Comunas no esperarán alarmas del SHOA ni Onemi

A los alcaldes ni siquiera los convence la inversión de la Armada para superar falencias de monitoreo que hubo el 27-F.

por El Mercurio

“La confianza se quebró”. El alcalde de Talcahuano, Gastón Saavedra, explica así la decisión de organizar a los propios vecinos en el nuevo plan de emergencia en su comuna, donde el maremoto del 27-F mató a 33 personas.

El edil no confía en las transformaciones institucionales, tecnológicas y profesionales que la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) y el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) están llevando a cabo para corregir los equívocos en que ambos organismos incurrieron ese 27 de febrero de 2010, cuando la población no fue alertada de que el sismo de magnitud 8,8º generaba olas gigantes, que cobró la vida de 156 personas y la desaparición de otras 25.

Comités de emergencia en cada barrio coordinarán a escala local la reacción ante una emergencia. “No hay mejor alerta que el propio terremoto”, dice Saavedra. “Si la gente no se mantiene en pie (ante un sismo), tiene que evacuar”, explica, justificando los $72 millones invertidos en señalizar vías de escape, definir zonas seguras y capacitar a personal municipal. “No sé de un sistema que dé garantías. Mientras no esté, tenemos que tomar esta decisión”, agrega.

San Antonio ya puso esta filosofía en marcha. “La noche del terremoto no teníamos una respuesta para decirle a la gente si iba a haber o no un tsunami . Entre la que se devolvió a la costa están los cinco muertos alcanzados por las olas en Llolleo”, rememora el jefe comunal de protección civil, Esteban Hinojosa.

En cambio, en el simulacro de octubre de 2010, los 30 mil residentes se alejaron del borde costero aun antes de que la capitanía de puerto cumpliera su rol en el ejercicio dando la alerta de maremoto. “El plan comunal fija que la alerta roja la da el propio sismo. Aunque el SHOA o la Onemi nos digan que hay o no hay maremoto, la comuna de San Antonio es evacuada igual”, repara Hinojosa. La medida puede mantenerse preventivamente después de que el SHOA levante la alerta. “Depende de las circunstancias. Por ejemplo, si es de noche”, asevera.

Lo propio ocurre en el archipiélago de Juan Fernández. “Con o sin SHOA u Onemi, si enfrentamos un escenario similar, voy a dar la alarma para pasar la noche en los cerros. Aunque me mande un ‘condoro’. Pero no vamos a sufrir lo que pasamos ni perderemos más vidas”, dijo el alcalde de Robinson Crusoe, Leopoldo González.

Datamar 2

Curanipe, Pelluhue, Pellines, Constitución, Duao y Llico son las localidades costeras de la VII Región que recibirán algunos de los 199 módulos de alerta que la Armada está comprando este año y que distribuirá a lo largo del litoral chileno.

La región que sufrió 92 muertos y 12 desaparecidos por el tsunami era el escenario que la institución castrense había elegido para mostrar su nuevo sistema de comunicaciones: Datamar 2. Junto a la mejora en los mareógrafos y al reforzamiento de la planta profesional, es la base de los cambios que buscan evitar errores como los que llevaron al SHOA a levantar antes de tiempo la alerta de maremoto el 27-F y al mando a estar desconectado de las zonas arrasadas.

El Datamar 2 se iba a dar a conocer mañana, al reinaugurarse la capitanía de puerto de Constitución, el edificio de hormigón que reemplaza al destruido por el maremoto. Tras el anuncio de formalización al ex director del SHOA y a dos oficiales activos, la Armada aplazó el acto.

El Datamar 2 está compuesto por equipos fijos y móviles enlazados por tres satélites (Iridium, Inmarsat, Vsat), comunicaciones VHF y UHF, y fibra óptica, que conformarán un sistema “redundante” y robusto frente a las catástrofes. Serán distribuidos entre las 16 gobernaciones marítimas, 64 capitanías de puerto y 234 alcaldías de mar del país.

En los simulacros, el SHOA ya ha logrado bajar a 3,5 minutos lo que tarda en dar la alerta tras recibir los datos sísmicos. Pero los protocolos de Onemi hoy autorizan por escrito a sus directores regionales a evacuar a la población ante un terremoto costero.

A los alcaldes ni siquiera los convence la inversión de la Armada para superar falencias de monitoreo que hubo el 27-F.