El cité, la vivienda del siglo XX que resurge en el centro de Santiago

Se están construyendo de nuevo con la idea de retomar la convivencia en comunidad.

Por Darío Zambra, La Tercera

En calle Mapocho, a pasos de Esperanza, existe desde hace 110 años un cité sin nombre. Ahí viven 15 familias y una de ellas, la de Patricia Véliz, se encarga todos los años de adornar el patio central en las celebraciones. Para estas Fiestas Patrias lo engalanaron con banderas tricolores y escarapelas. “En Navidad ponen guirnaldas y organizan en ese espacio cenas con los vecinos. Y algunos domingos almuerzan todos juntos”, cuenta el arquitecto Mauricio Aguilar, hijo de Véliz.

Varias cuadras al sur de ahí, en Maturana, un pintoresco conjunto de viviendas de comienzos del siglo pasado, llamado El Escorial, recibió hace tres semanas la visita de actores y camarógrafos. “Vinieron a grabar un comercial en el patio. Era para un supermercado y hace poco lo vi en la tele”, asegura Claudio Chacón, quien vive en el lugar desde hace 45 años.

Los cités capitalinos se construyeron entre 1870 y 1960. Surgieron como respuesta al déficit habitacional que generó la migración de miles de personas desde el campo. “Fueron la primera expresión de vivienda social”, explica Sebastián Seisdedos, arquitecto que en 2012 lideró un estudio del Observatorio de Ciudades de la UC sobre estos conjuntos.

La investigación concluyó que en la ciudad existen 811 cités, la mayoría concentrados en la comuna de Santiago. Los restantes están en Independencia, Estación Central, Recoleta, Quinta Normal, Ñuñoa y Providencia. Pese a que casi todos tienen más de un siglo, muchos conservan su vida comunitaria. Por la disposición de los patios, ésta se da en forma natural.

Ahora, un nuevo proyecto, en San Francisco con Ñuble, reafirma la vigencia de este modelo arquitectónico en la ciudad. Se trata de un conjunto de 48 viviendas sociales, de entre 55 y 70 m2, distribuidas en torno a un patio central de 450 m2, que tendrá bancas, naranjos y jardineras. Algunas de ellas están dispuestas en forma de dúplex y otras, tríplex.

El proyecto lo gestionó la Municipalidad de Santiago, en un sitio de su propiedad, para un grupo de familias que viven de allegadas.

“La idea de seguir este modelo arquitectónico surgió por la necesidad de compatibilizar en un terreno pequeño, de 1.357 m2, la máxima cantidad de casas”, explican en la Subdirección de Vivienda del municipio. “Así, se fomenta también la vida comunitaria”, agrega el arquitecto a cargo, Iván Theoduloz, quien adelanta que la fecha de inauguración será octubre.

Para instalarse en uno de esos inmuebles, las familias ahorraron 10 UF ($ 240 mil). El resto lo financió el Serviu, con un subsidio habitacional de 821 UF ($ 19 millones) para cada grupo.

“Son personas que siempre vivieron en el centro, cerca de todo, y no queríamos que se fueran a la periferia”, sostiene el subsecretario de Vivienda, Francisco Irarrázaval.

Evaluado ya como un modelo exitoso, el municipio sumará otro conjunto de 49 casas, también tipo cité, en Av. Santa Rosa con Ñuble. Para eso está gestionando un terreno de su propiedad.

Las obras aún no tienen fecha de inicio. Sin embargo, hoy se prepara su postulación a subsidios del Serviu.

Los que se remodelarán

Según el estudio del Observatorio de Ciudades de la UC, apenas el 5% de estas construcciones se encuentran en “buen estado”. En cambio, la condición del 69% es “regular”. Esto, porque su estructura e instalaciones de agua y luz están deterioradas.

La Municipalidad de Santiago tiene en marcha un proyecto para recuperar cuatro de esos, tres ubicados en Toesca y uno en Santo Domingo. Ahí se renovará la red eléctrica y la techumbre y repararán y pintarán muros y fachadas.

Eso mismo había hecho junto a la Corporación de Desarrollo Municipal, entre 1995 y 2007, con otros 10 cités de barrios como Yungay y República, donde incluso se instalaron citófonos.

Según Seisdedos, el principal valor de estos conjuntos “es su localización central privilegiada, provista de equipamiento de calidad, que no existe en la periferia pobre. Algunos podrían, incluso, acoger actividades complementarias a la vivienda, como talleres de artistas, centros culturales, restaurantes o cafeterías”.