“Basura Cero”: La participación ciudadana es clave en el reciclaje

Fuente: EFE Verde

La Alianza Global para Alternativas a la Incineración (GAIA, por sus siglas en inglés), es una alianza mundial que agrupa 650 comunidades, organizaciones no gubernamentales e individuos en más de 90 países, para construir un mundo libre de tóxicos y desechos con la misión de alcanzar un mundo más justo. Todo su trabajo realizado en San Francisco (EE.UU.) y en distintas ciudades de India está agrupado en diez capítulos de “Basura Cero”, un programa que busca inspirar a nuevas organizaciones para que se sumen a esta labor.

El objetivo primordial de “Basura Cero” es proteger los recursos naturales que cada día son más escasos porque en sus áreas se han instalado zonas de desechos, rellenos sanitarios y vertederos. Para descontaminar estas zonas, el programa considera realizar ciertas prácticas, como reutilizar los residuos a través del compostaje y el reciclaje.

No obstante, la mayor lección y revolución que busca lograr el plan en sus colaboradores es cambiar los hábitos de consumo, para desincentivar la compra de artículos hechos con materiales que demoran años – e incluso siglos – en degradarse. A partir de esto, se obtiene que la premisa no debe ser internalizada sólo por los consumidores, sino que por los fabricantes, quienes no deberían producir ciertos elementos que sí repercutirán en el medioambiente.

De esta forma, “Basura Cero” tiene como fin principal que las personas tengan noción de que la basura afecta todas las esferas de desarrollo del ser humano, por lo que intenta ser concebido como un plan de largo plazo de protección de la salud.

A continuación podrás conocer en qué ciudades del mundo se ha ejecutado “Basura Cero” y el caso chileno que es elogiado por el programa.

La responsabilidad social del programa es ayudar a las sociedades a producir y consumir bienes, pero teniendo siempre en cuenta los límites ecológicos y los derechos de las comunidades, para que los materiales de los desechos puedan ser devueltas a la naturaleza o a centros de producción para reutilizarlos en vez de necesitar tantas materias primas. “Basura Cero” considera que no sólo los políticos y expertos técnicos sean quienes puedan influir en el desarrollo de un programa, sino que busca llegar a personas de barrios de distintos estratos socioeconómicos para que tengan una participación ciudadana activa a través del reciclaje.

Fuente: Sustainablog.org ©Larry Strong

Si bien este programa puede sonar un poco ambicioso, porque no siempre todas las personas participan de manera constante, existen ejemplos de comunidades que buscan involucrar  a todos sus vecinos para lograr la meta: cero desechos. Por ahora, estos son algunos ejemplos que han obtenido resultados positivos:

– San Francisco redujo su envío de residuos a vertederos en un 77%, la tasa más alta en Estados Unidos y que busca llegar al 90% en 2020.

– En Pune, India, opera un servicio de recolección “puerta a puerta” de desechos que es ejecutado por un equipo de 2.000 recicladores. Con esta medida, el sistema regular no sigue su proceso normal, por lo que no se emiten 640.000 toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero al año.

– En Flandes, Bélgica, se implementaron normas e incentivos a los individuos y a las empresas para que sus desechos no terminaran en vertederos, lo que les permitió alcanzar un 73% en la tasa de desviación, es decir, un 73% de lo que se iba a desechar puedo ser reutilizado. Esta cifra se convirtió en la mayor tasa regional lograda en Europa.

– En Taiwán, algunas comunidades se opusieron a la incineración de desechos por la contaminación que emite y el alto costo económico que tiene. Por esto, el gobierno debió ejecutar ciertos programas de prevención de residuos y fomento al reciclaje. Estos tuvieron tanto éxito que los desechos disminuyeron, a pesar que creció la economía y la población.

– En la provincia española de Guipúzcoa, un movimiento contra una incineradora de residuos decidió recoger los desechos de las casas en un “puerta a puerta”, para demostrar que era innecesaria la planta. Con esta práctica, los desechos que eran destinados a vertederos se redujeron en un 80%.

– En Buenos Aires, Argentina, se ejecutó un plan que permite separar los residuos en la misma fuente de origen de estos, desembocando en una meta de la tasa de desviación para 2017 en un 75%.

Planta de Reciclaje, La Pintana.

Chile no se quedó fuera de la medición global efectuada por el programa “Basura Cero”, ya que consideró el plan de reciclaje de La Pintana. Este consiste en reciclar un 19% de la basura, siendo esta sólo la orgánica que es producida por los hogares, para convertirla en abono para las áreas verdes y para los rellenos sanitarios.

A partir de las metas logradas en distintas partes del mundo, “Basura Cero” identificó cuatro pilares comunes y los acogió como estrategias básicas. Estas son:

1. Alejándose de la eliminación de residuos. “Basura Cero” considera que es vital establecer plazos y objetivos para disminuir la cantidad de desechos que son enviados a los vertederos. Para esto, postula que se debe eliminar la incineración de residuos, establecer cuotas máximas de almacenaje de los basurales y prohibir los productos desechables. Todas estas acciones se pueden fortalecer con políticas gubernamentales para que promuevan estas intervenciones e incentiven a la comunidad a participar e incorporar la tarea del reciclaje.

2. Apoyar  la reutilización, el reciclaje y los programas de tratamiento de materia orgánica. El programa busca crear un ciclo cerrado en que el papel, el vidrio, los metales, plásticos y alimentos puedan ser separados para reutilizar, reparar y reciclar los materiales inorgánicos, y enviar a composteras los materiales orgánicos. Con estos insumos se garantiza un flujo de energía limpia, la reutilización de materiales de alta calidad para crear otros productos.

3. Alentar la participación comunitaria. La democracia y la acción comunitaria son elementos base en la gestión de residuos. Si se realiza un proceso de consulta inicial en donde se ejecutará un plan de reciclaje, se asegurará un mejor diseño de las estrategias a implementar y mayores tasas de participación. Para que todo esto funcione de manera óptima, los residentes deben participar activamente desde sus hogares mediante el consumo de forma sostenible, es decir, minimizando los residuos, separando los desechos y realizando compostaje.

La participación comunitaria debe tener en cuenta a los recicladores informales. Por esto, antes de ejecutar un programa de reciclaje se debe tener en cuenta que su labor es el único ingreso monetario que tienen, por lo que no pueden quedar fuera de las etapas de diseño, implementación y monitoreo. Con su inclusión, los trabajadores independientes podrán ser parte de programas locales y comprenderán de mejor forma su labor y aporte al medioambiente.

4. Diseñando para el futuro. Con el fin de garantizar que los recicladores – ya sean voluntarios o contratados – no tengan problemas de salud al lidiar con elementos tóxicos presentes en los desechos, el manejo de estos debe ser óptimo desde su inicio. Si esto no se cumple, el programa de reciclaje debe ser sometido a nuevos estudios de diseño, para que el reciclaje y sus estrategias puedan ser aplicadas por otras comunidades en el futuro.

Todas las comunidades mencionadas en los casos descritos anteriormente son consideradas como ejemplos porque pudieron concebir los beneficios ambientales, climáticos, económicos, sanitarios y sociales de las estrategias desarrolladas por “Basura Cero”. Con este programa, las cifras que en algún momento se presentaron como posibilidades se convirtieron en realidad gracias a la participación ciudadana.

Vía Sustainablog.