El movimiento Slow City: Un caso de aplicación en Balcarce, Argentina

El movimiento internacional denominado Slow City promueve desde mediados de los años 80 el desarrollo de “ciudades lentas”, apelando a un estilo de vida sereno y pausado, que respete las tradiciones de propias de cada lugar. La iniciativa surgió en la ciudad de Roma como experiencia contestataria ante la apertura de locales de comidas rápidas y hoy se ha expandido a diferentes latitudes para reaccionar contra la celeridad en el uso del tiempo en la ciudad y para defender el “buen vivir” en ellas.

En el marco del movimiento “Slow”, las ciudades disfrutan del silencio, preservan las tradiciones, el patrimonio y el ambiente, y privilegian el placer y la calma. Consiste en una apuesta colectiva en favor de una forma de vida más apacible, que rechaza a la velocidad como noción de progreso. Además, allí se promueve la producción artesanal mediante huertas tradicionales, se controla la emisión de gases nocivos para el ambiente, se usan energías renovables, se respeta a la naturaleza y se cuida del paisaje y de las cuencas visuales.

Este modelo de ciudad que defiende “vivir sin prisa”, ha tomado enorme impulso en muchas ciudades europeas como una alternativa a los agudos procesos de metropolización instalados, que tanto afectan a la calidad de vida. Se trata de pueblos que decidieron ser refugio contra la gran velocidad, lejos del ruido y del tránsito intenso, lejos del ritmo frenético y lejos de la incisiva idea de ciudad como espacio de oportunidades para hacer negocios.

Cuando las ciudades se tornan lentas

Desde esta perspectiva, como parte de los lineamientos del Plan Estratégico elaborado para Balcarce (*) -un municipio situado a 400 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires (Argentina)-, se planteó en conjunto con diferentes actores sociales locales el desarrollo del movimiento “Slow City” para una de las localidades del distrito, denominada Villa Laguna Brava.

Se trata de una villa turística, con escasos 600 habitantes permanentes y un entorno único en la provincia, que logra combinar un espejo de agua natural, navegable, rodeado por sierras que datan de aquellos momentos previos a la separación de los continentes. En su margen oeste, la laguna aparece acompañada por la Sierra Brava que, dominada por sus formas escarpadas, define un paisaje especial de bosques espontáneos.

Para capitalizar este refugio natural, la propuesta emergente del Plan Estratégico fue instalar junto con los vecinos un desarrollo urbano de la villa con características compatibles con las del turismo sostenible, enfocado hacia una gestión que respete la integridad cultural, los procesos ecológicos esenciales, la diversidad biológica y los sistemas de soporte de la vida. Esta iniciativa no busca explotar el lugar sino crecer junto a él, revalorizando aquello más genuino.

En este sentido, se pretende consolidar en Villa Laguna Brava un área de residencias basada en criterios de sostenibilidad. Para ello, en torno a las costas de la laguna fue creada una zona de tipo “buffer”, de protección ambiental. Asimismo, para incentivar el turismo responsable, se incorporan guarda-parques y guías ambientales, y se promueven las producciones alternativas con cultivos orgánicos y con alimentos artesanales.

Definición de zona que actúe como buffer

En esta línea, se definió un paseo costero de 35 metros, sin estacionamiento ni tránsito vehicular, con un área de amortiguamiento que llegue hasta 100 metros de la costa para evitar afectar el desplazamiento de la fauna y la flora lacustre. Consiste en un área de protección del acuífero que restringe el uso de la propiedad privada por razones de interés ecológico.

Dado que se apunta al cuidado de las aguas y de la biodiversidad, los propietarios ribereños no pueden hacer en ese espacio ninguna construcción nueva ni deteriorar el terreno de manera alguna. En dicha franja territorial no existirán construcciones ni explotaciones de tipo permanente ni emplazamientos que provoquen impacto ambiental negativo.

Asimismo, se impulsa la localización de emprendimientos gastronómicos que valoricen la estética, la venta de productos de granja y de artesanías del lugar. Por otro lado, se tienden a aumentar la calidad de las áreas verdes públicas, a reducir la jornada de trabajo, a conservar la cultura local y a alentar la producción orgánica en escala familiar y comunal. Implica también la prohibición en el uso de herbicidas sintéticos así como de todo derivado del petróleo en proximidades de la Laguna y sus arroyos tributarios

Con esta iniciativa se consolida la participación de los diferentes actores locales y del gobierno municipal en pos de una cotidianeidad propia, vinculada al uso responsable de los recursos naturales y a un turismo sostenible. En consecuencia, se plantea para Villa Laguna Brava en el municipio de Balcarce, una manera diferente de desarrollo de la vida cotidiana, más humana y ecológica, más productiva y solidaria, que postula una práctica slow.

(*) El equipo de trabajo del Plan Estratégico “Balcarce 2020” está conformado por: Dr. Arq. Guillermo Tella (Coordinación Ejecutiva); Lic. (Econ) Gustavo Mosto y Lic. (Geog) Diego Rodríguez (Desarrollo Local); Arq. Martín Delucchi (Desarrollo Urbano); Arq. Manuel Ludueña (Evaluación Ambiental); Abog. Daniel Cassano y Lic. (Urb) Alejandra Potocko (Normativa Urbanística); Lic. (Econ) Oscar Bianchini (Evaluación de Proyectos); Arq. Patricia Mayo y Arq. Victoria Jones (Producción Gráfica); y Cartog. Mónica Tomas (Producción Cartográfica).