Cómo los viajes en micro del ministro de Transportes terminaron cambiando los contratos con las empresas

Entre mayo y agosto de 2011, Pedro Pablo Errázuriz usó el sistema los jueves y viernes por la madrugada y la noche. In situ vio los detalles que no detectaban los estudios y que fueron vitales para transformar las condiciones en las que funcionarán los buses.

por Pamela Gutiérrez El Mercurio

Cuando Pedro Pablo Errázuriz asumió a la cabeza del Ministerio de Transportes, llegó a su despacho en metro, con una tarjeta bip prestada por uno de sus hijos. El Transantiago se había transformado en un forado y el nuevo titular recibió la misión de reducir costos. Pero los estudios disponibles no le bastaron y, entre mayo y agosto, decidió tomar micro, como cualquier pasajero, durante la madrugada y el trasnoche de jueves y viernes, sin escoltas y sólo acompañado de un asesor. La visión de la calle fue clave para los cambios que se introdujeron en los contratos y que operarán a partir de pocas semanas más.

Los análisis internos del Ministerio de Transportes atribuían la evasión -que en 2011 alcanzó un promedio de 21%- sólo a la mala conducta de los pasajeros. Sin embargo, Errázuriz constató, mientras esperaba micro, que una parte del no pago se debía a la irregular frecuencia de los buses. Con tal de abordar el vehículo, los pasajeros subían por cualquier puerta, pero sólo había validador en la entrada. Esta situación ocurría, por ejemplo, en el recorrido que va desde Santa Rosa y luego pasa por Américo Vespucio, Bilbao, hasta llegar a Apoquindo: entre las 06:30 y las 07:30 horas no tenía la oferta de buses necesaria para absorber la demanda.

Errázuriz vio entonces que, cuando el Ministerio hacía el cálculo de ingresos por pago por pasajeros, sólo se constataba la evasión, pero no se daban cuenta de que el factor que fomentaba esta conducta era la baja oferta de vehículos. Por eso, en los nuevos contratos se estableció que el 70% de los ingresos de las empresas será por pasajero transportado, lo que debería obligar a una mayor oferta de buses en circulación, que los choferes se detengan en los paraderos y que no circulen máquinas vacías.

Fronteras

“Los recorridos del Transantiago, diseñados desde el escritorio, eran absurdos”, dice una alta fuente del Ministerio. Con el fin de crear recorridos acordes a la demanda, Errázuriz incorporó a los operadores del Transantiago y los municipios, para aprovechar sus conocimientos “de la calle” en torno al tema.

Por ejemplo, había un recorrido entre las comunas de Huechuraba y Vitacura que tenía un transbordo innecesario en el centro de Santiago. En uno de sus viajes en Transantiago, el ministro conversó con asesoras del hogar y obreros de la construcción que viajaban a diario desde Huechuraba a trabajar en Las Condes y Vitacura. Ellos le contaron que lo que necesitaban era un recorrido directo entre la zona B (Huechuraba) y la zona C (Las Condes, Vitacura, Las Condes) y no el que había en ese momento, que los obligaba a cambiar de micro en el centro.

En consecuencia, los nuevos contratos eliminan el concepto de zona rígida y lo cambia por el de “zona preferente”, con el fin de acortar los viajes. Además, se eliminó una buena parte de las fronteras que actualmente rigen.

Por ejemplo, de San Bernardo no había viajes directos a Puente Alto, porque en el papel aparecen como zonas distintas, pese a que muchos habitantes de San Bernardo van a los centros asistenciales de Puente Alto. Esto se corrige con los nuevos contratos.

Uno de los desafíos pendientes que tiene Transportes es hacer más atractivo el sistema para recuperar a los antiguos pasajeros que se subieron al auto con la aparición del Transantiago. Un paradero lleno, por ejemplo, da la sensación de que ha habido una espera considerable. Sin embargo, en el Ministerio aseguran que ello ocurre en los trasbordos, donde la espera es de pocos minutos. Esperan, durante 2012, convencer a los “no pasajeros” de que las esperas han disminuido.

Sin escoltas se subía el ministro a las micros. Cuando lo reconocían, la gente se sorprendía de que no llegara acompañado de la prensa.