Rio de Janeiro busca un cambio de proporciones olímpicas

Autoridades brasileñas pretenden recuperar algo de la vieja gloria que hizo brillar a esta ciudad en la década de los 60, con un toque de modernidad.

por El Mercurio

Casi todas las ciudades sede de los Juegos Olímpicos albergan la esperanza de que el evento se traduzca en beneficios instantáneos. Pero Rio de Janeiro va más allá: quiere recuperar algo de la vieja gloria que la hizo brillar en los años 60, cuando  era el lugar elegido por Brigitte Bardot para pasar sus vacaciones y la Garota de Ipanema era una sensación musical en todo el mundo.

Rio nunca perdió la arrebatadora belleza y el brío que atrajo a la estrella francesa hace cinco décadas. Pero toda la ciudad, desde los edificios del centro histórico a sus hoteles con vistas al mar, cayó en declive después de que el gobierno federal dejó la ciudad en 1960. En los últimos años, los bancos han seguido el ejemplo.

Ahora, cuatro años antes de organizar los Juegos de 2016, se ha puesto en marcha un esfuerzo de proporciones olímpicas para modernizar la ciudad.

Los trabajadores de la construcción están excavando túneles a través de montañas para llevar el servicio de trenes a las playas del sur, donde se celebrarán muchos de los eventos deportivos. Se están construyendo paradas de tranvía suspendidas para acceder a las favelas en las laderas de colinas. Cuatro nuevas autopistas están en vías de construcción o lo estarán pronto. Los ingenieros, armados con un presupuesto de US$ 4.500 millones, están cambiándole la cara al dilapidado distrito portuario que hace que el Canary Wharf de Londres, uno de los mayores éxitos de recuperación urbanística de la historia, se vea pequeño.Y sí, también se construirán unos cuantos estadios.

El renacimiento de Rio empezó antes de su campaña para organizar los Juegos Olímpicos, con una expansión de una década que ha instalado a la economía brasileña entre las mayores del mundo. Grandes descubrimientos petroleros frente a las costas de la ciudad ayudaron a captar una andanada de nuevas inversiones.

Inyección de urgencia

Cuando Rio fue seleccionada en 2009 como sede de los Juegos Olímpicos, muchos se preguntaron si la ciudad podría superar lo que parecían problemas como una infraestructura en ruinas, altas tasas de criminalidad y un sistema regulatorio laberíntico que podrían frenar las mejoras. Tres edificios en el centro literalmente colapsaron este año, un símbolo de lo mucho que queda por hacer.

Si bien ya se estaba preparando un plan de revitalización, funcionarios de la ciudad y trabajadores de la construcción reconocen que los Juegos han inyectado un sentido de urgencia a las obras. Las empresas también se están beneficiando porque la inversión total en el plan Rio sumará US$ 10.000 millones para 2016.

Las grandes constructoras como Odebrecht, Andrade Gutierrez Concessões SA y OAS podrían beneficiarse al tomar parte en algunos de los proyectos. Por ejemplo, Odebrecht y otras firmas que construirán el principal parque Olímpico en un triángulo de tierra al sur de la ciudad tendrán el derecho a desarrollar la mitad de ese terreno una vez concluida la competencia.

Con todo, la renovación afronta grandes desafíos. La geografía de la ciudad, encajada entre las montañas y el mar, no deja mucho espacio para crecer. El traslado de las favelas está provocando conflictos. Los aeropuertos no tienen capacidad suficiente y será difícil mejorarlos, mientras que la oferta de hoteles está tan dilapidada, aunque sigue siendo cara, que muchos asistentes a los Juegos se alojarán en cruceros.

El optimismo sobre el futuro de Rio también está causando algunos dolores de cabeza. El precio de los terrenos se ha triplicado en algunas áreas desde 2005, conforme las constructoras, enriquecidas con unos US$ 19.000 millones recaudados por sus salidas a bolsa, compiten para comprarlos. El encarecimiento de los terrenos hace que los proyectos menos rentables, como viviendas y hoteles para la clase media, pierdan atractivo. Mientras tanto, los alquileres de apartamentos y oficinas de lujo han llegado a niveles comparables a Nueva York en algunas de las zonas de la ciudad.

Las ambiciones olímpicas de Rio están actuando como un catalizador. Un ejemplo es Porto Maravilha, cuya construcción se planeaba desde hacía años. Representantes de la ciudad querían convertir las 546 hectáreas de depósitos destartalados en un paseo con parques, oficinas, museos y muelles para cruceros. Para ello, los ingenieros tienen que demoler una autopista elevada de unos 4 kilómetros y reconstruirla bajo tierra.