Día Mundial del Hábitat en Chile: entre neoliberalismo y revolución urbana

Por Claudio Pulgar Pinaud. Arquitecto Universidad de Chile. Doctorando EHESS, París. Académico del Instituto de la Vivienda de la Universidad de Chile.


El 17 de diciembre de 1985, la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 40/202 designó el primer lunes de octubre de cada año como el Día Mundial del Hábitat. El mundo avanzaba a pasos agigantados en su proceso de urbanización que junto a las migraciones del campo a la ciudad habían transformado la forma de vivir de millones de personas en el último siglo. Hoy en 2013, más seres humanos viven en ciudades que en el medio rural. La comisión de Asentamientos Humanos de Naciones Unidas, hoy agencia “Hábitat”, pretendía con la instauración de este día atender sobretodo a la difusión y el avance hacia el derecho a una vivienda adecuada.

El “derecho a una vivienda adecuada” está reconocido en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC). El artículo 11 de este pacto establece: “el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí misma y para su familia, incluyendo alimentación, vestido y vivienda adecuadas y una mejora continuada de las condiciones de existencia”. Así los Estados signatarios del pacto, deben desarrollar políticas que garanticen este derecho y deben resguardarlo como un derecho constitucional. Chile firmo este pacto, pero no ha avanzado en el sentido de garantizarlo, ni menos en el ámbito constitucional, ya que en la constitución de 1980 no se reconoce el derecho a la vivienda adecuada.

Para implementar este derecho humano el Comité DESC (Derechos Económicos, Sociales y Culturales) de Naciones Unidas considera que, independientemente del contexto, hay algunos elementos que hay que tener en cuenta para que la vivienda se pueda considerar adecuada: a) seguridad jurídica de la tenencia; b) disponibilidad de servicios materiales e infraestructura; c) gastos soportables; d) habitabilidad; e) accesibilidad; f) lugar y, g) adecuación cultural. El Comité DESC ha desarrollado el contenido de este derecho en dos observaciones generales. La Observación general número 4 donde se concretan las condiciones que configuran el carácter “adecuado” de la vivienda; y la Observación General 7 contra los desalojos forzosos o expulsiones.

Raquel Rolnik, actual relatora para el derecho humano a la vivienda adecuada de Naciones Unidas visitó Chile en 2012, constatando en terreno las falencias de las políticas chilenas de ciudad, vivienda y reconstrucción. Una de sus principales críticas fue al sistema subsidiario chileno. Dijo en una entrevista: “Es una política a partir de la mirada de la producción de un bien por el mercado y la posibilidad de que la gente tenga de comprar este bien. Los criterios básicos del derecho humano a la vivienda adecuada, que no son solamente la casa en sí mismo, sino la vivienda adecuada como puerta de entrada a los otros derechos humanos, el derecho a la educación, a la salud, etc. Eso no se está cumpliendo”. Sus críticas hacen mucho eco a la polémica que todos conocen desde 2011 entre entender la educación como un bien de consumo (según declaraciones del presidente Piñera) o como un derecho universal (según el movimiento por la educación y un gran mayoría de chilenos).

Volviendo a la conmemoración del Día mundial del hábitat, hay que destacar que en Chile es bastante reciente, y que no vino de una iniciativa de Naciones Unidas, ni menos del gobierno, sino de la propia sociedad civil. El año 2008, el Instituto de la Vivienda de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile junto a la ONG Hábitat para la Humanidad, organizaron la primera conmemoración en con el lema: “Por el derecho a la ciudad y a la vivienda”. Ese año además de instalar la reflexión académica-política con un foro, hubo un acto cultural donde participaron Lorenzo Aillapán, poeta Mapuche, y el cantautor Luis Le-Bert, ambos relacionados desde sus creaciones al hábitat, el primero desde su visión territorial de la poesía mapuche y el segundo como músico-arquitecto que le canta a la ciudad y su gente. Mientras desde la Universidad de Chile discutíamos a partir de los conceptos de derecho a la vivienda y a la ciudad, ese mismo año el inocuo lema de Naciones Unidas era “Ciudades armoniosas”.

El año 2009, mientras el lema de la ONU era “Planificar nuestro futuro urbano”, la sociedad civil en Chile siguió con la idea de instalar en la sociedad las demandas “por el derecho a la ciudad”. Este año se logró convocar a una jornada de acción desde un variopinto grupo de organizaciones de la sociedad civil, así como de movimientos sociales, logrando una convergencia inédita frente a esos temas. Ese año la Banda Conmoción intervino con su música las calles en torno a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Chile, recuperando los espacios públicos de forma creativa y alegre.

En 2010, solamente unos meses después del terremoto y maremoto del 27 de febrero, y siguiendo la tendencia del año anterior, una amplia coalición de más de 40 organizaciones y movimientos sociales convocó a conmemorar el Día del hábitat bajo el sugerente lema “La ciudad es nuestra (Re)construyendo derechos”. Ese año el lema de la ONU era «Mejor ciudad, mejor vida», replicando un año más un eslogan inofensivo y lejos de las reivindicaciones de la sociedad civil por derechos. Por primera vez la jornada no fue sólo en la U. de Chile, sino que comenzó con un día completo de actividades realizado en la Villa Olímpica de Santiago, uno de los sectores más afectados por el terremoto en la Región Metropolitana. Ese día se realizó el primer encuentro nacional de damnificados, creándose el germen de lo que sería luego el Movimiento Nacional por la Reconstrucción Justa (MNRJ), creado en enero de 2011 en Talca, sólo dos meses después de ese primer encuentro. Los dos días de actividades para el Día del hábitat de 2010 finalizaron con una marcha por el centro de Santiago organizada por la Federación Nacional de Pobladores (FENAPO), organización que agrupa a allegados, deudores habitacionales y damnificados y que había sido creada recién en marzo de 2010.

