Miradas sobre Pekín: Arrollador proceso de renovación urbana

Por Dr. Arq. Guillermo Tella, Doctor en Urbanismo y Martín M. Muñoz, Tesista de Urbanismo

Pekín, capital de la República Popular China, es el centro político, económico y cultural del país. Conforma una unidad administrativa municipal que depende directamente del gobierno central chino. Ocupa una superficie de 17 mil km2 y alberga a una población de 20 millones de habitantes. Y es, además, uno de los centros ferroviarios y de transporte aéreo internacional más importantes. Se encuentra localizada en el norte del país, a 150 kilómetros del mar de Bohai, por medio del cual se conecta con el océano Pacífico. Tiene bajo su jurisdicción directa a 13 distritos urbanos y 5 distritos suburbanos.

Pekín -al igual que otras grandes ciudades chinas- presenta un escenario urbano caracterizado por un complejo de rascacielos rodeado de amplios solares vacíos, bloques de departamentos junto a viviendas tradicionales con patio, o grandes centros comerciales entre barrios de viviendas tugurizadas. Cada tipología satisface diferentes necesidades en una ciudad donde aún es posible observar la convivencia de un tipo de vida muy tradicional con la rápida incorporación de nuevos y extraños modelos importados de Estados Unidos y Europa.

Dentro del paisaje de la ciudad, se identifican tres estilos: la arquitectura tradicional imperial china, por un lado; por otro, una arquitectura denominada sino-soviético, utilizada en los años 50 y 60 y caracterizada por su forma cúbica, funcionalista y de materiales baratos; y, finalmente, la arquitectura contemporánea, que se presenta en el Distrito Central de Negocios.

La arquitectura de la época imperial se encuentra en el núcleo histórico, y su ejemplo más representativo es el complejo conocido como la Ciudad Prohibida, en el centro de la ciudad. A su vez, los templos (bajo la tipología de pagodas) son edificios de varias plantas, terrazas, pabellones, galerías con ventanas, son estructuras arquitectónicas que pueden encontrarse en el núcleo histórico.

En torno a la Ciudad Prohibida, los macizos de viviendas más tradicionales se estructuran bajo la tipología de casas autoconstruidas en torno a un patio central, denominados hutong, como resultado del tejido social y urbano. En cuanto a la movilidad de sus habitantes, los hutong no están pensados para los coches sino para bicicletas, triciclos, mini-furgonetas y peatones. En verdad, la estrechez de sus travesías y la falta de aceras hacen de sus calles una plataforma única donde moverse libremente, comer, jugar, trabajar e interactuar. La morfología urbana condiciona un sistema de movilidad que ajustándose a los más avanzados principios de sostenibilidad, ofrece una amplia sensación de espacio público singular y atractivo.

Los hutong son un modelo de ciudad semi-compacta donde la mezcla de usos forma una sólida red social. Las viviendas, servicios y pequeños comercios crean un campo de interacción íntimamente relacionado con su morfología. Consecuentemente, el reducido aprovechamiento del suelo, el diverso sistema de transporte, la relación natural con el paisaje y la red de negocios, establecimientos y restaurantes constituye un sistema que alimenta las necesidades diarias de los residentes y forma elementos complejos de cohesión social, relaciones y creatividad.

La arquitectura surgida de la asistencia y cooperación sino-soviética durante la década del cincuenta (antes de la ruptura de relaciones entre ambos países por cuestiones político-ideológicas y limítrofes), se aprecia claramente en las características en los complejos de viviendas colectivas: grandes estructuras modernistas abrigadas en el monumentalismo del comunismo soviético.

Herramientas para el control de migraciones

Esta expresión espacial reconocía su trasfondo en uno de los elementos básicos del sistema chino de organización colectiva, conocido como danwei. Este término hace alusión a la unidad de trabajo en las que se dividieron e instituyeron las empresas cooperativas y dependientes del nuevo estado comunista. Los miembros y familias asignados al danwei viven y trabajan de una manera comunal, practicando una actividad similar. Esta práctica de ingeniería social conlleva a un proceso de homogenización por la cual el danwei se termina asimilando al barrio como su correlato espacial.

