Los costos de vivir en una zona extrema

Por María José Latorre y Claudio Cerda, La Tercera. (23/03/14)

[region de aysen] A una geografía fragmentada y duras condiciones climáticas se suma el alto costo de vida, incrementado por las continuas alzas de los combustibles.

Las continuas alzas en los combustibles han golpeado fuerte en la Región de Aysén, donde a las dificultades propias de habitar una zona extrema, se suman los altos costos de vida. Incluso, en varias de sus localidades los productos aumentan su valor hasta en 150% en relación a Coyhaique, la capital regional. Esto, por el valor de los transportes de carga, sistema con que la población busca abaratar con un postergado subsidio que permita rebajar precios.

Según el último censo, la población de Aysén es de unos 94 mil habitantes, de los cuales un 57% reside en la capital regional Coyhaique y otro 24% en Puerto Aysén, las principales urbes. Sin embargo, el resto de la población se dispersa en pequeños asentamientos como Villa O’Higgins, comuna habitada por unas 600 personas.

Los embarques que llegan a la región arriban a Puerto Chacabuco. Desde ahí los camiones con suministros deben recorrer casi 600 kilómetros, para luego aguardar uno de los tres viajes semanales en verano, o los dos en invierno, que realiza la barcaza para cruzar el Fiordo Mitchell. Tras unos 50 minutos de navegación, otros 100 kilómetros deben avanzar para recién llegar a la comuna más austral de la región y flanqueada por Campo de Hielo Sur.

“El costo de los combustibles nos afecta a todos, porque produce un alza en los valores de los productos transportados. Por ejemplo, la harina tiene un recargo de $ 150. Cuando queremos construir, un saco de cemento que en Coyhaique puede costar $ 5.000 acá en Villa O’Higgins vale $ 12.000 sólo en costo de transporte. Es decir, en muchos productos nos sale más caro el flete que el producto mismo”, dijo Hans Silva, presidente de la Cámara de Comercio y Turismo del lugar.

“Para nosotros es relevante contar con un subsidio que nos permita igualar precios a los que tiene la mayoría de los chilenos. Estamos siendo discriminados por estar haciendo patria. Muchas veces se habla de hacer soberanía, de cuidar las fronteras, pero en este caso el Estado está en deuda con los habitantes del pueblo”, agregó.

En Villa O’Higgins sólo existe un distribuidor de combustible y, a diferencia de gran parte del país, no varía el precio tras las alzas o descensos anunciados por la Enap, sino tras la reposición del abastecimiento, que ocurre cada dos semanas.

La Región de Aysén cuenta con los valores más altos en la mayoría de los combustibles. En Guaitecas la gasolina 93 cuesta $ 1.200 y $ 980 el diésel; en Villa O´Higgins, $ 1.150 la gasolina 95 y en Cochrane, $ 1.071 la de 97 octanos. Ante esto, la implementación al subsidio al transporte exigido en las movilizaciones de 2012 se convierte en objetivo de permanente demanda entre su población. “Lo que hay es que se creó una glosa para que, a través del Ministerio de Transportes, la Ley de Presupuesto permita asignar subsidios para transporte de combustibles. Pero la adjudicación de los dineros, su asignación y el mecanismo no existe”, explica la nueva seremi de Transportes, Alejandra Aguilar.

La combinación de ser una de las regiones más extensas del país pero, a la vez, una de las de menor densidad, agrava el aislamiento de los habitantes de apartados villorrios o también islas, quienes deben en ocasiones esperar por días la llegada del transporte que subsidia a las zonas aisladas, que facilitan el traslado de cerca de 38 mil habitantes en más de 60 recorridos. Muchos de estos trayectos los emplean padres que deben separarse de sus hijos para enviarlos al colegio de algún poblado próximo para completar su educación.

A los obstáculos que presenta una geografía fragmentada por cordones montañosos, fiordos y ríos, se agrega el alto costo de vida. Ese escenario obliga a muchos lugareños a recurrir a los poblados vecinos de Argentina para adquirir provisiones. “Si no tuviéramos el pueblo argentino Los Antiguos al lado nuestro, esto sería un desastre. Acá en Chile Chico cargar un estanque cuesta entre $ 50 mil y $ 70 mil, dependiendo de la capacidad. Pero si uno va a Argentina, que está a 18 kilómetros, se llena el estanque con $ 30 mil”, afirmó Luis Sánchez, comerciante de Chile Chico.

El incremento en el costo de vida también resiente a la pesca artesanal, actividad que agrupa a unos 80 sindicatos y más de tres mil inscritos en el registro del sector. “El precio de la bencina ya superó el valor del kilo de producto que vendemos, porque está ya por los mil pesos y por el kilo de merluza nos pagan $ 800 o $ 850. Se hace muy difícil salir a trabajar así”, afirma el dirigente del sindicato Nº 1 de Puerto Cisnes, Dagoberto Castillo.

“Cochrane es como un punto aparte, como un pequeño Chile. Acá comprar tomates es carísimo, como también limones o papas. Por ejemplo, el fin de semana andaban vendiendo un saco de papas de 50 kilos en $ 25.000, lo que es muy caro para alguien que tiene un restorán chiquitito como yo”, señala Teresa Catalán, del café Ñirrantal de Cochrane.