El 2011 fue el año del despertar de los movimientos sociales, iniciados con el Puntarenazo, seguidos con el movimiento contra Hidroaysén y culminados con el movimiento por la educación aún vigente y con fuerza hoy. Ese año el movimiento de pobladores y por el derecho a la ciudad no se quedó atrás, protagonizando importantes protestas contra los anuncios de nueva política habitacional de Piñera, contra la ficha de protección social y por la reconstrucción, así como solidarizando con los otros movimientos sociales emergentes. Ese año el lema para del Día del hábitat de la ONU fue «ciudades y cambio climático», tema importante, pero que en el contexto chileno no haría mucho ruido. En nuestro país en cambio los movimientos sociales decidieron conmemorar ese primer lunes de octubre bajo el lema “Por una reconstrucción y viviendas dignas”. Además de organizar varios foros centrados en la producción social del hábitat, realizaron una marcha unitaria en el centro de Santiago convocada por la Federación Nacional de Pobladores (FENAPO) y el Movimiento Nacional por la Reconstrucción Justa (MNRJ), que contó con el importante apoyo del movimiento estudiantil.

En 2012 ya no sería sólo un día el que se conmemoraría, sino que las organizaciones se plantearon que todo el mes de octubre fuera el “mes del hábitat” bajo el lema “¡No + lucro! Por el derecho a la vivienda y a la tierra”, haciendo un guiño a una de las principales demandas del movimiento por la educación, pero ahora vinculándolo a la vivienda y al suelo. Ese año la ONU conmemoraba el día bajo el lema « Transformar las ciudades, crear oportunidades », con la siguiente explicación: « las ciudades son el motor del crecimiento ». Frente a estos argumentos las organizaciones de la sociedad civil como HIC declararon : “Ante esta afirmación, inscrita en el discurso neoliberal dominante, insistimos que los temas del hábitat pasan -ante todo- por la dignidad humana, la realización de los derechos humanos, especialmente en lo referido al derecho a la vivienda y a la tierra. El mundo está inmerso en una nueva fase de crisis del capitalismo que afecta a millones de familias y comunidades.”

Este año 2013 la ONU hábitat ha decidido invocar el tema de la “movilidad urbana”, con un discurso centrado en el “potencial económico, permitiendo el eficiente movimiento de personas y materiales”. En cambio en Chile, los movimientos de pobladores agrupados en la Federación Nacional de Pobladores (FENAPO) son los anfitriones del Encuentro de la Secretaría Latinoamericana de la Vivienda y Habitación Popular (SELVIHP) que agrupa a una gran parte de los movimientos urbanos y de pobladores de Argentina, Brasil, Ecuador, Venezuela y Chile. Durante 4 días- del 6 al 9 de octubre- en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, discutirán temas como: “Definir desde una perspectiva histórica la situación actual de la lucha por la vivienda”; “Recuperación de la historia del movimiento cooperativo y autogestionario en Chile”; “Proceso de reinserción de Chile en la construcción Latinoamericana”; o “Territorio, autogestión y poder. Latinoamérica como espacio geopolítico decisivo.”; entre otros temas y visitas a terrenos a experiencias de -como dice Zibechi- “emancipaciones territoriales” de la propia FENAPO en Santiago.

Este pequeño recuento de la historia reciente de las conmemoraciones del día internacional del hábitat en Chile sirve para comprender como han ido avanzando y madurando las reivindicaciones y prácticas del movimiento de pobladores y de las organizaciones que luchan por el derecho a la vivienda adecuada y el derecho a la ciudad en Chile. Al mismo tiempo podemos darnos cuenta de que la trayectoria de la misma ONU, y su agencia Hábitat -leyendo sus lemas y objetivos- se han hecho parte y actor del proceso de neoliberalización global que viven las ciudades.

Para avanzar en el derecho a la vivienda adecuada y en el derecho a la ciudad- como lo propuso Lefebvre, y como lo ha actualizado Harvey- Chile necesita una “revolución urbana”, para así superar 40 años de políticas urbanas neoliberales y habitacionales subsidiarias. Será tarea de todas y todos los ciudadanos hacerse parte de este proceso y avanzar en la democratización profunda de nuestras ciudades, en la regulación del mercado de suelo y en poner fin al modelo de subsidios -entre otras medidas urgentes- para construir una verdadera política de hábitat con los pobladores como protagonistas y con espacios para iniciativas cooperativas y autogestionarias que ya empiezan a florecer en los territorios. Esa será la única forma de parar de una vez por todas el negociado que se ha hecho con nuestros derechos por más 30 años, en los cuales el Estado ha “beneficiado” a ciertos grupos económicos (bancos, dueños del suelo, inmobiliarias y constructoras) y ha defraudo a millones de pobladores, supuestamente “beneficiarios” de viviendas sociales, pero que sólo han conocido deudas, viviendas de baja calidad y barrios sin servicios y en los márgenes de las ciudades. Este lunes 7 de octubre de 2013 será otro Día mundial del hábitat en Chile entre neoliberalismo y revolución urbana.