El Gran Valparaíso y sus Grandes Campamentos

Por Victoria López, Arquitecto de TECHO-Chile, Región de Valparaíso.

Si bien los campamentos son un escenario conocido desde hace varios años en la realidad país, hoy en día vuelven a ser protagonistas. La falta de oportunidades en el ámbito laboral y educacional, bajos salarios y la excesiva burocracia a la hora de postular a un subsidio habitacional, son algunas de las razones que hacen que en Chile más de 30 mil familias vivan en situación de campamento, lo cual implica vivir sin al menos uno de los servicios básicos que ofrece la “urbanización” y estar instalados en un terreno de forma irregular.

Hoy en el país, según la actualización del Catastro de Campamentos Techo realizado este año, existen 705 campamentos, cifra que podemos comparar con los 542 contabilizados por el gobierno. Si profundizamos en los datos regionales, podemos ver que la V región tiene las cifras más altas, donde de sus 180 campamentos (25.5 % del total nacional), 149 se encuentran en el Gran Valparaíso (82.7% del total de la región), albergando a 9.084 familias.

En el Gran Valparaíso podemos encontrar ciertas características que propician la formación de campamentos y que explican la expansión de estos. Las tres más relevantes son:

En primer lugar, la topografía y altas pendientes, que crean en el corazón de los cerros excedentes de terreno, con difícil planificación y constructibilidad, abandonados, sin uso y propensos a su apropiación. Por lo general estos son los fondos de quebrada, muy vecinos a los barrios consolidados, con locomoción cercana, servicios básicos a los cuales “colgarse”, pero con dificultosos accesos y con altas exigencia en la forma de construir las viviendas que por lo general están sostenidas por pilotes, sin embargo existe también la realidad de campamentos construidos en el fondo de las quebradas como Peumo, Granadilla 4, Eben Ezer y Caminando hacia mi casa, en Miraflores Alto, Viña del Mar.

En segundo lugar, tenemos la naturaleza boscosa en la cual está inserta la ciudad, donde sus límites son inciertos y susceptibles de la apropiación de sus suelos. Para proteger estos grandes paños verdes de incendios forestales, la CONAF divide los cerros en la cima con vías corta fuegos que se convierten en accesos directos a áreas potenciales para formación de asentamientos, conformándose como vías estructurantes. Como ejemplos tenemos los campamentos Mesana, El Vergel y Nuevo Amanecer entre otros en Valparaíso con este origen. Estos caminos son por los general continuaciones o conexiones inmediatas a la calle más alta del cerro, lo que permite tener locomoción cercana, llegando los colectivos hasta el corazón de los campamentos o tan solo bajando un par de cuadras podemos encontrar el transporte público llegando al plan de la ciudad en tan solo 10 o 15 minutos encontrando todos los servicios y equipamientos de la ciudad.

Y, en tercer lugar, hablando del factor localización, el Estudio de Accesibilidad Territorial de Campamentos de la Fundación Techo, midió la vulnerabilidad territorial de un campamentos con respecto a la distancia que se encuentra de los equipamientos básicos de salud o educación, donde se ve que en el Gran Valparaíso los campamentos se encuentran a 773 m en promedio de un establecimiento educacional y a 2.924 m de un establecimiento de salud pública, considerando que el subsidio de localización para viviendas sociales fija las distancias mínimas con 1000 m en establecimientos educacionales y 2.500 m en salud. Un 54% de los campamentos posee una baja vulnerabilidad territorial respecto a acceso a la educación y un 14.8% posee una alta vulnerabilidad. Un 51% de los campamentos presenta una baja vulnerabilidad con respecto a establecimientos de salud pública y un 12.7% posee una alta vulnerabilidad.

Otro fenómeno particular del Gran Valparaíso es que además de poseer un gran número de campamentos, concentra la mayor cantidad de macro-campamentos del país (más de 100 familias) entre los cuales podemos nombrar a Reñaca Alto con 551 familias, la Parcela 11 con 465, Monte Sinaí con 236, y el emblemático Manuel Bustos con cerca de 1000 familias organizadas en 18 comités de vivienda.

La gran magnitud de estos campamentos revela los años de antigüedad, historia que devela la unión de las familias, las cuales se han conocido, organizado y compartido el trabajo de levantar su propia vivienda. Las familias comparten una historia en común que crea un arraigo especial con sus viviendas y el terreno donde se encuentran. Estas características nos muestran la posibilidad de pensar la radicación como solución diferente a las estrategias actuales de gobierno, terminando de forma definitiva con la vulnerabilidad que los campamentos presentan.

Tomando en cuenta todos estos datos y viendo con cifras claras que los campamentos se siguen reproduciendo en Chile y en especial en la V región, es tiempo de detenernos y pensar si es que el trabajo se está haciendo para solucionar el déficit habitacional está siendo realmente efectivo.

Si bien la erradicación y la construcción de viviendas sociales es una solución que fomenta la organización comunitaria y ofrece la seguridad de la propiedad, ¿Es ésta la solución propicia para los asentamientos de gran magnitud del Gran Valparaíso?

En este minuto existen proyectos de radicación en Viña del Mar como el estudio de prefactibilidad de Manuel Bustos y la radicación en Reñaca Alto, sin embargo estas son iniciativas incipientes y menores con respecto a la gravedad de la situación regional.

La realidad país con respecto al déficit habitacional es distinta en cada región: en la Región Metropolitana se lucha por dignificar viviendas sociales deficientes como Bajos de Mena; en la Región de Magallanes no existen campamentos pero las viviendas precarias requieren mejoramientos y acondicionamiento térmico; en la Región de Valparaíso las 10.118 familias en situación irregular, y sus campamentos de gran magnitud, en su mayoría requieren de radicaciones. Para esta diversidad de realidades, se hace necesario contar con distintas soluciones. Como primera instancia debemos repensar las políticas habitaciones, considerando como eje sustancial la vivienda como un derecho, y en segundo lugar regionalizar las soluciones otorgadas considerando las características particulares de cada región.

Finalmente, cabe señalar que la radicación de un campamento consiste en mantener a las familias en su territorio del campamento, respetando las redes que han formado en el tiempo, y construir la infraestructura necesaria para cubrir los servicios básicos, otorgando el titulo de dominio de sus terrenos, pero sin olvidar que esta solución debe también apuntar a realizar un trabajo global que comprenda el derecho a la ciudad y la consolidación del barrio.