Reforma Urbana en Chile: Algunos aspectos a considerar

Informe de ordenación territorial, NOTA Ruimte, Holanda 2006. Algunas sociedades reflexionan continuamente sobre los mecanismos urbanos para mejorar la eficiencia y sostenibilidad de su territorio.

Por Nicolás Tugas F, Arquitecto PUC, doctorando en urbanismo UPC, Barcelona.

Hablar de Reforma Urbana merece su respeto, puesto que muchos de los lectores no podrán siquiera suponer que tiene, quizás tanto peso, como una reforma a la Constitución. Así es, puesto que el modo de establecer los mecanismos de planeamiento urbano, determina el modo en cómo construimos el espacio en el que nos relacionamos. ¿Abstracto?, no tanto, invito a continuación a leer algunas experiencias y reflexiones que deberíamos tener en cuenta.

Que la práctica urbana en Chile está en absoluta crisis, es algo comprendido por casi cualquier ciudadano. El peso de los hechos relacionados a edificaciones mal insertas, congestión, impacto en el patrimonio, contaminación, energía y reconstrucción, llama a reformular las leyes y mecanismos vigentes. El cambio es urgente, entonces, ¿Cómo encausarlo bien?

Afortunadamente el escenario actual es, en cierto modo, favorable para propiciar una cambio estructural: poseemos un crecimiento económico relativamente sostenido, una ciudadanía que, cada vez, se informa más y mejor, y tenemos acceso a plataformas para que las distintas partes dialoguen; por lo que un gran acuerdo social está ad portas y de que funcione depende, en gran medida, de poder escuchar, paciente y reflexivamente, las experiencias de todos; y en ese concepto de “todos”, entran las experiencias de otras sociedades, que llevan más tiempo urbanizadas y que tienen algunas lecciones constructivas que darnos.

Hace ya más de siglo y medio, los ingleses, los primeros en industrializarse, tomaron conciencia que la urbanización mal conducida era un problema muy grave. Pero demoraron casi un siglo en implementar los primeros cambios estructurales, ¿por qué?, por la falta de estudios en el área y por la inercia mental de la gente, de toda la gente. Fueron las sucesivas crisis sanitarias y sociales las que les obligaron a cambiar las cosas ¿y qué cambiaron?, frenaron la expansión descontrolada de las grandes urbes, de la industria contaminante, apostaron por el tren, por las áreas verdes protegidas, generaron gobiernos metropolitanos con competencias, generaron líneas de estudio en urbanismo.

Los pueblos germánicos prosiguieron la reflexión iniciada por los ingleses y aprendieron a sentar a todas las partes a dialogar, incluyendo a empresarios, sindicatos y asociaciones de vecinos, la información dejó de ser un privilegio, o un oligopolio, desde entonces, estos países son considerados, por muchos, los socialmente más desarrollados. Allí prima el diálogo y la política del consenso y existen numerosos tipos de mancomunidades.

Los franceses, afectados de centralismo crónico, hallaron en la creación de imágenes objetivo no vinculantes, un modo de coordinar los distintos niveles de gobierno, municipal, regional y central, dentro de un “esquema” director, en donde las porciones parciales del territorio se suman en la medida en que las oportunidades se ofrecen, siempre dentro de un marco coherente. En la misma línea, los holandeses, creadores de su tierra ganada al mar, han podido mantener una tradición continuada de más de medio siglo de diseño de planes coordinados simultáneamente entre los distintos niveles de gobierno, nuevamente, el equivalente chileno a un gobierno regional, juega un papel crucial.

Los estadounidenses, desbordados por su propio sueño convertido en pesadilla: el fenómeno del suburbio, poseen algunos notables ejemplos de metodologías para coordinar distintas disciplinas técnicas y grupos de interés: se exploran escenarios alternativos y se difunden entre la población, antes de que se ejecute ningún proyecto. Así también, los catalanes e italianos han sabido descomponer el territorio en distintos niveles de análisis, necesarios para trabajar desde una visión holística o integrada de todos los aspectos. Siendo, los italianos, además, unos verdaderos maestros en la conservación del paisaje y el patrimonio, allí hay, por ejemplo, vistas patrimoniales protegidas.

Al ver algunos puntos fuertes de las tradiciones urbanas de algunos países industrializados, ciertas reflexiones surgen, considerando que la explosión metropolitana en Chile tiene menos de medio siglo ¿Cuáles serán, en el futuro más cercano, nuestros instrumentos de planificación? Debemos aprender de las experiencias de otros, e incluir a las bases sociales organizadas y al gobierno regional, ¿Qué estrategias se promoverán? Las que una sociedad responsable, juiciosamente guiada e informada decida, por ejemplo, debemos implementar una red de movilidad sostenible (integrando tren +metro +tranvía +buses +ciclovías +áreas peatonales). Debemos aprender lo que es una estructura ecológica, lo frágil que son los acuíferos; aprender a integrar políticas sectoriales con procesos de información y participación, anterior a la toma de decisiones. Debemos aprender a hacer modelos guía, a distintas escalas. Debemos concientizarnos del factor clave que juegan las universidades con líneas de investigación sobre nuestro territorio. Debemos darnos cuenta de que todas las decisiones necesitan de ética, de un buen grado de responsabilidad colectiva y de voluntad.

Cuando un domingo soleado, camino desde el barrio de Gracia y sus plazas, por el Passeig de San Joan hasta el Parc de la Ciutadella y luego al mar, y veo a las familias y a sus niños jugando, a los turistas encantados, a estudiantes leyendo y a jóvenes parejas en bici, pienso: aquí se actuó con consecuencia y altura de miras, este es un espacio colectivo construido con el desarrollo bien entendido. Llegó el momento, nos toca crear las reglas para construir el nuestro.