Ciudadanos más empoderados es igual a ciudades más fuertes: Cambios en la forma de gobernar a través de un enfoque en la ciudad

Meeting House Square. Foto vía Flickr The Academy of Urbanism

Hace un tiempo PPS publicó una serie de tres artículos sobre el Placemaking y la importancia de los ciudadanos en el desarrollo de éste. El segundo  post de esta trilogía explica el rol fundamental que tienen los ciudadanos, sus características y su empoderamiento, como base de las ciudades más fuertes y aptas para las personas.
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¡Una ciudad o a una escala menor “un gran lugar”, es algo que todo el mundo puede crear! Las ciudades o los grandes espacios públicos no sólo son tarea de los gobiernos, de los políticos (que en Chile poco se preocupan de éstas) o de algunos empresarios. Afortunadamente la historia contemporánea nos ha demostrado con creces que el empoderamiento ciudadano es la única manera de hacer una ciudad vibrante, situando los espacios públicos en el centro del diálogo comunitario orientado a la acción, dejando espacio tanto física como filosóficamente para la colaboración creativa entre vecinos. El resultado no es más que la vitalidad de las ciudades.

En los lugares de equidad, los ciudadanos sienten (primero) que son bienvenidos y (segundo) que está dentro de su poder cambiar esos lugares mediante de sus propias acciones. “El gran problema con la ciudadanía hoy en día es que la gente no se toma en serio el empoderamiento”, dice Harry Boyte, director del Centro para la Democracia y Ciudadanía en el Augsburg College. “Los dos marcos dominantes de la ciudadanía en la teoría política, explica, ‘es el marco liberal’; donde los ciudadanos son electores y consumidores de bienes y el ‘marco comunitario’; donde los ciudadanos son voluntarios y miembros de las comunidades. Tenemos que desarrollar la idea de la agencia cívica, donde los ciudadanos son co-creadores de la democracia y de la forma de vida democrática en las ciudades”.

PPS señala como ‘desconcertante’ el alejamiento entre los gobiernos y la ciudadanía, catalogando como un “divorcio” entre el gobierno y los ciudadanos, producto de esto se han diseñado ciudades mediante un enfoque solitario basado en la resolución de problemas. En lugar de tratar, desdichadamente, de resolver los problemas de transporte, de vivienda o las temáticas de salud por separado, como si existieran en un vacío, el gobierno debiera centrarse en la construcción de una ciudad fuerte.

La revitalización de la ciudadanía a través del gobierno de los lugares: ¿Por qué necesitamos una Revolución Copernicana?

A medida que la relación entre los espacios públicos concurridos y el desarrollo económico se ha fortalecido, algunos funcionarios del gobierno han comenzado a promover el cambio en este campo. Después de tantas décadas de pensamiento de arriba hacia abajo, la curva de aprendizaje es empinada y muchos gobiernos, tanto nacionales como locales, están tratando de resolver los problemas humanos con soluciones de diseño integrado. Sin embargo, un nuevo modelo centrado en el ciudadano también ha comenzado a surgir, éste es el que hemos venido a llamar el gobierno de las ciudades (o el gobierno de los lugares en su traducción literal).

Usualmente los gobiernos y pactos políticos se esfuerzan por atraer a más personas en el proceso cívico de toma de decisiones. Por ejemplo, cuando se trata de una calle disfuncional, las respuestas no sólo buscaban ingenieros del transporte, sino que también solicitan a los comerciantes que son dueños de negocios a lo largo de toda la calle, las organizaciones sin fines de lucro que trabajan en la comunidad que la rodea, los maestros y los administradores de la escuela del barrio, etc. Los actores fundamentales en la estructura del ‘gobierno de las ciudades’ no son los organismos oficiales que se ocupan de segmentos específicos, sino más bien las personas que utilizan el área en cuestión y son más íntimamente familiarizado con sus desafíos. Los funcionarios que se esfuerzan por poner en práctica este tipo de estructura de gobierno, lo hacen porque entienden que las mejores soluciones ya no sólo vienen de dentro de las disciplinas estrechas, sino también a partir de los puntos en los que personas de diferentes culturas se unen.

Uno de los puntos fuertes del ‘gobierno de las ciudades’ es que reúne a la gente en el lugar precisamente donde está, y lo hace más fácil para que se involucren en la formación de sus comunidades. Se ha demostrado la voluntad de colaborar cada vez más frecuente con las agencias gubernamentales locales. “La democracia no es un gobierno, es una sociedad”, sostiene Boyte. “Tenemos que desarrollar una idea de que la democracia es el trabajo de las personas. Es la democracia centrada en el ciudadano, no el Estado o de gobierno centrado en la democracia. Eso no significa que el gobierno no juega un papel importante, pero si se piensa en el gobierno como el centro del universo, necesitamos algo así como una revolución copernicana “.

Cómo el placemaking ayuda a los ciudadanos a ver lo que juntos pueden construir

La creación de un sistema de apoyo es la base del ‘gobierno de las ciudades’.  Además de su capacidad para crear un sentido de apego al lugar, los grandes destinos públicos, a través de la forma interactiva en la que se desarrollan y gestionan, desafían a la gente a pensar de manera más amplia lo que significa ser un ciudadano. El ‘gobierno de las ciudades o de los lugares’ se basa en el proceso placemaking para estructurar el debate sobre cómo se deben utilizar los espacios compartidos, de una manera que ayude a las personas a entender cómo su propio conocimiento específico puede beneficiar a su comunidad más amplia.

Si la actitud dominante de la ciudadanía hoy es pasiva, con los ciudadanos ‘recibiendo’ derechos y servicios del sector público y/o privado, entonces tenemos que desarrollar conductas positivas alrededor de la acción ciudadana. También hay que reconocer que los representantes elegidos son ciudadanos, con tanta seguridad o inseguridad como somos nosotros mismos. Se necesitan gobernantes y legisladores capaces de centrarse en la creación de grandes lugares con sus comunidades, en lugar de resolver problemas aislados de componentes distantes. Los lugares o ciudades equitativas no son dadas de manera mágica, sino que más bien se crean colaborativamente. Todo el mundo tiene un papel que desempeñar, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. “El default de la cultura de consumo”, dice Boyte de este cambio tan necesario para la reflexión sobre la ciudadanía, “es que la gente se pregunta lo que pueden conseguir, en lugar de pensar en lo que se podría construir, en términos de los recursos comunes.”

La gobernanza es social y los ciudadanos son creativos. Las únicas cosas que se interponen entre donde estamos y donde queremos estar es el desconocimiento del poder de la ciudadanía.

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