22 de mayo: Día Mundial de la Biodiversidad

Por César Ladrón de Guevara P. Abogado. Profesor Instituto de Geografía, PUC.

Hoy 22 de mayo se celebra el Día Internacional de la Diversidad Biológica, instituido por la Organización de las Naciones Unidas para conmemorar la adopción del Convenio sobre Diversidad Biológica en 1992. La conservación de la biodiversidad es un asunto de interés común de toda la humanidad y tiene una importancia crítica para satisfacer sus necesidades básicas y asegurar la existencia de la especie humana sobre el planeta Tierra.

Cuando hablamos de biodiversidad -abreviación de diversidad biológica- nos estamos refiriendo al conjunto de todos los seres u organismos vivos del planeta, a los ecosistemas en los que viven y a las relaciones que establecen con otras especies, reflejando el número, la variedad y la variabilidad de los organismos vivos, y también cómo éstos cambian de un lugar a otro con el paso del tiempo.

En la actualidad tenemos un conocimiento limitado sobre la biodiversidad existente en nuestro planeta. Aunque es imposible ser exacto en los números, desde el siglo XVIII los científicos han descrito aproximadamente 1.700.000 especies de seres vivos, incluyendo vegetales, animales, microorganismos y hongos. De ellos, sólo conocemos bien a las plantas superiores (270.000 especies) y a los animales vertebrados, con aproximadamente 55.000 especies. Sobre el resto de los seres vivos la única certeza es que tenemos un muy escaso conocimiento.

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Lamentablemente, la especie humana está generando cambios dramáticos y en gran medida irreversibles a la diversidad de la vida sobre la Tierra y la mayor parte de esos cambios representan una pérdida creciente de biodiversidad. El número de especies sobre el planeta está disminuyendo de manera alarmante. En los últimos 50 años, los seres humanos han transformado los ecosistemas más rápida y extensamente que en ningún otro período de tiempo comparable de la historia humana, en gran parte para resolver las demandas crecientes de alimento, agua dulce, madera, fibra y combustible. Entre el 10% y el 30% de las especies de mamíferos, aves y anfibios están actualmente amenazadas de extinción. En las últimas décadas las selvas tropicales -los ecosistemas de mayor biodiversidad del planeta- han sufrido una tala masiva y una fuerte degradación.

Además y como directa consecuencia de este trágico proceso de pérdida de biodiversidad, asistimos hoy a la disminución de la diversidad genética a escala mundial, en especial entre las especies cultivables, lo que podría llegar a tener efectos devastadores sobre la seguridad alimentaria mundial.

© BasBoerman, vía Flickr.

Ahora bien, ¿Por qué es importante mantener la biodiversidad? ¿Por qué es tan necesario que no desaparezcan especies animales o vegetales? Por varias razones: Primero, por razones científicas: el estudio de las especies y ecosistemas nos permite entender la Historia Natural, los procesos relacionados con la evolución de las especies, incluidos los seres vivos, pero además nos ha llevado al desarrollo de la investigación farmacéutica y de ésta la obtención de productos cosméticos y medicinales (antibióticos, por ejemplo). Segundo, por razones ecológicas: la dependencia de los seres humanos no es ajena a las condiciones del entorno en que habitan. Lo más simple y básico que entendemos en nuestros primeros años de educación es que el oxígeno que respiramos lo producen las plantas, que también nos entregan madera y capturan carbono. En su conjunto los ecosistemas nos proporcionan energía (petróleo, carbón, leña), intervienen en los ciclos biogeoquímicos, se encargan de fijar la energía solar formando biomasa aprovechable, depuran las aguas y el aire, e impiden la desertificación, entre otras muchas. Tercero, por razones espirituales y estéticas, pues generan bellos paisajes que nos permiten su aprovechamiento recreativo y espiritual. Cuarto, por razones económicas, desde el momento que mantienen la economía del planeta entero. De los ecosistemas depende la energía hidroeléctrica, mareomotora, la producción de papel, la elaboración de productos silvestres variadísimos (miel, cera, caucho, látex, resinas), combustibles fósiles como carbón y petróleo, ambos producto de la descomposición de materia orgánica de varios miles de años; nos permiten el desarrollo de la agricultura, la pesca y la ganadería.

Este conjunto variado de beneficios que nos proporciona la biodiversidad es lo que se conoce como los servicios ecosistémicos o ambientales, existiendo consenso respecto a que con la degradación y pérdida de los ecosistemas, sobreviene la escases de agua dulce, menores rendimientos en la pesca, baja calidad de los alimentos, y con ello riesgos para las comunidades rurales y urbanas.

Río Bíobío. © simenon, vía Flickr.

En Chile el endemismo de especies, es decir, aquellas que sólo habitan en nuestro territorio, es muy marcado y esto se explica a través de la historia natural: nuestra cordillera de Los Andes, los desiertos en el norte, el aislamiento de lagunas andinas, las características de ríos que corren de este a oeste, todo esto establece unas condiciones que rigen las características de nuestro patrimonio natural, el que vemos cuando recorremos los bosques del sur de Chile, el río Loa, el río Lluta, el Toltén o Biobío, los salares y lagunas del Salar de Atacama, en fin. Especies animales y vegetales, terrestres y acuáticas, todas éstas conforman nuestro patrimonio natural, pero además el equilibrio de la vida, el agua que bebemos, el aire que respiramos, el almacén del carbono, todo ello es provisto por los ecosistemas, que se mantienen en un frágil equilibrio y nuestra tarea es usarlo sustentable y responsablemente, disfrutarlo y preservarlo.

De allí la enorme importancia de que la agenda del desarrollo sostenible sea la agenda del siglo XXI, entendiendo desde luego que el desarrollo sustentable no puede considerarse un estado fijo de armonía, sino un proceso de cambio que permita compatibilizar el desarrollo económico con la protección efectiva del medio ambiente, velando por el mejoramiento de la calidad de vida en toda actividad humana y haciendo un uso ético y racional de los recursos naturales.

Como reconoce el propio Convenio de Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica, la conservación de la biodiversidad es un asunto de interés común de toda la humanidad y tiene una importancia crítica para satisfacer sus necesidades básicas y asegurar la vida sobre el planeta.

Debemos tener presente, desde otra perspectiva, que la biodiversidad es un bien público, con componentes económicos, ambientales y sociales. Es un patrimonio esencial que debemos legar a las futuras generaciones, por lo que nuestro compromiso moral debería ser usar responsablemente este patrimonio, lo que a su vez significa reconocer el valor de sus distintos componentes y de los servicios que nos entregan. Y en cuanto al Estado, es su deber ineludible en esta materia velar por los intereses generales de la sociedad, pero en este caso, como en tantos otros que involucran el patrimonio natural, las políticas públicas no siempre están correctamente enfocadas en dichos intereses generales.

Por último, no debemos olvidar que sin diversidad biológica simplemente no hay diversidad económica, concepto que debiera tenerse particularmente en cuenta en un país como Chile que ha construido su modelo económico y su estructura productiva sobre la base de la explotación irracional de sus recursos naturales y, por tanto, a costa del creciente deterioro de su biodiversidad.