La incesante lluvia que se vive en el centro de Santiago

Por SEBASTIÁN SOTTORFF, El Mercurio

Caída de agua en la vía pública:

Debido al uso de los equipos de aire acondicionado, muchas calles y veredas de la capital están bajo una precipitación constante, que durante el verano se intensifica.

Es verano. El calor arrecia en las calles de la capital y, sin embargo, una incesante lluvia no deja de caer. No es un temporal de último minuto, una señal del fin de mundo o una intempestiva precipitación estival. Es un líquido, cuya procedencia es dudosa, que gotea de varios edificios de Santiago. Los transeúntes tratan de evadirlo, pero tarde o temprano una o más gotas tocarán inesperadamente la cabeza o el cuerpo de un peatón. El destino de quienes caminan por el centro es enfrentarse a esta lluvia, generada, precisamente, para evitar el calor de otros.

Esto, porque el líquido que escurre desde ventanas y fachadas es generado por los equipos de aire acondicionado. En varias calles de este sector de la ciudad se observan pozas de esta agua, que en casos muy particulares o infrecuentes puede ser tóxica.

“El equipo de aire acondicionado se encuentra a una temperatura menor que la temperatura del aire del ambiente. Cuando el aire pasa a través del evaporador, este absorbe su calor condensando el vapor de agua y en consecuencia esta precipita en gotas, que pueden ser tóxicas dependiendo del nivel de contaminación por partículas en el aire, similar al efecto de la lluvia ácida. Lo correcto sería canalizar este líquido condensado a la salida de aguas lluvia o al alcantarillado”, explica Nilton Martínez, docente de la carrera de Refrigeración y Climatización de Inacap Santiago Sur.

El experto asegura que estas “lluvias urbanas” sólo concluirían si los equipos derivaran sus emanaciones a través de una tubería, cosa que en la mayoría de los casos no sucede. Primero, porque es más barato instalar estos aparatos en las ventanas. Y segundo, porque no hay ley u ordenanza que lo prohíba.

“El problema es que uno quiere transitar por la sombra para evadir el sol y se topa con esta agua, que en vez de refrescarte, es asquerosa”, dice entre risas Margarita Coyanco, mientras se pierde entre las personas que a medio día caminan por Agustinas. En esta calle, entre Morandé y Bandera, se pueden observar montones de aserrín dispersos, que se utilizan para intentar mitigar los peligros de transitar sobre una acera mojada.

“Es vergonzoso que los edificios no adopten medidas para solucionar esto. El centro de Santiago está lleno de turistas y muchas veces veo cómo se quejan, porque además de asqueroso, este líquido mancha la ropa”, dice Luis Peñafiel, contador de una empresa de finanzas ubicada en Compañía.

En Santiago y Providencia, dos de las comunas de la capital en las que se presenta con mayor fuerza este fenómeno, no existen normativas locales para solucionar esta situación.

De hecho, en ambas comunas, la administración comunal está cambiando, así que normar este tema aún no es una prioridad, aunque sí existen proyectos. En el Barrio Cívico, por ejemplo, se está promoviendo el retiro de los equipos de las fachadas. Asimismo, desde el municipio de Santiago explicaron que analizarán la posibilidad de regular el problema durante este año.

FALTA DE REGULACIÓN

En Santiago y Providencia, dos de las comunas de la capital en las que se presenta con mayor fuerza este fenómeno, no existen normativas locales para solucionar esta situación.