De esta manera, la territorialización del danwei determina la concepción de un espacio donde se integran el trabajo, la residencia y los servicios sociales brindados por el Estado en ese lugar. Así, se observa la importación del modelo del microdistrito soviético, definidos como superbloques de viviendas colectivas en las que todas las actividades comunes de la población pueden realizarse en un área accesible. El danwei, por ende, se organiza como un recinto a la manera de barrio integrado, dando servicio a una población entre 5 mil y 15 mil habitantes.

Hacia 1978, el 95% de la población china pertenecía de una manera u otra a un danwei específico. Debido a ello, hasta el día de hoy, la población china debe estar inscrita en una comuna concreta, esas aglomeraciones en las que la propiedad ha sido ostentada colectivamente a partir de la implantación del régimen maoísta. Este sistema de registro personal y familiar ligado al danwei, la zona de residencia y trabajo, es conocido como hukou.

Establecido en los años 50 del siglo pasado, supuso una limitación muy estricta de la movilidad de los ciudadanos, definiendo dos categorías principales, la rural y la urbana. El registro hukou ha sido una herramienta para el control de las migraciones al carecer de derechos aquel que se desplaza a otro sitio sin el permiso correspondiente. Sin la cédula de identificación que otorga el hukou es muy difícil acceder a servicios esenciales, como los vales de racionamiento para la compra de comida. El empleo, la educación, el matrimonio, etc. han dependido hasta fechas muy recientes de la categoría otorgada por esa forma de control de la residencia.

Por ello, el hukou ha generado con el paso de los años una situación de segregación y discriminación de facto, que sufren aquellos millones de personas que han emigrado a las ciudades y no pueden obtener legalmente una certificación oficial como residentes urbanos. Ello les impide acceder a viviendas convencionales, obtener servicios sanitarios públicos y lograr educación colectiva para los hijos. A pesar de ello, millones de campesinos chinos viven de manera casi permanente en la ciudad como resultado de un desarrollo industrial y comercial impresionante.

La presión para emigrar a las ciudades responde a razones diversas, pero en el caso chino se debe a que el sistema de partido único ha sido incapaz de eliminar las diferencias entre el campo y las ciudades y de alguna manera se ha estimulado indirectamente. Los residentes inscriptos en el hukou en las regiones urbanizadas acceden a mejores servicios del estado y tienen la posibilidad de conseguir trabajos mejor remunerados. Es más, las fuertes necesidades de mano de obra barata en los densos conglomerados productivos de la costa han supuesto un factor de atracción potentísimo para los habitantes de las regiones situadas más hacia el interior del continente.

Urbanización difusa más allá de sus anillos

Con motivo de su condición de sede de los Juegos Olímpicos de 2008, Pekín atravesó un período de extraordinaria transformación urbana. Con un plan de modernización y grandes inversiones públicas, la ciudad renovó una significativa parte de su fisonomía edilicia para reconvertir sectores deteriorados así como brindar al mismo tiempo soluciones a crecientes problemas socio-ambientales derivados de la expansión urbana.

Este pro ceso se materializó en la construcción de un sistema de anillos de circunvalación, autopistas y carreteras que permitiera conectar el extenso territorio de la capital, como también se tradujo en un proceso de renovación urbana en sectores del casco histórico. Esto último significó la demolición de las tradicionales manzanas surcadas por estrechas callejuelas -los hutongs-, que constituían sitios de relevancia histórica para la ciudad. Hoy las autoridades han adoptado la política de preservar y restaurar cierto número de estas manzanas con el fin de conservar la memoria arquitectónica del tejido urbano central.

Consecuentemente, el presente escenario urbano de Pekín puede caracterizarse como de grandes contrastes, en donde el palimpsesto de las épocas pasadas presencia el avance arrollador de una renovación urbana que se hace necesaria frente a las exigencias funcionales de la capital de un país de acelerada urbanización y creciente liderazgo mundial.

En las últimas décadas diversos proyectos se han materializado en la ciudad -como una de las consecuencias visibles del proceso de apertura económica del país- a las grandes inversiones extranjeras, pero también de los grandes proyectos del gobierno popular para direccionar el crecimiento demográfico y de rápida urbanización de forma planificada con soluciones integrales.

