Constructores estiman que más del 90% de edificios puede resistir un sismo 9 Richter

Por Manuel Valencia, El Mercurio.

Norma chilena es referente mundial, junto con las de Japón y California (EE.UU.):

Las lecciones que dejaron los cinco terremotos registrados desde 1960 elevaron exigencias de la norma de calidad constructiva, coinciden expertos del rubro.

“El edificio chileno” puede parecer una definición algo vaga y general para cualquier persona, pero en los círculos técnicos internacionales esa categoría alude a una construcción de alta calidad y resistente a terremotos de gran magnitud.

Junto a Japón y el estado de California (Estados Unidos), Chile es uno de los países de referencia en materia de resistencia sísmica. Tanto así que las adaptaciones que se aplican al código de construcción son seguidas al pie de la letra por normas extranjeras.

Este nivel se ve reflejado en cifras. Según estimaciones de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), más del 90% de los cerca de 15 mil edificios de más de cinco pisos que se han levantado en Chile puede resistir un sismo de una magnitud cercana a 9 Richter.

De hecho, el 99% de los 10 mil que se construyeron entre el terremoto de 1985 y el del 2010 resistió completamente el movimiento de 8,8 que azotó la zona centro sur del país.

La prueba también la pasaron los más de 100 inmuebles de más de 20 pisos que se han construido en Iquique en los últimos 20 años: de ellos, prácticamente ninguno, según la CChC, sufrió efectos con el 8,2 del martes, según un análisis de la delegación de Tarapacá de la CChC.

“La tasa de daños en los últimos terremotos ha sido bajísima. Y en el futuro va a ser cada vez más baja, porque desde diciembre de 2011 rigen nuevas normas en estructura de suelo, que abren una mayor clasificación, y se exige mayor resistencia a los edificios de más de 20 pisos, por la experiencia en las aceleraciones que se registraron en 2010”, explica Pablo Álvarez, gerente de vivienda y urbanismo del gremio de la construcción.

A su juicio, para este resultado han sido claves las rigurosas normas establecidas tras el terremoto de 1960 -con 9,5 Richter es el de mayor magnitud registrado en el mundo-, que derivaron en obras como las Torres de Tajamar o la remodelación San Borja en Santiago. Esas construcciones no han sufrido daños estructurales relevantes en los sismos posteriores.

Con él coincide el director ejecutivo del Instituto de la Construcción, José Pedro Campos. Después de 2010, explica, las normas de cálculo estructural fueron ajustadas a niveles de exigencia aún mayores. “Si ahí no hubo daños estructurales importantes, es posible decir que los edificios en Chile están preparados para resistir movimientos de alta magnitud. La norma establece que las construcciones deben proteger la vida humana, aunque las construcciones pueden quedar con daños irreparables. Y para eso están preparadas”, plantea.

Lo último apunta a que si la obra no resiste movimientos de intensidad mayor, su destrucción se desencadene de tal forma que dé tiempo suficiente a las personas que la habitan para evacuar antes del colapso final de la estructura.

“Como un desmayo”

Para el especialista y socio de VMB Ingeniería Estructural, Leopoldo Breschi, el edificio chileno también se caracteriza por un diseño resistente. “Es una construcción robusta. Sus elementos divisorios son generalmente muros estructurales de hormigón armado. En otros países, los aspectos resistentes a los sismos son los marcos, pilares y vigas. Esa diferencia, que parece menor, en un momento de terremoto no lo es. Y eso se puede ver en el caso de las torres gemelas, que colapsaron por completo. En cambio, el edificio chileno, si llega a colapsar, sufre una caída parecida a un desmayo”, dice.

Prueba de fuego

De los 10 mil edificios construidos entre 1985 y 2010 en la zona centro sur, el 1% sufrió daños tras el 27-F.

Seis grandes modificaciones se han aplicado a la norma sísmica chilena. Cuatro se idearon tras los terremotos de 1960, 1971, 1985 y 2010. Otras dos se introdujeron en 1991 y 2002.

Alto Río: Suprema confirma condena e indemnización

El juicio por el caso del edificio Alto Río de Concepción -el único de Chile que se desplomó el 27-F, dejando ocho muertos y 79 heridos- no se repetirá. Así lo decidió ayer la 3ª Sala de la Corte Suprema, al rechazar un recurso de la defensa de los ejecutivos de la constructora Socovil, que esperaban ir a un tercer juicio oral.

En voto dividido, el máximo tribunal del país desestimó la nulidad planteada por el abogado Alejandro Espinoza, representante de Juan Ignacio Ortigosa, Felipe Parra y Ricardo Baeza. En diciembre de 2013, y luego de un segundo juicio oral, los tres ejecutivos habían sido condenados a tres años de presidio remitido y a pagar una indemnización de $1.850 millones, por cuasidelitos de homicidio y lesiones.

Con la resolución de la Suprema, tanto esa sentencia como la que condenó a 841 días remitidos al calculista del edificio, René Petinelli -el único condenado en el primer juicio oral-, quedaron definitivamente ratificadas.

Para Julio Contardo, fiscal regional del Biobío, el fallo “es un precedente sobre la responsabilidad cuasidelictual para los propietarios de obras”. Mónica Molina, representante de los residentes, agregó que “después de cuatro años, el fallo es muy importante. Aún hay víctimas pagando su tratamiento médico”.