El difícil primer año del Parque Cerrillos

Por Patricio Cofré, La Tercera.

Cuando fue inaugurado, en septiembre de 2011, el cuarto parque más grande de Santiago recibiría más de 10.000 personas cada fin de semana y hoy sólo llegan 400. La encargada del único quiosco ahí vende poco. Son sólo los jardineros los que no se detienen en todo el día.

A las 5 de la tarde de un jueves el panorama es verde, azul y rojo en estas 50 hectáreas de Santiago surponiente. Verde por el pasto, azul por el traje de dos escolares que se pasean por ahí y rojo por las chaquetas de los jardineros que mantienen el lugar llamado Parque Bicentenario Cerrillos, que fue construido sobre los terrenos del ex aeródromo e inaugurado en septiembre de 2011, con bombos y platillos.

Se estimaba que cada fin de semana recibiría cerca de 10.000 personas, las que aprovecharían las grandes extensiones de pasto, los juegos infantiles y la sombra de los árboles que, junto a otro tipo de mobiliario, costaron US $ 20 millones. Pero lejos de esa cifra, el parque recibe 50 visitas diarias y 400 los sábados y domingos. Eso, mientras el Bicentenario de Vitacura ve circular 1.350 al día por sus 30 hectáreas.

¿Qué pasó con este parque que sería el cuarto más extenso de Santiago, después del Metropolitano, el Padre Hurtado y O’Higgins? En 2001, durante el gobierno de Ricardo Lagos se impulsó la idea de poblar 245 ha con viviendas, áreas verdes, colegios, comercios, parques y un centro cívico, los terrenos que durante 70 años ocupó el aeródromo de Cerrillos. Pero hoy no sólo no se ve esperanza de poblar el gran paño con santiaguinos, sino que tampoco sus áreas verdes públicas.

La razón para el director del Serviu, Daniel Johnson, radica en los conflictos legales que buscaban revertir el cierre del terminal aéreo en el 2006. En diciembre de 2011, el parque quedó con prohibición judicial de celebrar contratos. “Por eso no se han podido mejorar los accesos, las señaléticas o realizar transformaciones mayores”, dice Johnson.

Eso explica, en parte, el único acceso que tiene el parque, por Av. Pedro Aguirre Cerda, a un costado del ex aeropuerto. Los demás están cerrados o no se han construido. Lo único que se puede hacer hoy ahí es mantener los prados y lo demás, algo que promedia los $ 42 millones mensuales.

Edith Neira administra hace 14 años el restaurante Ming-Du, ubicado justo frente a la única entrada del parque, y dice que no tiene movimiento. “No se ve nada desde la avenida y no muchos saben que existe. Y los que saben, no van porque no anda nadie”, asegura.

Algo que refuerzan algunos vecinos que viven en una villa cercana, la Suiza. “Hace dos años nos reunimos con autoridades que nos explicaron el proyecto y nos contaron la forma en que se desarrollaría. Pero fue la única vez y nunca más tuvimos información. Yo ni he cruzado”, dice Nancy Pérez, miembro de la junta de vecinos. Incluso, Santiago Flores, de la población Buzeta, ubicada a cinco cuadras del parque, cuenta que no sólo no les preguntaron qué esperaban de un parque en sus inmediaciones, sino que tampoco los invitaron a la inauguración. “Nunca supimos qué estaba pasando ahí y no ha tenido publicidad tampoco”, explica.

Para el subdirector de Estudios Urbanos de la UC, Roberto Moris, el problema de esta área verde radica en que no cumple con elementos básicos. “Si bien el espacio es de alto estándar, hoy es una isla sin actividades alrededor, sin interacción con la ciudad y sin accesos. No se produce una relación fluida y casual con la comunidad. Un buen parque debe tener muchas entradas”, explica. A eso, el arquitecto suma lo incompleto que está el proyecto: le faltan las viviendas, los colegios, los comercios y otras actividades a su juicio.

Para el alcalde de Cerrillos, Alejandro Almendares, este nuevo espacio público ha sido bueno para su comuna y las aledañas Maipú, Pedro Aguirre Cerda y Lo Espejo. Pero dice que le falta. “Hay que instalar equipamientos deportivos, más juegos y mejorar las ciclovías. Nosotros incluso planteamos que se instalaran atracciones mecánicas”, señala.

Un día normal de la semana el Parque Bicentenario de Vitacura (30 ha) recibe a 1.350 personas; mientras que Quinta Normal (40 ha), 2.800 y el Parque O’Higgins (60 ha), 3.600.

El promedio de circulación no tiene contento a quien diseñó el parque, Alberto Montealegre. El arquitecto -también autor del André Jarlan- cuenta que su iniciativa incluía un cine IMAX, un domo con distintos tipos de vegetación, espacios para picnic, un monumento y restaurantes. A eso se sumaba la construcción del barrio cívico de la comuna, que serviría de acceso principal. Pero hoy sólo existen 236.258 m2 de áreas verdes, 2.000 estacionamientos y cinco kilómetros de ciclovías.

“Las obras que acompañaban a este parque no se han hecho. Tenía que haber un desarrollo inmobiliario que justificara el programa. Como no está, el espacio está en estado de abandono”, asegura Montealegre.

Para Teodoro Fernández, arquitecto del Parque Bicentenario de Vitacura, “este es un espacio muy bien diseñado, pero le falta la otra parte para su uso. Uno de los problemas grandes, también, son los malos accesos, pero eso se subsanará en el futuro con la construcción de la Línea 6 del Metro que estará cerca”, dice optimista.