El stress ¿de? la ciudad

La ciudad como tema, es cada día un tópico más y más cotidiano. Movimientos ciudadanos, gentrificación, proliferación de parques, espacios públicos y ciclovías, son demostraciones de que nos gusta vivir en la ciudad, y cada día nos sentimos de alguna manera más identificados con el lugar donde vivimos, y trabajamos para que estos sean espacios más vivibles.

Sin embargo, la ciudad no trae de por sí solo efectos positivos sobre las personas: todo lo que he mencionado anteriormente, han sido reacciones frente a efectos negativos que la ciudad ha conllevado sobre la calidad de vida su población. Cada día estamos trabajando, o al menos queremos, que el gris concreto se cambie por el verde de los parques y que la velocidad del auto se cambie por el ritmo de la bicicleta. Y es que históricamente las ciudades se han asociado a condiciones de hacinamiento, insalubridad, depresión y trastornos. Por el contrario, ha sido el campo el objeto de idealización de la vida y aunque esta concepción está cambiando a medida que cambia la sociedad, siempre esta el deseo de vivir en una situación intermedia entre ambas condiciones, el suburbio, donde encontramos la paz de lo rural, a pocos minutos de los servicios que ofrece la urbe.

Las ciudades tienen efectos negativos sobre la salud de las personas. El exceso de estímulos, la gran cantidad de tiempo utilizada para trasladarse, los atochamientos vehiculares, la contaminación atmosférica y auditiva, y muchos otros factores sumados a la cultura ultra exigente y materialista en la que vivimos, hacen que la ciudad tenga incluso efectos perjudiciales sobre nuestro cerebro. Un interesante estudio de la Revista Nature, demuestra que los “urbanícolas” al ser sometidos a un stress activan en mayor proporción la zona cerebral de la amígdala, que esta relacionada con la tensión. En este mismo estudio se expresó que “trastornos de ansiedad, depresión y otros comportamientos que se observan con mayor frecuencia en las ciudades, como la violencia”. Aunque la relación entre la ciudad y estos fenómenos no es causal, sino de correlación. Otro estudio de la Universidad de a Salle, en México, indica que el exceso de estímulos en la ciudad se relaciona con la disminución de responsabilidad social, la cortesía, y la tendencia a querer permanecer en anonimato.

Las ciudades en Chile no son la excepción. Cuando la depresión se incluyó en el plan AUGE, el servicio se vio repleto de demandas por consultas; somos el país más depresivo de América Latina, y la tasa de suicidio creció un 54,9% en el periodo 1995-2009. Además, según la OCDE tenemos tendencia a la obesidad, lo que se relaciona con la ansiedad. Dormimos mal, nos duele la cabeza, estamos estresados, y tenemos una alta tasa de problemas cardiovasculares, relacionados a las condiciones anteriores. ¿ Pero cómo?¿No somos acaso constantemente rankeados como una de las mejores ciudades para vivir en América Latina?

No es la ciudad en sí la culpable. Los médicos asocian el alto nivel de stress actual a estados prolongados, como infelicidad matrimonial o incluso la congestión vehicular. Y mas que culpar a las ciudades, el problema son las sociedades que en ellas habitan. El hedonismo, el materialismo, la competencia, el querer rendir al máximo, ser siempre bellos o el negar el dolor. En fin, la vida de locos, que se acelera a medida que Santiago se moderniza.

El Costanera Center abre. Esta noticia, lejos de causar júbilo, nos lleva a una gran aprensión… ¿cuanto me voy a demorar en el camino a mi casa ahora? Las obras de mitigación no están listas y la congestión vehicular no paraba de crecer desde antes de que se pensara esta obra. El crecimiento de la ciudad nos provoca stress, ya sea por su falta de planificación, o por la incertidumbre que este significa.

Pero, en conclusión, no hay ciudades que por el hecho de serlo, sean más estresadas. Es la sociedad de lo inmediato, la sociedad que exige tener la torre mas alta de Latinoamérica ahora ya, o la que pide que rindamos todo el tiempo al máximo, la que se relaciona con el estrés. Y como contraparte, está la tendencia actual a querer tener una vida a un ritmo más llevadero. Este es el tipo de situaciones en las que hay que hacer una elección ¿En qué ciudad quiere vivir?