formal. El Ministerio de Transportes estima que los viajes en bicicleta aumentan a tasas en torno al 10% al año. Su nuevo estatus social y urbano ha llevado a un grupo de municipios a actuar coordinadamente para dar lugar a una red pública de bicicletas para 11 comunas, que tendrá 2.100 de estos “vehículos”, disponibles para fines del 2015. Paralelo a ello, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo tramita una modificación a la Ordenanza General de Urbanismo para ordenar y reglamentar adecuadamente la existencia de ciclovías y estacionamientos de bicicletas.

Sin lugar a dudas, este invento de dos ruedas nunca ha dejado de estar de moda. En el campo reemplazó al caballo y en Holanda y Dinamarca disputan codo a codo con el auto y el peatón su espacio en las calles. En nuestras ciudades, poco a poco la bicicleta se abre espacio ante la necesidad de buscar alternativas “al taco” y a la falta de tiempo para hacer algo de deporte. Son aproximadamente 850 mil viajes en bicicleta los que se realizan diariamente en la Región Metropolitana. La apuesta es que los 140 puntos en los que se ubicarían las nuevas bicis públicas permitan aumentar su participación en la movilidad de los santiaguinos.

Pero no todo es miel sobre hojuelas, porque las bicicletas demandan una infraestructura adecuada, de lo contrario, serán sólo un “vehículo de paseo” y no un medio de transporte formal. Sorprende hoy la escasa integración de tramos de ciclovías dispersas en variadas comunas o segmentos de no más de ocho cuadras sin destino ni origen evidente. Más aún, los estándares de una y otra son disímiles en extremo, existiendo pistas sobre la calle, sobre la vereda, por bandejones centrales, sorteando postes y señales, de 80 centímetros de ancho, de dos metros y medio de ancho, rojas, azules, con semáforos, etc. Ciertamente, un proyecto que ordene y reglamente la implementación de las ciclovías se hace en extremo necesario. La iniciativa del Minvu va justamente en esta línea y esperamos que luego de estar un mes en consulta pública en la web, se avance en su implementación. Entre otras cosas, éste permite la existencia de ciclovías en todos los tipos de calles y avenidas, reglamenta sus anchos y regula e incentiva la implementación de estacionamientos de bicicletas.

Con todo, no basta con un sistema público de bicicletas y con la nueva legislación; es necesario avanzar en un plan de ciclovías que conformen efectivamente una red y que exista una sola cabeza responsable del tema. La planificación de un sistema integrado de ciclopistas debiese tener un ente ejecutor a cargo, que asegure funcionalidad y uso eficiente de los recursos.

Los ciclistas necesitan sentirse seguros en su andar y no estar a la defensiva en la disputa de un espacio para circular. De la misma forma, los peatones quieren poder caminar tranquilos, sin la amenaza de ser arrollados. Finalmente, los automovilistas deberán asumir plenamente la existencia de este tercer actor y así también contar con la adecuada señalética y resguardos que permitan la debida coexistencia sobre el espacio de la calle.

Julio Poblete
Arquitecto