Jardín del Este, el oasis más cotizado de Vitacura

Por Darío Zambra, La Tercera. (03/11/13)

Delimitado por Manquehue Norte, Luis Pasteur, A. Vespucio y Escrivá de Balaguer, el sector nació en los 60, de la chacra de los Denegri.

El concepto de garden city o “ciudad jardín” agarró fuerza a principios del siglo pasado, cuando el urbanista inglés Ebenezer Howard planteó esta nueva forma de vivir dentro de una ciudad: en centros urbanos de menor escala cuyas casas estuviesen rodeadas de un cinturón vegetal.

En los 40, una familia de descendientes italianos, los Denegri, poseía una chacra de 40 hectáreas, delimitadas por la antigua calle El Cielito (hoy Luis Pasteur) y la ribera sur del Mapocho. Pero en los 50, Agustín Denegri vendió 4,2 ha a la Alianza Francesa, la que venía de Av. Pedro de Valdivia. A principios de los 60 subdividió el resto del terreno en 247 sitios (de entre 800 m² y 1.500 m²) y los vendió a familias de clase alta.

La urbanización estuvo a cargo del arquitecto que diseñó la Alianza Francesa y el edificio de la Cepal, Emilio Duhart, quien proyectó calles sinuosas con veredas adoquinadas, fundidas con la calzada. “Eran elementos novedosos y no se parecía a nada en Santiago”, asegura el presidente del Colegio de Arquitectos, Sebastián Gray.

Asimismo, en las aceras plantaron cientos de árboles, naranjos en su mayoría, pero también especies chilenas, como peumos y araucarias. Fue por ese generoso verdor que Denegri bautizó como Jardín del Este al sector.

Pasado medio siglo, este barrio apenas ha cambiado su fisonomía, gracias a las casas originales que persisten y por la estética que aún exhiben los adoquines. “Está en medio de la ciudad, pero sus vecinos aún hacen vida de barrio. Algunos caminan hasta el Parque Arauco. Es una especie de oasis”, asegura el decorador Francisco Silva, quien recién acaba de lanzar un libro con la historia de este lugar.

Cotización al alza

Esos atractivos lo han convertido en un barrio exclusivo y requerido en Santiago. Felipe Fernández, socio de la corredora Fernández Propiedades, afirma que el interés por vivir en esta zona siempre ha sido alto, pero en los últimos 10 años creció. “Tenemos a más de 30 familias que esperan comprar una casa ahí. Antes no pasaba”, dice.

Sin embargo, la oferta inmobiliaria ahí es poca: según un informe de la consultora AGS, sólo un par de propiedades se vende y el precio de una de ésas (de 340 m², en un sitio de 1.440 m²) supera los $ 1.000 millones. Poca oferta y mucha demanda ha hecho que en 10 años los valores se hayan duplicado, según explican en la firma tasadora Arenas y Cayo.

Férnandez dice que en 2003 todavía se podía encontrar una propiedad por $ 250 millones. “Hoy, en cambio, ninguna cuesta menos de $ 600 millones. Se ha vuelto más exclusivo que Santa María de Manquehue”, afirma.

El decorador Francisco Silva esboza una tesis sobre el renovado interés por Jardín del Este: “En los 90, el boom estaba en las afueras, en La Dehesa y Chicureo. Pero por la alta congestión, hace una década se revalorizan barrios, como Las Lilas y éste”.

Como “barrio afrancesado” se publicitaba el sector en 1962. Los avisos rezaban: “¡Un lugar de ensueño en plena naturaleza y a 15 minutos de la Plaza de Armas! Al lado del Club de Polo, a un paso del colegio Alliance Francaise y cerca de los SS.CC., Santa Ursula y la nueva Maisonette”. Por eso, varias familias santiaguinas se interesaron en comprar un sitio ahí, sobre todo descendientes de franceses que querían vivir cerca del colegio de la colonia. “Los Vidaurre y los Pirazzoli también se instalaron ahí”, dice el arquitecto de la Gran Torre Costanera, Yves Besançon.

El fue testigo de cómo se formó el barrio. Entonces, su familia se acababa de instalar en Francisco de Aguirre con Luis Carrera y todos los días atravesaba la nueva urbanización camino a la Alianza Francesa. “Vi cómo las plantaciones de arvejas y porotos desaparecieron y cómo se construían las casas, la mayoría hechas por el arquitecto Jaime Sanfuentes. Eran discretas, de bajo perfil y techo plano. Además, tenían patios interiores, toda una novedad. Fue el barrio nuevo más elegante en el Santiago de los 60”, asegura Besançon.