Además, el crecimiento económico sin igual ha tenido uno de sus signos más perceptibles en la expansión del parque automotor, que ha llevado a la modernización del sistema vial con la construcción de autopistas de escala metropolitana. Esto ha permitido la expansión de la ciudad más allá de sus anillos viales sobre suelo suburbano.

La ciudad se sigue expandiendo en forma difusa, a pesar del sistema de planificación chino que aboga por la formación de sistemas jerarquizado de ciudades satélites (con una ciudad central y otras menores que capturen el incremento demográfico y que relocalicen población desplazada por los programas de des-densificación y renovación urbana del área central) en una superficie menor de mayor densidad.

Este principio inspirado en el modelo de New Towns inglés, ha sido una constante en los sucesivos planes quinquenales elaborados. No obstante, la decisión del gobierno central chino de apostar a la urbanización como siguiente paso de modernización del país (luego del extenuante pero exitoso esfuerzo de industrialización), permite avizorar la continuidad del fenómeno de expansión de la mancha urbana merced a la migración campo-ciudad. A la luz de estos hechos y prospectivas, se hace evidente la dificultad que las autoridades chinas tienen para dar una respuesta efectiva a estos problemas, antes que se agrave la tensión social creada el avance del suelo urbano en tierra rurales.

Promoción del distrito central de negocios

El Distrito Central de Negocios (CBD) ocupa actualmente una superficie de 4 km2, situado en el lado oriental de la ciudad, entre el tercer y cuarto anillo de circunvalación. El plan de desarrollo estratégico del área fue lanzado en 2008 y desde entonces se ha acelerado su crecimiento, con 117 empresas establecidas allí desde entonces, abarcando rubros financiero, de medios, de tecnología de la información, consultoría e industrias de servicios.

Más del 60% de las empresas de capital extranjero en Pekín se localizan en el CBD, junto con la mayoría de las embajadas extranjeras. El Comité de Administración del CBD está a cargo de su planeamiento y conducción, y tiene por objetivo facilitar las inversiones y mejorar el ambiente de trabajo para los profesionales. Así, el Comité provee información a inversores sobre legislación, impuestos, políticas públicas.

Directamente relacionada con el aprovechamiento del suelo y la morfología de la ciudad, la densidad es un factor clave para comprender el contraste entre la ciudad histórica y los nuevos modelos. El corazón de Pekín tiene una densidad de población menor que muchas de las áreas metropolitanas europeas. Sin embargo, los nuevos desarrollos residenciales duplican a los actuales niveles de edificabilidad máximos que existen en otras ciudades a nivel mundial.

La densidad de los hutong hace posible una forma de vida repleta de interacción social y ambiental. Enfoques recientes sobre esta cuestión de la densificación en ciudades chinas se plantean cómo incrementar la densidad manteniendo este factor de calidad de vida y si es viable un modelo de ciudad donde la rentabilidad del suelo no comprometa a la diversidad del entramado social que allí se estructura.

Estas consideraciones devienen del plan de desarrollo urbano para Pekín que enfatizan un proceso de des-densificación del área central bajo el paraguas de la renovación urbana de la misma y el tratamiento de los efectos crecientes de la contaminación atmosférica por los gases resultantes de la combustión incompleta de automóviles y otros procesos.

Es aquí donde los proyectos de nuevas ciudades satélites cobran sentido como elementos de absorción de esta relocalización de las familias desplazadas del centro. La suplantación del tejido edilicio de los barrios tradicionales por edificios en torre y liberando suelo para concretarlos junto con amplios espacios verdes públicos es la gran operación que visibiliza las activas transformaciones urbanas.

En cuanto al centro histórico, el plan dispone la protección de la trama urbana de la ciudad antigua, a la ciudad imperial, al eje tradicional de la ciudad, a la red de circunvalación de las dinastías Qing y Ming, al antiguo sistema histórico de ríos y lagos, a la trama en forma de damero y a las edificaciones de patios cuadrados.

Con un criterio de planificación en cascada, mediante planes quinquenales nacionales, los planes de las jurisdicciones menores se ajustan a objetivos, estrategias y marcos determinados en el nivel superior de gobierno. De esta manera, Pekín logra alcanzar una continuidad entre todos ellos a pesar de las revisiones efectuadas, las que permiten sin embargo efectuar las adecuadas correcciones a tiempo a fin de revertir tendencias negativas.