Transporte público accesible para personas con discapacidad en Chile: el desafío de las barreras actitudinales

Por Andrea Boudeguer, arquitecta a cargo del Departamento de Accesibilidad del Servicio Nacional de la Discapacidad – Senadis-, fundadora chileaccesible.cl

“Los medios de transporte público deben ser accesibles para todos, incluidos las personas con discapacidad.” Este principio fundamental de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad” de las Naciones Unidas trae consigo un enorme significado, carga social y territorialidad. ¿Cómo se define un medio de trasporte accesible para todos?

Los que trabajamos por la inclusión de las personas con discapacidad lo entendemos como la obligación de cualquier medio de transporte a brindar plena autonomía e y independencia con el fin de que las personas con discapacidad puedan participar en todos los aspectos de la vida, de manera segura y accesible. Pero también comprendemos que es la obligación del Estado de establecer los lineamientos para dar respuesta y garantía a las empresas y usuarios de incluir la variable de accesibilidad y de los operadores de los medio de transporte de implementarla correctamente y sobre todos los usuarios que utilizan el servicio, promover un buen trato y cuidado hacia la infraestructura y las personas con discapacidad.

En Chile, tenemos dos casos centrados en la región Metropolitana. Metro de Santiago y Transantiago.

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Metro de Santiago comenzó a “construirse el la década del 70, cuando no existía normativa legal sobre orientaciones u obligaciones respecto a la construcción y/o instalación de equipamiento y mejoras para facilitar el desplazamiento de las personas con movilidad reducida”. Hoy, junto a un trabajo coordinado con el Servicio Nacional de la Discapacidad y la comunidad con discapacidad, tienen en marcha, su Plan de Accesibilidad para completar el 100% de la red que equipará con 95 nuevos ascensores a 29 estaciones de Línea 1 y Línea 2. La primera de ellas fue Los Héroes donde se instalaron siete ascensores en la estación, para cumplir con lo mínimo. Las 28 estaciones restantes serán entregadas progresivamente hasta el 2015. Además, ya están instaladas las bandas táctiles en el pavimento de 29 andenes (franjas amarillas, con textura rugosa), orientado para personas con discapacidad visual. También hay nuevos espacios en los vagones, nueva señalética en el 100% de las estaciones y trenes con el Símbolo Internacional de la Accesibilidad entre otras cosas.

Todas estas acciones, de nada sirven si las personas “normales” no utilizaran y abusaran de los ascensores, sobrecargando los equipos con carga, sin dar preferencia a las personas que lo requieren (cuando pides preferencia, te dicen en palabras “muy amables” que esperes, que el/ella está primero/a o que tienen problemas en un pie), o dieran preferencia a las persona con movilidad reducida a ingresar a los vagones, cediera el asiento preferente, o no se sentaran en el espacio reservado en los vagones, o no pasaran 2 personas en vez de una en los torniquetes accesibles, o rallaran la señalética…

¿Será por nuestras barreras actitudinales que aún no percibimos que tenemos (tendremos) el Metro más accesibles de Latinoamérica?

Por otro lado, Transantiago se implementó hace ya algunos años con el compromiso de mejorar la experiencia de viaje y ser accesible para las persona con discapacidad. Se implementaron medidas como “buses de piso bajo con rampas de acceso (manuales), espacio para sillas de rueda en los buses de las vías troncales (con cinturón), señalización en braille o rugosidades en pasamanos para personas ciegas, impedimento de circular con puertas abiertas, pulsores (timbre) con luz y sonido, sistemas de supervisión y fiscalización de la calidad del servicio, paraderos con piso guía para personas ciegas o con visibilidad reducida en paraderos, señalética informativa especializada a bordo de los buses”.

Hoy, el 97% de los buses troncales (largos, más de 9 metros) son accesibles y el 42,8% de los alimentadores (buses más pequeños, menos de 9 metros). Es decir, el 75% de la flota es accesible. Un número muy superior, también, al del resto de los países latinoamericanos. Pero insuficiente aún para percibir mejoras.

Vuelvo a hacer la pregunta: ¿Será por nuestras barreras actitudinales que aún no percibimos que tenemos (y tendremos, porque en accesibilidad la mejora continua es una constante) un Transporte Público mucho más accesibles que muchos países de Latinoamérica?

La respuesta es un poco la misma, con ciertos matices. Las personas “normales” copan los espacios reservados para la silla de ruedas al interior del bus, sin querer tomar conciencia que sus actos son reflejo de rechazar una realidad distinta y de paso, generar discriminación al no dejar subir a quien lo necesita. Las personas “normales” gritan e insultan al operador del bus cuando se detiene ante una persona usuaria de silla de ruedas para que se suba, o bien, no ayudan abriendo la -pesada- rampa de acceso. Rampa de acceso que debiera estar en buen estado si no se robaran las argollas para accionar (¿Se imaginan si fuesen hidráulicas? 100% de ellas estarían inoperables por acciones humanas).

Las barreras del entorno son fácilmente identificables y medibles para eliminarlas. Las barreras de actitud y conciencia, son difíciles de eliminar porque como sociedad no aceptamos la diferencia y no nos educan en tolerancia y respeto. Espero que como país, podamos avanzar por todos los frentes para poder decir al 2020 que somos un Chile Accesible y sobre todo, avanzar en regiones, que tanta falta hace.