“Alley cat”: las carreras de bicicletas que agitan la ciudad

Fotografía del documental "Line of Sight", de Lucas Brunelle

Como todos los días, la tarde del pasado martes 9 de julio en la esquina de Santa Isabel con Arturo Prat, en Santiago, los autos, las bicicletas y la gente pasaban de un lado a otro. Algunos iban de vuelta de hacer sus trámites, del trabajo o de la universidad. Era el ambiente sistemático y agitado de siempre, donde se circula como por inercia entre el sueño y la rutina.

Sin embargo, a las 09:00 pm. unos 60 ciclistas irrumpieron en la escena con un único objetivo: ser los primeros en llegar a la meta (o batir sus propios récords al menos). No importaba si la bicicleta tenía cambios, frenos, o ninguno de ellos. De hecho, la mayoría de los competidores tenían una fixie o single speed; esas de piñon fijo diseñadas especialmente para andar a alta velocidad. Tampoco había una ruta definida, sólo puntos de chequeo. ¿Y el premio? Más allá de las partes o repuestos para bicicletas que hubo en esta ocasión, podría decirse que el premio siempre es el mismo: la satisfacción de esa catarsis producida por pedalear, al mismo tiempo que otros, a toda velocidad por la ciudad.

Estas son las Alley cat, las carreras de ciclismo que desordenan a las ciudades más importantes del mundo.Su origen no es muy cierto, pero algunos lo atribuyen a las carreras que comenzaron organizando los bicycle messengers (o carteros) en Toronto el año 1989, donde la idea era demostrar las habilidades de cada uno para movilizarse dentro de la ciudad. Poco a poco las carreras entre estos bici-mensajeros se fueron replicando en otras ciudades de Estados Unidos y Europa.

Mensajero ciclista en el primer Monstertrack Alley cat de Nueva York. Vía www.thelmagazine.com

Hoy son más conocidas como Alley cat (o “gato callejero” en inglés) y en ellas no sólo participan los mensajeros, sino principalmente personas que usan regularmente la bicicleta tanto para hacer deporte como para trasladarse por la ciudad. Eso sí, tienen un componente importante: la ilegalidad. Precisamente, la gracia de los Alley cat es esta relación tensa y fluida a la vez que se produce entre el ciclista y la ciudad misma, con sus tacos, peatones, luces verdes y rojas.

Por todo esto, muchas Alley cat no se difunden con tanta anticipación, y obviamente, no por medios masivos. El boca a boca, las redes sociales o los sitios especializados son los medios más comunes para comunicar las carreras entre los que ya están inmersos en este submundo de las Alley cat. La invitación es a reunirse en cualquier punto concurrido de la ciudad, idealmente a alguna hora donde hay más tránsito en las calles. Ahí los ciclistas agrupan sus bicicletas y se reúnen en torno al organizador que les explica cuál será la modalidad de la carrera.

Los tipos de Alley cat son muchos. Uno de los más comunes consiste en que, antes de comenzar, los organizadores entregan a los participantes los puntos de chequeo (que generalmente están en distintas comunas) y ellos mismos tienen que establecer la ruta, es decir, ver en qué orden llegarán a ellos y por qué calles. Otra modalidad es que una vez que los ciclistas llegan a un punto, se les dice cuál será el siguiente, y así sucesivamente. A veces los organizadores les piden que hagan una penitencia antes de decirles cuál será el siguiente punto, o les piden que anoten direcciones, patentes o alguna pista que pertenezca a un objeto típico de la ciudad.

Con los años estas carreras se han hecho tan populares, que hasta tienen fechas celebradas en el mundo simultáneamente: las Global Gutz, donde en 2009 Chile resultó entre los diez primeros. En estas carreras sí suelen haber ciertas reglas como el uso de casco o la diferencia por categorías según los tipos de bicicletas (pista, ruta o  MTB/otros).

Una de las cosas que ayudó a la difusión de estas carreras por el mundo fue el documental “Line of sight” del ciclista y cineasta Lucas Brunelle.

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Las Alley cat en Chile

Hace unos siete años que las Alley cat llegaron a Santiago. En un principio, estas carreras eran parte de un mundo mucho más cerrado que el de ahora, donde participaban alrededor de 15 personas. Una de las primeras competencias de este tipo fue conocida como “La Clandesta”, y su modalidad de repite hasta hoy. También está la carrera “Samuel del Valle“, nombrada así en honor al fallecido mecánico de la selección nacional de ciclismo.

Estos últimos tres años, las carreras han agarrado fuerza y se han replicado en Concepción y Viña del Mar.

Vía Flickr.com © Bibibles bag