El escándalo de los tranvías en Estados Unidos

Tranvías apilados en California 1956 ©commons.wikimedia.org

El escándalo o conspiración de los Tranvías en Estados Unidos es una de las interesantes historias del transporte en el mundo, por todo lo que implica.

La historia es la siguiente:

Hasta 1930 los habitantes de Estados Unidos se desplazaban en su mayoría en transporte público, el que estaba compuesto principalmente por tranvías. Sólo cerca de un 10% de la población lo hacía en automóviles privados o en buses motorizados.

Entre 1936 y 1950 empresas como General Motors, Standar Oil y Firestone, todas interesadas en que el automóvil se convirtiera en un producto de uso masivo, crearon la empresa National City Lines (NCL), la cual compró las redes de tranvías de 45 ciudades, entre las que están Detroit, Nueva York, Oakland, Filadelfia, Seattle y Los Ángeles. Esta compra se habría hecho con el fin de reemplazar a los tranvías por autobuses fabricados por General Motors e incentivar la masificación del automóvil.General Motors habría llevado adelante esta compra como una estrategia de negocios diseñada por Alfred P. Sloan Jr., un “genio” entrenado en el MIT y contratado por General Motors, para ampliar las ventas de automóviles y maximizar las ganancias al eliminar los tranvías. En 1922, según los propios archivos de GM, Sloan creó una unidad especial dentro de la empresa que se encargó, entre otras cosas, de la tarea de reemplazar los tranvías de Estados Unidos por automóviles, camiones y autobuses.

Un año antes, en 1921, GM cerró el año con pérdidas, lo que habría llevado a Sloan a la conclusión de que el mercado de automóviles estaba saturado y que los que deseaban uno ya lo tenían, por lo que la única manera de aumentar las ventas de GM y restaurar su rentabilidad, era eliminar a su principal rival: el tranvía.

En 1974 el procurador Bradford Snell acusó a General Motors y  sus asociados de conspiración e intento de monopolio ante el Comité de Justicia del Senado.

Las empresas involucradas en la conspiración fueron juzgadas por violación de la ley Sherman Antitrust. La condena fue una multa de 5.000 dólares para General Motors y una multa simbólica de 1 dólar para el resto de asociados.

GM habría admitido, según documentos de la corte, que a mediados de la década del 50, sus agentes habían comprado más de 1.000 tranvías, y del total el 90% había sido reemplazado por transporte motorizado.

Por supuesto, existen argumentos en contra de la teoría de la conspiración, como que no se puede desconocer que la oferta de autos era muy limitada y que comprarse un auto era muy caro en los años 30. Y que por lo mismo a medida que esto fue cambiando, la gente decidió dejar de forma voluntaria el transporte público, debido entre otras cosas a que tener auto se fue convirtiendo en una muestra de status y la construcción de carreteras en una muestra de progreso. Además la expansión urbana habría dejado al tranvía como un medio de transporte poco eficiente y con poco apoyo político.

Hoy de aquellos tranvías sólo quedan fotos como la de este artículo, que evidencian su rápida muerte en EE.UU. Si su desaparición fue debido a una causa “natural” o debido al poder de un grupo de empresas que determinó el cómo se planificaría el transporte público en las décadas siguientes y de paso las ciudades, puede ser discutido, pero no nos olvidemos de que está en duda.