Santiago, ¿una ciudad que crece o se agranda?

Por Consuelo Roldán, Estudiante Arquitectura UC

Una “prioridad” es una relación jerárquica entre dos elementos, uno de los cuales depende del otro ya sea en tiempo o en orden. Este concepto bastante simple, a veces se olvida cuando nuestras ciudades deben crecer y hay que comenzar a tomar decisiones.

Me pregunto, tal como muchos también lo hacen, ¿Tendrán siempre los números la razón? Cuando se trata de ciencias duras, dos y dos son invariablemente cuatro, pero cuando se trata de organismos vivos, dependientes de un sinfín de factores, dos más dos pueden ser tres, cuatro, y tres y cuatro también. Resulta señores, que la experiencia nos enseña que la ciudad es esencialmente un organismo vivo en su actuar. Nace, crece, se desarrolla, y claro está, la idea es que no muera. La vida que tenga una ciudad, va a depender de las prioridades que sus ciudadanos tengan durante el crecimiento de esta.

En Santiago me parece que estamos confundidos, porque pese a que queremos una ciudad limpia, segura, intensa, y creciente en todas las áreas, seguimos obteniendo en muchos aspectos lo contrario. A pesar de que en muchos aspectos sí se han tomado bastantes decisiones acertadas en temas de ciudad, en otros  nos hemos ido por otro camino. Vamos cambiando nuestras prioridades, para que luego el problema se arregle con el tiempo.

Lamentablemente, el tira y afloja que se da en este tipo de casos se produce por causa de un factor económico, sin generarse necesariamente al mismo tiempo una ganancia social. Y es de esta forma en que por ejemplo se justifica la construcción del Costanera Center, el Transantiago, y Alto Maipo, entre otros. Sin embargo esta ganancia económica también se vuelve relativa cuando en los proyectos no se toman en cuenta consideraciones importantísimas a la hora de evaluar el éxito. Ejemplo de esto se encuentra  Transantiago, que ha perdido unos US$3.300 a la fecha.

En necesario darse cuenta de que la mejor manera de que Chile crezca es que lo hagamos de tal manera que sea sustentable en el tiempo, empezando con ideas que no solo sean beneficiosas para los agentes privados, resguardando a sus ciudadanos a través de planes honestos y bien hechos, en los que no sea necesario reinvertir para sacar a flote el proyecto luego de un tiempo -acto económicamente tan inconveniente como insostenible. Así Santiago sólo se agranda, pero no crece, generándose un peligro de que llegue el momento en que la inversión para hacer algo realmente bueno sea tan alta, que nadie pueda hacerla. No agrandemos Santiago, hagámoslo crecer.

Se lo que podría decir ante esto un señor economista: en la medida de que la inversión sea mayor, la ganancia también se generará un plazo más largo. Sin embargo también es cierto , pero también es cierto que como estamos hablando de una ciudad, el capital humano es el principal. Si priorizamos sólo el crecimiento económico, obtendremos un auge inmediato e insostenido, que se irá tan rápido como llegó.

Una vez invertidos todos los capitales, comenzadas todas las obras, ¿qué podemos hacer ahora? Mucho. Es tiempo de ordenar nuestras prioridades y tener una mirada a largo plazo que nos enseñe a privilegiar un crecimiento urbano seguro para el futuro. Para esto es necesario que existan autoridades imparciales en temas de ciudad que velen por el crecimiento orgánico de esta, y no sólo una autoridad, sino que organismos conformados en una especie de contraloría de la ciudad. También necesitamos más instancias reguladas y bien informadas para que los ciudadanos expresen su parecer, tener una agenda con miras hacia los los cortos, medianos y largos plazos.

Para terminar, remarcar que esto es un desafío, una oportunidad que tenemos la ventaja de poder tomar de aquí a 30 o 40 años.  Es una oportunidad única, porque si bien tenemos guetos de pobreza, y un gran problema con la segregación en nuestras ciudades, no estamos viviendo la situación que viven nuestros países vecinos. No tenemos favelas, ni los índices de pobreza que muchos tienen. Tampoco tenemos una ciudad tan grande, que realmente no se sepa por dónde comenzar a transformarse. Además estamos bien considerados a nivel internacional y somos capaces de atraer más capital. Vencer nuestros problemas actuales es un desafío grande, pero no un imposible. Se requiere ordenar nuestras prioridades ahora, y construir la ciudad con una sensibilidad apoyada por los ciudadanos, sus autoridades y finalmente los números. No al revés.